The children of the sky

•abril 25, 2024 • Deja un comentario

Hace algo más de un mes se anunció el fallecimiento el fallecimiento el pasado veinte de marzo de Vernor Vinge, a los 79 años, y nos enteramos de que hacía años que padecía la enfermedad de Parkinson.

Vinge fue un autor capaz de dejar una profunda marca en el campo de la ciencia ficción con una obra relativamente escasa (que simultaneaba con su labor como profesor de matemáticas y ciencias de la computación en la universidad de San Diego), consistente en tan solo ocho novelas y alrededor de veinticuatro cuentos y novelas cortas, publicados a lo largo de cincuenta años. Tras un par de novelas primerizas («Grimm’s world» en 1965 y «The witling» en 1976), alcanzó la fama en 1984 con la primera novela de la serie de las Burbujas, «La guerra de la paz«, que le supuso su primera nominación al premio Hugo de novela (en 1982 ya había sido nominado a mejor novela corta).

Su auténtica explosión llegó con la excepcional «Naufragio en el tiempo real«, con la que introdujo a un público mayoritario el concepto de Singularidad Tecnológica (algo que reforzaría con su ya clásico ensayo de 1993 «The Coming Technological Singularity: How to Survive in the Post-Human Era«. Solo que de nuevo perdió el Hugo (cosas de enfrentarse a «Neuromante» un año y a «La voz de los muertos» el otro).

Unfuegosobreelabismo

Sus tres siguientes novelas, publicadas a lo largo de casi veinte años, no fallaron. Ganó el Hugo por «Un fuego sobre el abismo«, «Un abismo en el cielo«, ambas pertenecientes a la serie de las Zonas de Pensamiento, y por «Al final del arco iris«. En conjunto, tres de las mejores ganadoras del premio Hugo (podemos discutir si alguna otra se lo merecía más en su año, pero dentro del conjunto de galardonadas, no desentonan en absoluto). Entre las dos últimas, ganó también dos premios Hugo de novela corta, por «Acelerados en el instituto Fairmont» (2001) y «El monstruo de las galletas» (2003), esta última también premio Locus (como «Al final del arco iris»).

En 2011 publicó su última novela, «The children of the sky», continuación directa de «Un fuego sobre el abismo», que puede ser considerada finalista del premio Locus (acabó en cuarto lugar). Tras esto, y coincidiendo quizás con un agravamiento de los síntomas de su enfermedad, su producción, que nunca había sido abundante, cesó casi por completo (con apenas un par de cuentos aparecidos nada menos que en Nature).

Vaya por delante que después de una carrera tan distinguida, es un tanto desafortunado que su testamento literario vaya a ser «The children of the sky», porque después de un cuarto de siglo de excelencia casi sin parangón, su última novela resulta por desgracia bastante decepcionante. Lo cual es una pena, porque cualquiera que haya leído «Un fuego sobre el abismo» se habrá quedado con ganas de saber lo que les iba a ocurrir luego a los personajes, en particular porque la gran amenaza trascendida que hace arrancar la acción lejos de estar conjurada sigue amenazando la existencia del puñado de humanos varados en el mundo de los púas, justo en el borde de la Zona Lenta, donde las tecnologías más espectaculares, como el viaje translumínico, no funcionan.

children_sky

La historia de esta segunda entrega se inicia (dejando de lado un pequeño prólogo más cercano), doce años después del clímax de la precedente, la Batalla de la Colina de la Astronave, que se resolvió con una victoria para Tallamaderas y los extraños alienígenas de dos patas llegados en escaso número pero con una tecnología muy superior. En ese tiempo, Ravna, la única adulta del naufragio original, ha logrado sacar de su éxtasis criogénico a un par de centenares de niños, algunos de los cuales ya cuentan con veintipocos años.

Como corregente (junto con Tallamaderas) del Dominio, Ravna está focalizada en hacer avanzar tecnológicamente a sus aliados tan deprisa como le vaya a ser posible, con la esperanza de lograr llevar a los púas del estadio medieval en que se encuentran hasta una sociedad con capacidad interestelar antes de que lleguen sus enemigos (quienes, por fortuna, tienen también que plegarse a las limitaciones de la Zona Lenta). En su contra, sin embargo, trabajan tanto facciones externas (uno de los mayores villanos de «Un fuego sobre el abismo», Vendacious, ha logrado escapar y se ha aliado con Tycoon, una manada con agudo sentido comercial), como internas (algunos de los niños, al crecer, niegan su versión de la historia de la caída de sus padres y consideran que la flota que se dirige al planeta es una misión de rescate, no de exterminio).

Hay algo que ocurría con Vinge, incluso en sus mejores novelas, el nivel de la especulación estaba muy, muy por encima del de la trama. En sus grandes éxitos, esa especulación es tan extraordinaria que todo lo demás se le perdona. «The children of the sky», sin embargo, aporta muy poco de novedoso, prefiriendo apoyarse en una historia de intriga política que nunca termina de arrancar, porque para armar el conflicto el autor hace que los «buenos» sean además terriblemente estúpidos (o inocentones, que en una lucha de poder viene a ser lo mismo).

zones

Sí que es cierto que ahonda un poco más en la singularidad de los púas (seres múltiples, compuestos por entre cuatro y ocho animales similares a perros, cada uno de los cuales por separado no es excesivamente inteligente, aunque juntos, a través de una conexión sonora inaudible para los humanos, alcanzan como manada un intelecto similar al nuestro) y se nos presenta el Coro tropical (una región donde millones de púas individuales conviven en un ambiente donde la formación de manadas estables es imposible por la enorme densidad poblacional). De igual modo, nos encontramos con una tercera especie parlante marina, que permite a Tycoon desarrollar su propia revolución industrial en los trópicos al margen del Dominio… y poco más.

La mayor parte de la novela se ocupa de las desventuras un tanto aburridas de Ravna por un lado y Johanna (una de los dos protagonista niños de «Un fuego sobre el abismo», que ahora es una joven muy bien considerada por los púas) por el otro, mientras reaccionan con extrema torpeza a los complots de Vendacious, Tycoon y Nevil (el líder de los Negacionistas). Sí, de tanto en tanto visitan algún lugar exótico o tenemos un nuevo atisbo de la extraña forma de vida en múltiples cuerpos de los púas, pero a todo ello le falta ritmo, como si al autor le hubiera costado decidir qué contar y qué dejar fuera.

Lo peor, sin embargo, es que resulta evidente que debería haber habido una tercera novela que cerrara la historia del naufragio y, sobre todo, del ascenso de la Aberración (que en toda la longitud de «The children of the sky» es una amenaza lejana que nunca termina de manifestarse). Hay además varios elementos nuevos que quedan colgados sin resolución, como la verdadera naturaleza del Coro, las posibilidades de crecimiento de el sistema de Tycoon o la división profunda en el seno de los pocos humanos presentes en el planeta. En otras palabras, la historia se sostiene casi exclusivamente sobre los personajes y las peripecias que les acontecen… y me temo que ahí no hay mucho para ayudar a mantener el interés por quinientas páginas.

Como ya he comentado, esa tercera entrega (o cuarta, si contamos en la serie «Un abismo en el cielo»), nunca se llegó a materializar, lo que termina por volver «The children of the sky» totalmente irrelevante. Pese a ello, como prueba quizás del prestigio de Vinge, fue finalista del premio Locus (que ganó «Embassytown«, de China Miéville) y del Prometheus (que ganaron ex-aequo «The freedom maze», de Delia Sherman, y «Ready Player One«, de Ernest Cline).

vernor_vinge

Vernor Vinge (2 de octubre de 1944 – 20 de marzo de 2024)

IN MEMORIAM

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

Peregrinación a la Tierra

•abril 18, 2024 • Deja un comentario

En 1957 Robert Sheckley publicó su tercera compilación de relatos, tras «La séptima víctima» («Untouched by human hands», 1954) y «Ciudadano del espacio» («Citizen in space», 1955), bajo el título de «Peregrinación a la Tierra» («Pilgrimage to Earth»).

La recopilación contaba con quince relatos breves, publicados originalmente entre 1952 y 1956, aunque más de la mitad de ellos (8) eran de 1956 (además, 4 de 1955, 2 de 1954 y uno solo, el más corto, de 1952). En cuanto a su procedencia, de nuevo tenemos una mayoría (10) de Galaxy, la revista puntera de esa época, bajo la dirección de Horace L. Gold, con ninguna otra repitiendo presencia. Antes de seguir adelante, he de precisar que la edición por parte de Dronte, la única con la que contamos, escamotea uno de esos relatos, «La Academia», que al parecer los editores prefirieron por algún motivo reservar para el número 78 de la revista Nueva Dimensión, aparecido ese mismo año (1976).

peregrinacion_tierra

El elemento unificador de casi todos ellos es el humor, un humor casi siempre absurdo y a menudo negro, que ridiculiza las anodinas aspiraciones de sus protagonistas, al tiempo que sirve a una doble sátira. Por un lado, cabría hablar de una suerte de autosátira, pues se burla de algunos de los temas preferidos de la ciencia ficción durante la Edad de Oro, tales como el primer contacto, el viaje interestelar o la colonización de nuevas fronteras. Por otro, existe una muy patente crítica social, dirigida contra diversas características de esos años cincuenta que la mayor parte de nosotros ya solo conocemos de las películas contemporáneas (con el filtro distorsionador que ello imprime).

En este sentido, el estilo es mucho más coherente que el que exhibía en su primera antología (con relatos de 1952 y 1953)… lo cual no quiere necesariamente decir que sea mejor. De hecho, allí donde podía encontrarse una notable inventiva y originalidad, he descubierto con sorpresa que casi todo se ha visto reducido a chascarrillos más bien tontorrones que no han soportado nada bien el paso del tiempo, en especial cuando hay algún intento de comedia screwball, pues la postura adoptada suele ser grotescamente machista, incluso para su época, algo que queda perfectamente reflejado en el relato que da título al conjunto (que, por cierto, se publicó originalmente en Playboy).

pilgrimage_earth

En otras ocasiones, quizás con más acierto, los dardos de Sheckley van dirigidos contra prácticas laborales o empresariales (también bastante desfasadas), donde además se busca la banalización de la aventura espacial. Los protagonistas ya no son héroes, soldados o exploradores, sino repartidores, comerciales, publicistas… hombres de a pie, enfrentados a tareas rutinarias que se complican más de la cuenta por azares caprichosos, por su propia estupidez o por ambos factores, combinados para llevar la farsa a sus últimas consecuencias. El problema es que incluso en esto los textos se encuentran muy por detrás de la obra de autores contemporáneos como Alfred Bester o el dúo Kornbluth/Pohl, y no solo resultan poco atrevidos, sino también tremendamente previsibles cuando se leen de corrido (quizás en su publicación original en las páginas de Galaxy, en medio de otros muchos enfoques, esta aproximación iconoclasta resultara más refrescante).

Otra característica destacable es su absoluto desprecio por el más elemental rigor científico (incluso teniendo en cuenta el estado de conocimientos contemporáneo), con viajes interplanetarios que se llevan a cabo en cuestión de horas, comunicaciones por radio instantáneas a lo largo y ancho del Sistema Solar o inventos mágicos que ni se esfuerza por justificar. Todo ello, en realidad, refuerza la impresión de absurdo, poniendo de manifiesto tanto un cambio demográfico en el público objetivo (que cada vez era menos juvenil por la competencia de otros entretenimientos como el cómic) como la «pérdida de la inocencia» y el optimismo tecnófilo que se fue verificando desde el final de la Segunda Guerra Mundial y a medida que se iba consolidando la Guerra Fría.

pilgrimage_earth2

Por desgracia, estas características, que pudieron ser chocantes en su momento, ahora provocan el efecto exactamente opuesto, antojándose el humor como un tanto facilón y confiriendo al conjunto un aura perezosa y adolescente que apenas logran romper dos o tres cuentos, como «Mala medicina» (que apunta claramente contra el psicoanálisis), «Protección» (¿Riéndose quizás de las aseguradoras?) o «La carga del hombre humano» (que ya desde el título se ríe, a su modo, de los sentimientos de superioridad racial o de género, aunque de nuevo el paso del tiempo no le ha sentado nada bien e incluso podría percibirse hoy en día de un modo muy diferente).

¿Leer «Peregrinación a la Tierra» resulta pues una experiencia terrible? Pues supongo que depende del nivel de tolerancia hacia la liviandad y de la capacidad de contextualizar (es, siempre, muy importante mirar la fecha de publicación). Al menos, los cuentos se leen con facilidad, aunque tengo la sospecha de que son de los que se olvidan igual de rápido. Hay mejores compilaciones de esta década, incluso mejores recopilaciones del propio Sheckley, así que no la etiquetaría en modo alguno como una prioridad.

pilgrimage_earth3

Como curiosidad, los dos últimos relatos («Un viaje de placer» y «El motín del bote salvavidas») pertenecen a una de las escasas series de Robert Sheckley, la de la empresa AAA Ace de los emprendedores Richard Gregor y Frank Arnold, que al igual que Mike Donovan y Gregory Powell en las historias de «Yo, robot» de Asimov (de quienes posiblemente sean una parodia) se ven envueltos en diversos líos que tienen que ver con dificultades técnicas surgidas en los negocios que abordan (fueron ocho cuentos, casi todos ellos publicados entre 1954 y 1956, que nunca llegaron a ser recopilados conjuntamente en una edición oficial).

Os dejo con dos opiniones absolutamente divergentes, pero tan breves que no las veo merecedoras de mi habitual sección de «Otras opiniones». Por un lado, tenéis la perspectiva positiva de Tendero digital en Changlonet. Por otro, la muy negativa de Das Bücherregal.

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

The freeze-frame revolution (The Sunflower Cycle)

•abril 11, 2024 • 1 comentario

El año 2009 Peter Watts publicó en The New Spae Opera 2, una antología de Gardner Dozois y Jonathan Strahan, el relato largo «La isla» («The island»), que a la postre se convirtió en el único de los grandes premios del autor, al alzarse al año siguiente con el premio Hugo de novelette.

La historia se ambientaba a bordo de la nave Eriophora, un asteroide de unos cien kilómetros en cuyo centro se ubica un agujero negro artificial que le proporciona gravedad (con un gradiente acusado), propulsión (aunque la aceleración inicial hasta su velocidad de crucero de 0.2c se llevó a cabo con motores newtonianos) y la capacidad de cultivar microsingularidades para llevar a cabo su función principal, que consiste en recorrer la Vía Láctea enhebrando portales de agujeros de gusano. La misión está gobernada por Chimp, una inteligencia artificial (no tan sofisticada como la humana, para que carezca de la imaginación necesaria para apartarse de los objetivos establecidos), que cuenta con 30.000 tripulantes (las ‘sporas, de «Diáspora») que se pasan la mayor parte del tiempo en estasis profunda, siendo despertados en pequeños grupos (tribus) cuando ocasionalmente una construcción se presenta especialmente compleja y Chimp determina que es necesario contar con un respaldo creativo.

freeze_frame_revolution

«La isla» constituye a día de hoy la historia más distante en el tiempo de lo que se viene configurando como el Ciclo Sunflower (quizás por la disposición de las pipas en una flor de girasol). Han transcurrido millones de años (posiblemente cientos de millones de años, quizás miles). Nunca se recibió a través de un portal recién abierto la orden de concluir la misión. De hecho, todo lo que ha salido jamás por ellos son monstruos cuyo único objetivo es atacar a la Eriophora, nadie sabe si son aquello en lo que se ha transformado la humanidad o alienígenas que han descubierto la red y la utilizan para sus inextricables fines. Así que Chimp sigue adelante, en medio de un descontento creciente en su tripulación humana que, de todas formas, tan solo está activa por escasos días cada vez, esparcidos entre milenios, en grupos inconexos en continuo cambio.

El punto de vista de la serie recae en Sunday Ahzmundin, que en «La isla» es revivida (descongelada) para enfrentarse a una incidencia inédita, la presencia de un organismo inteligente (el primero con el que jamás han entrado en comunicación, aparte de la dinámica depredador-presa), una esfera Dyson orgánica. Al mismo tiempo que se enfrenta a la cabezonería idiota de Chimp por atenerse a los parámetros de la misión, sin importar el daño que pueda producir a esa extraña y majestuosa vida, tiene que lidiar con Dix, un supuesto hijo del que no sabía nada, que ha sido criado en completo aislamiento de cualquier interacción humana.

eriophora

El propósito confeso de Watts al escribir «La isla» era producir una serie de narraciones independientes pero interconectadas, a ejemplo de «Accelerando» de Charles Stross, que además pudieran servir de inspiración para la creación de un videojuego (alentado por su colaboración con Crytek en «Crysis 2», escrito por Richard Morgan, juego del que publicó una novelización, «Crysis: Legion» en 2011). Así, en 2014 publicó otros dos relatos: «Hotshot» en la antología Reach for Infinity (de nuevo de Jonathan Strahan) y «Giants» en Clarkesworld Magazine.

«Hotshot» se ambienta justo al principio de toda la odisea, unos cien años a partir de nuestro presente, cuando las ‘sporas se están preparando para embarcar por su propia voluntad en la Eriophora. Sunday, es una de los candidatos más críticos. Pese a que han sido concebidos artificialmente y criados con el propósito único de participar en la misión (una misión que posiblemente no va a salvar una Tierra ya condenada), se ha mostrado siempre rebelde, reacia a aceptar un libre albedrío que sabe falso (un tema que podemos encontrar también en «Echopraxia«). Así que, finalmente, se apunta a un zambullida en la propia heliosfera, donde los brutales campos magnéticos aniquilarán la tiranía determinista de la acción-reacción y podrá experimentar, aunque sea brevemente, auténtica libertad de pensamiento.

freeze_frame_revolution_Sunflower

Por su parte, «Giants» presenta otra crisis de construcción (en la que no participa Sunday), donde la Eriophora se ve obligada a zambullirse entre una enana roja y un planeta gigante helado que está siendo devorado por su estrella. Durante el tránsito, los viajeros experimentarán (o no) un encuentro violento con lo que podría ser la más extraña de las formas de vida (basada en plasma, de acuerdo con las investigaciones de Mircea Sanduloviciu y su equipo en universidad de Cuza en Rumania). Son dos cuentos extraordinarios (mejores, en mi opinión, que «La isla»), que ahondan en los temas, misterios y posibilidades del Ciclo Sunflower.

Por último, en 2018 se publicó la historia más extensa (y la única que ha visto por ahora una publicación física independiente propia), la novela o novela corta (por mil palabras cruza el límite oficioso de las 40.000, aunque el propio autor la considera novela corta) «The freeze-frame revolution», que se posiciona cronológicamente en segundo lugar del ciclo, unos 65 millones de años después del inicio de la misión, cuando la Eriophora lleva ya dos o tres revoluciones en torno al núcleo galáctico y ha construido cientos de miles de portales, sin que haya atisbo alguno de que vaya a interrumpirse la misión.

EriophoraGravMap

Esta es la narración en la que Sunday adquiere mayor protagonismo, pues seguimos su periplo filosófico desde simpatizante de Chimp hasta miembro activo de un motín en su contra, que tiene que enfrentarse a obstáculos extraordinarios (como, por ejemplo, que todas las actividades de las ‘sporas están monitorizadas a través de una conexión neural con los sistemas de la nave… por no hablar de los magros períodos de actividad esparcidos aleatoriamente a través de los milenios). En el fondo, se trata de nuevo de una lucha por el libre albedrío (signifique eso lo que signifique), aunque sorprendentemente, pese al transhumanismo extremo de la propuesta y habida cuenta de lo demostrado anteriormente por Peter Watts, nos encontramos con unos personajes profundamente humanos y con un estilo narrativo mucho más rico y literario de lo que nos tenía acostumbrados el autor canadiense (una deficiencia que llegaba a ser un obstáculo para el disfrute de obras anteriores).

«The freeze-frame revolution» no presenta quizás la especulación más apabullante de Watts (eso sigue siendo dominio de la secuencia Firefall), pero sí que podría constituir perfectamente su obra más madura, reflexiva y completa, en la que sin abandonar completamente su pesimismo crónico, sí que deja abierta una ventana a la esperanza. Por una vez, podemos identificarnos con los protagonistas de sus historias, sin tener que renunciar por ello a esa ambientación ultra-hard que constituye su seña de identidad.

tiempo_profundo

Es por ello una auténtica lástima que el proyecto parezca encontrarse en stand-by. Aquel mismo 2018 Watts presentó online un pequeño avance de un nuevo cuento, «Hitchhiker» y en 2021, en su blog, apareció otro breve fragmento titulado «Strategic retreat»  (por cierto, podéis encontrar de forma gratuita «»The island», «Hotshot» y «Giants», junto con muchos otros textos, incluyendo novelas completas, en la sección The Backlist de su página oficial). Ambas historias se situarían hacia el extremo distal de la secuencia tal y como está desarrollada hasta el momento.

¿Completará en algún momento el proyecto? Hace seis años que Peter Watts parece haber reducido sensiblemente su producción, limitándola a algún que otro relato suelto, y es una auténtica pena, porque si «The freeze-frame revolution» es un buen ejemplo de la evolución de su estilo, podríamos estar perdiéndonos auténticas maravillas. Hoy por hoy, tenemos que contentarnos con un Ciclo truncado y no enteramente congruente (hay referencias cruzadas, pero el que historias cronológicamente posteriores se escribieran antes provoca alguna que otra discrepancia), que además toca armar por tu cuenta. Para quienes deseen realizar una lectura siguiendo la cronología interna, los textos se dispondrían según esta secuencia: «Hotshot», «The freeze-frame revolution», «Giants» y «The island».

ad_astra_watts

De todo ello, solo tenemos traducido al español «La isla», que puede encontrarse en el número 52 de la revista argentina Cuásar, en la antología electrónica (ya descatalogada) «Ad Astra» de Fata Libelli y en el volumen «Tiempo profundo» de Alamut.

Otras opiniones (de «The freeze-frame revolution»):

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

The riddle-master of Hed (Maestro de enigmas)

•abril 4, 2024 • Deja un comentario

En 1976, tras consagrarse como una de las nuevas voces más prominentes de la fantasía gracias a la victoria de «Las bestias olvidadas de Eld» en los World Fantasy Awards de 1975, Patricia McKillip abordó su proyecto más ambicioso y la única trilogía que escribiría, la del Juego de Enigmas, iniciada con «Maestro de enigmas» («The riddle-Master of Hed»).

maestro_enigmas

El protagonista de la primera novela es el príncipe Morgon, gobernante de la humilde región agrícola de Hed. En el mundo imaginado por McKillip, los gobernantes poseen un sentido especial que los vincula con cada accidente geográfico, planta y animal de su tierra, reforzando así un sistema feudal, en el que la legitimidad proviene del Altísimo (gobernante místico de todo el territorio) y se transfiere al heredero designado tras la muerte (o desposesión) del príncipe (o rey, o morgol… el título varía) precedente. Recientemente, sin decírselo a nadie, ha participado en un duelo de enigmas con un fantasma en una torre encantada, ganando con ello una corona, aunque su motivación no iba más a allá de enfrentarse a un desafío que había acabado con la vida de tantos otros antes de él.

riddle_master5

La oportuna visita de Deth, el longevo arpista del Altísimo, le informa de que el rey de An había jurado entregar a su hija Readerle en matrimonio a quien le llevara la corona, de modo que, con ciertas dudas, emprende el viaje hacia An. El destino, sin embargo, se interpone en su camino y una tormenta repentina hace naufragar el barco en que navega (como pocos meses antes ocurrió con sus padres) y Morgon, privado inicialmente de la memoria y la capacidad del habla, comienza un periplo por los distintos reinos bajo el poder del Altísimo en busca de la respuesta a varios enigmas: ¿Quién es él realmente? ¿Por qué se ha convertido en el blanco de diversas fuerzas mágicas, en especial un grupo de cambiaformas, que pretenden atentar contra su vida? ¿Qué relación hay entre las tres estrellas de su rostro y las grabadas en un arpa, construida cientos de años atrás y de la que solo él es capaz de arrancar notas? ¿Qué ocurrió mil años atrás con los magos? ¿Cuál es la identidad de Ghisteslwchlohm, el poder que parece estar detrás de toda esa conjura?

riddle_master

Morgon, el héroe reluctante, anhela en todo momento renunciar a ese sino que lo empuja hacia el conflicto. Su sueño es volver a Hed, a sus simples preocupaciones campesinas, pero una red de enigmas y secretos ancestrales lo envuelve sin permitirle la escapatoria. Su única opción parece ser viajar hasta la corte del Altísimo, en la montaña Erlenstar del lejano norte, y obtener de él respuesta a todos sus interrogantes. Así, aunque se resiste a cada paso, va acercándose reino a reino a su destino, obteniendo por el camino la ayuda de los gobernantes (a veces en forma de nuevas habilidades), entrando en posesión de nuevos objetos mágicos que lo involucran cada vez más en una trama concebida siglos antes de su nacimiento y sufriendo un torpe ataque tras otro por parte de los misteriosos cambiaformas.

riddle_master3

En realidad, no hay mucho más en la novela. Una vez establecido el conflicto, no es más que una serie de iteraciones que siguen el mismo guion: Morgon llega a un nuevo reino, conoce al gobernante, hablan mucho, obtiene un nuevo conocimiento, o un nuevo poder o un nuevo artefacto, decide que quiere volverse a Hed, pero… algo ocurre que lo encamina de nuevo al encuentro de su destino. Así una y otra y otra vez… y, personalmente, no encuentro los distintos escenarios lo suficientemente únicos como para sostener la narrativa, de modo que aunque es un libro bastante corto, se me ha hecho eterno. Por otro lado, el concepto de «enigma» que maneja me resulta cuando menos confuso. Al parecer, «enigma» en el contexto de la historia es cualquier pregunta sin respuesta. Resulta un término tan vago, que cualquier incógnita puede ser un enigma y como resultado algo que, de acuerdo con el título, debería constituir el eje central o al menos el elemento diferenciador de la serie pierde su sentido.

riddle_master4

Pese a que la propia autora sostenía que Juego de Enigmas se inspiraba en la obra de Tolkien, esto se refleja más en la estructura y en cierta exaltación de la humildad (aunque, personalmente, considerar a Morgon, con sus múltiples habilidades ocultas y siendo un gobernante poseedor del dominio de la tierra, humilde no sería el adjetivo que le adjudicaría). La fantasía de McKillip es más feérica, más céltica (y, extrañamente, más afín a la visión de un autor como Miyazaki). Otros comentarios alaban la escritura y destacan el estilo como el auténtico punto fuerte de la novela, pero a mí no me ha llegado en ese sentido. No sé si es porque no conecto con McKillip (algo similar me ocurre con «Las olvidadas bestias de Eld», o si se debe a que la traducción (de Carlos Gardini) mejora el estilo (yo la he leído en su idioma original y no me ha resultado especialmente encomiable).

riddle_master2

En 1977 se publicó su secuela, «Heredera del mar y del fuego», en la que el protagonismo se traslada a la princesa Readerle, que parte de An a la búsqueda de lo que le ha podido ocurrir a su virtual prometido. Por último, en 1979, «Arpista en el viento» reunió a ambos, Readerle y Morgon, en la conclusión de la trilogía, que cosechó los frutos de toda la serie al alzarse con el premio Locus y ser finalista del Hugo, World Fantasy y British Fantasy. «Maestro de enigmas», por su parte, aunque no recibió mucho reconocimiento en su momento, ha acabado figurando en varias listas de los mejores libros de fantasía, en particular en las encuestas de Locus al respecto de 1987 y 1998.

Otras opiniones:

Otras obras de la misma autora reseñadas en Rescepto:

La máquina de escribir

•marzo 28, 2024 • 1 comentario

Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, uno de los usos de la fantasía fue como recurso en historias humorísticas. El elemento fantástico proporcionaba ese distanciamiento necesario para que funcionara la sátira, una aproximación de la que tal vez fue precursor Lewis Carroll a través del absurdo («Alicia en el País de las Maravillas«, 1865), aunque ese empleo se puede remontar a la obra de autores como Rudolf Erich Raspe («Las aventuras del barón de Munchausen», 1785), Jonathan Swift («Los viajes de Gulliver», 1726) o François Rabelais (las aventuras de Gargantúa y Pantagruel, 1532-1564), y así hasta las sátiras romanas, con Luciano de Samósata a la cabeza («Historia verdadera«). 

maquina_escribir

En este periodo específico, ese humor arropado (y validado) por la fantasía adquirió un marcado carácter social y político. Así, tenemos autores como F. Anstey («Vice versa», 1882), James Branch Cabell («Jurgen, una comedia de justicia«, 1919) o Thorne Smith («The night life of the gods«, 1931), que se especializaron en el arte de lanzar dardos certeros entre sonrisas. Uno de los autores más populares adscritos a esta tendencia, hoy prácticamente olvidado, fue John Kendrick Bangs (en una labor que compaginó con una exitosa carrera como editor en Life y más tarde para Harper).

Tal fue su impacto que incluso llegó a prestar su nombre a todo un subgénero, la fantasía bangsiana, cuya definición se deriva de su obra más significativa, la serie de los Espectros Asociados (Associated Shades) que inició en 1895 con «A house-boat on the Styx».

Enchanted_typewriter3

La premisa de este título es bastante simple, pero aun así, cargada de posibilidades: ¿Y si pudiéramos reunir en la misma habitación a cualesquiera personajes ya fallecidos (Bonaparte, Julio César, Shakespeare, Confuncio…), para deleitarnos con su imposible interacción? Tras el éxito de aquel primer experimento (conformado por doce capítulos breves y sin otra conexión entre ellos que la premisa de partida), Bangs publicó en 1897 una segunda entrega, «The pursuit of the house-boat»; en 1899 la tercera, «La máquina de escribir» («The enchanted typewriter»); y, finalmente, en 1901 «Mr. Munchausen» (teniendo estas como único narrador al famoso barón, que ya está presente en las recopilaciones precedentes).

Los diez relatos que componen «La máquina de escribir» se publicaron inicialmente en Harper’s Weekly, acompañadas por ilustraciones de Peter Newell que luego también se incluirían en la edición en formato de libro. La historia parte de la premisa de que el autor (el propio Bangs), tras encontrar en su desván y reparar una vieja máquina de escribir, se encuentra con que desde el Hades alguien pretende usarla para editar un periódico dominical. Pronto se establece una buena relación entre Bangs y este espectro (James Boswell, autor de la biografía definitiva sobre Samuel Jonhson que en esa época gozaba de un absoluto descrédito), llegando incluso a colaborar en diversos negocios.

peter-newell-enchanted_typewriter

Cada entrega, el autor inventa algo nuevo, como cuando transcribe un artículo del Barón Munchausen (la imagen precedente es de Newell, para un libro de Bangs, pero pertenece a «Mr. Munchausen») que denuncia la apropiación indebida de sus hazañas por parte de tres «estafadores» (Adán, Jonás y Shakespeare); o cuando la esposa de Sócrates, Jantipa, se apropia de la redacción del periódico aprovechando que Boswell está fuera de circulación acusado de difamación (algo que usa Bangs para tratar sobre el tema de la «Nueva Mujer»… burlándose de forma tan sutil que aún no estoy seguro de si estaba a su favor o en su contra); o cuando organizan el primer servicio de visitas interplanar de la historia.

Otra novedad, al menos con respecto a la primera entrega, es que aparte de utilizar la semblanza de fallecidos reales (en general, de forma poco halagadora), añade la posibilidad de que existan también los espectros de personajes de ficción. Así, uno de los capítulos, por ejemplo, constituye una parodia de Sherlock Holmes (que por esas fechas estaba «muerto», pues la edición media entre 1893, cuando el detective se sacrifica aparentemente en «El problema final», y 1903, cuando Doyle lo «resucitó» en los cuentos que componen «El regreso de Sherlock Holmes… curiosamente el mismo título del capítulo de «La máquina de escribir» que protagoniza).

Enchanted_typewriter

Por último, con el anuncio de la popularización del golf en Hades (al parecer, en esa época también se estaba popularizando en los EE.UU.), la comunicación se interrumpe, presumiblemente por la desestructuración social que tal evento provoca, incluso en la otra vida.

El humor es un tema delicado, que no siempre se traslada bien entre culturas distantes (y ciento veinticinco años suponen una distancia considerable). ¿Sigue siendo válido el humor de «La máquina de escribir»? Diría que sí y no. Se nota que hay muchas referencias a asuntos contemporáneos que más de un siglo después se nos escapan por completo. Otros gags, que se apoyan más en el absurdo, siguen funcionando razonablemente bien, y allí donde la referencia ha mantenido su vigencia (la parodia de Holmes), podemos constatar cuál pudo ser el impacto pleno del ingenio de Bangs… del que hoy en día queda una sombra.

Enchanted_typewriter2

Eso no quiere decir que se lea con desagrado. «La máquina de escribir» supone una lectura ágil, pero se nota que sus mejores pullas iban dirigidas a unos blancos de los que nos separan varias generaciones y a lo que ha sobrevivido le falta mordiente. Sin embargo, aunque el prototipo hay quedado un poco anticuado, su ejemplo siguió inspirando a otros autores y la fantasía bangsiana sigue viva (aunque la mayoría no sabría nombrarla). Así, en 1971 Philip José Farmer se apropió del concepto para lanzar su serie del Mundo del Río (con «A vuestros cuerpos dispersos«), en 1976 Larry Niven y Jerry Pournelle publicaron «Inferno» y a partir de 1986 Janet Morris coordinó el universo compartido de Heroes in Hell (dentro del cual Robert Silverberg ganó un Hugo por «Gilgamesh in the outback»). Incluso la metaficción de Jasper Fforde («El caso Jane Eyre«, 2001), como queda de manifiesto con la reutilización de personajes de ficción, podría tener en Bangs su lejana inspiración. Lo único que tal vez sería de lamentar es que no contemos en castellano con el inicio de la serie, donde quizás el concepto se muestra de forma más pura.

Los libros de John Kendrick Bangs están ya en dominio público y, si os interesa, podéis descargar del Proyecto Gutenberg el ebook de «The enchanted typewriter».

El mesías de Dune

•marzo 21, 2024 • Deja un comentario

Aunque partes del libro ya estaban escritas en 1965, cuando se publicó «Dune«, Frank Herbert tardó cuatro años en sacar su secuela, «El mesías de Dune» («Dune Messiah»), serializada primero en los números de junio a noviembre de 1969 de Galaxy e inmediatamente publicada en formato de libro por Putnam’s Sons. La razón de esta tardanza podría residir en la presión dar continuación a un éxito tan monumental que cambió el propio mercado de la ciencia ficción (algo a lo que el autor alude sesgadamente en un breve preámbulo).

La acción de la novela se inicia doce años después de la victoria de los fremen de Paul Atreides sobre el ejército combinado del emperador y los Harkonnen ante los muros de Arrakeen, obteniendo con ello el control, cuando menos nominal, sobre el Imperio. Durante todo ese tiempo se ha venido desarrollando la Jihad, que ha extendido de forma efectiva el control de Muad’dib por todos los mundos humanos, al tiempo que ha difundido la religión que lo encumbra, junto con su hermana Alia (la Abominación, Reverenda Madre autoconsciente desde antes de su nacimiento), a una posición casi divina.

dune_Messiah2

Aunque el poder militar de los Atreides es incontestable, eso no ha detenido las confabulaciones en su contra. La que atañe a la trama de la novela se inicia con la conjura entre cuatro de los poderes sometidos: la Bene Gesserit (representada por la Reverenda Madre Gaius Helen Mohiam), la depuesta casa Corrino y por extensión el antiguo orden del Landsraad (representada por la princesa consorte Irulan), la Cofradía Espacial (que aporta un navegante, cuyas propias capacidades prescientes han de servir para esconder el complot a la visión del emperador, pues todos los agentes prescientes son incapaces de verse mutuamente) y un nuevo actor dentro del entramado del universo de Herbert, la Bene Tleixau (expertos en tecnologías que rozan lo prohibido y creadores, entre otros fenómenos, de los danzarines rostro, o individuos capaces de adoptar cualquier apariencia).

mesias_dune2

Paul, por su parte, está más preocupado por la tremenda carga personal que le suponen las masacres realizadas en su nombre. La presciencia que ha adquirido como kwisatz haderach constituye una trampa de la que no puede escapar, pues abre ante él infinitos caminos, en todos los cuales la Jihad sigue aplastando inmisericorde a los no creyentes, una realidad que cada vez le resulta más insoportable. Así, bajo el principio de que el auténtico poder solo puede ser derrotado por sí mismo, la conjura pretende exacerbar este sentimiento de culpabilidad, para lo cual hacen entrega al emperador de un regalo envenenado: Duncan Idaho, su mentor y amigo, recuperado de entre los muertos por medio de la tecnología tleixau como el ghola (algo parecido a un clon, aunque con ecos de su antigua personalidad) Hayt.

dune_Messiah4

Allí donde «Dune» constituía la crónica de un enfrentamiento armado entre grandes casas por el control de un recurso crucial, la especia, su secuela se aparta por completo de la épica, tanto literal como filosóficamente, para mostrar la caída de un mesías renuente, un hombre que rechaza con todas sus fuerzas su propia deificación. En medio de una espesa trama de conspiraciones (y de conspiraciones dentro de las conspiraciones), se plantea el gran tema del arco dramático de Paul Atreides: la delgada (quizás inexistente) línea entre el mesías y el tirano, con diversas subtramas que radian de ese núcleo, como la búsqueda de un heredero imperial (y de la perpetuación de la línea genética Atreides), el desengaño de parte de los fremen ante la transformación irreversible de su estilo de vida tradicional o el intento de diversos agentes por romper con el monopolio de la especia.

mesias_dune3

Temas no faltaban para hacer interesante la novela. Por desgracia, Herbert hizo uso de la que quizás sea la peor estrategia narrativa posible, pues casi toda la historia se nos cuenta a través de diálogos interminables entre diversos interlocutores que no cejan en su empeño de hablar entre líneas, mentir y filosofar, dando a su verborrea una apariencia de profundidad a base de pura actitud. Porque, y esto es cierto para todo el universo de Dune, la complejidad es siempre más aparente que real, al igual que la supuesta inteligencia superior de los personajes (hay pocas cosas más difíciles que escribir un personaje realmente inteligente). A poco que se analice, la conjura es trivial y depende en exceso de axiomas muy convenientes, que funcionan, como la presciencia, porque el autor así lo dispone.

dune_Messiah3

De toda formas, lo que de verdad diferencia a «El mesías de Dune» de su predecesora es que carece de las escenas espectaculares que deberían servir de contrapeso a tanta pretenciosidad. No hay cabalgatas a lomos de gusanos de arena, no hay combates (ni individuales, ni masivos), ni siquiera hay viajes (el único desplazamiento, ya casi al final de la historia, se nos escamotea por medio de una elipsis). Lo más parecido a una escena de acción es una pugna entre Alia y un robot de entrenamiento.  Todo ello provoca un desequilibrio, que hubiera obligado a un control férreo sobre una tensión política que, simplemente, no se sostiene (sobre todo, hay un momento, hacia los dos tercios de la novela, en el que todo parece precipitarse de forma absolutamente arbitraria hasta el final). Cabría añadir que estas deficiencias son más acusadas a poco que se tenga familiaridad con otros géneros que la novela roza, como son el drama de espías o el policíaco.

dune_Messiah5

Quizás por esa razón, y también por su contenida longitud en comparación con el resto de títulos de la serie, «El mesías de Dune» se percibe un poco como una obra puente, casi más un epílogo sobredimensionado que permite cerrar (más o menos) el arco de Paul Atreides, antes de pasar el relevo a Leto II. En cierto sentido, es fundamental para transmitir el mensaje antimesiánico de Herbert, pero también es un escollo necesario en el camino de «Dune» a «Hijos de Dune», que aún tardaría otros siete años en ver la luz.

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

Monje y robot

•marzo 14, 2024 • 4 comentarios

La ciencia ficción es un género que proyecta (generalmente hacia el futuro) los miedos y las esperanzas del presente. Esto es cierto para cualquier título, desde el más técnico al más aventurero, pero hay algunos en los que es especialmente cierto; en los que, de hecho, se convierte en el eje central y en ocasiones único, y esto es algo que es especialmente prevalente en la ciencia ficción (y la fantasía) de la última década.

De entre los escritores que mejor ejemplifican esta tendencia, quizás la más prototípica sea Becky Chambers, quien se dio a conocer en 2014 con «El largo viaje a un pequeño planeta iracundo«, la primera entrega de la aventuras de la Peregrina y su tripulación. Se trataba de una space opera a la que se ha acusado, y con razón, de no contar nada ni ir realmente a ninguna parte, pero es que eso no podía importarle menos a la autora. El foco dramático no es objetivo, sino puramente subjetivo. Era una plasmación de deseos, una fantasía de autorrealización (como casi siempre ha sido la space opera) que ponía en foco en los anhelos de una generación muy específica, la de Chambers, los milenials.

monje_robot

Otra tendencia que se puso de manifiesto por esa fechas, después del abuso de la distopía juvenil que caracterizó la década precedente, fue la búsqueda (anhelo) de la esperanza, que se tradujo en el recién acuñado neologísmo del hopepunk (ahí queda ese oxímoron), diversificado a su vez en distintos subgéneros como el ecopunk, greenpunk o solarpunk (por la fuente principal de la energía, limpia y renovable, empleada como reacción contra miedos como el cambio climático).

En medio de todo este proceso, es totalmente comprensible que Tor pensara en Becky Chambers y le encargara en 2018 la escritura de una serie de novelas cortas (otra tendencia, que podemos encontrar en autoras como Martha Wells y sus diarios de Matabot o Seanan McGuire y su serie de los Niños Perdidos). Este encargo fructificó en 2020 con la primera historia de Monje y Robot, «Salmo por quienes se construyeron en la naturaleza» («A psalm for the wild-built»), seguida en 2021 por «Plegaria por la timidez de los árboles» («A player for de crown-shy»). Juntas (una empieza justo donde termina la anterior), conforman el volumen ómnibus «Monje y robot» (específico, por ahora, de la edición española en Crononauta, aunque también se han publicado por separado en catalán por Mai Mes).

psalm_wild_built

El protagonismo de la historia recae en Dex, une monje de Allalae que, cierto día, siente la necesidad de abandonar el convento y convertirse en une monje del té, iniciando así con su carromato una vida itinerante por los distintos pueblos de Panga, en donde ofrece infusiones, consejo y, sobre todo, compañía a quienes sienten la necesidad de cualquiera de las tres cosas. Tras los lógicos tropiezos iniciales, pronto domina su nueva tarea, pero por alguna razón eso no le basta, así que empieza a dar forma al plan de visitar un antiguo santuario, abandonado doscientos años antes en la mitad de la luna que los humanos reservaron para la naturaleza tras el desastroso final de la Era de las Fábricas.

Así, de camino a ese lugar del pasado, en medio de la naturaleza de nuevo salvaje, Dex se tropieza con Onfalina (con Motas Espléndidas), un robot.

Los caminos de los robots y de los humanos se separaron cuando los primeros cobraron autoconsciencia y fueron «liberados» de sus tareas, permitiéndoles integrarse en la mitad del mundo ajena a los humanos. Nadie había visto uno en dos siglos y de repente, ahí está Onfalina, con una pregunta: ¿Qué es lo que desean los humanos?

psalm-per-als-construits-en-terres-salvatges-becky-chambers

A partir de aquí y durante el resto de la primera novela corta y toda la segunda, se nos presenta la interacción entre Dex y Onfalina, mientras viajan hasta el santuario abandonado en pos de la necesidad inexplicable de le monje y luego de vuelta a la «civilización», donde la aparición de un robot provoca un enorme revuelo allí por donde les dos amigues pasan. De todas formas, como viene siendo la norma estos últimos años, el auténtico conflicto en ambos casos es interno, subjetivo, emocional… y milenial, muy, muy milenial.

No lo digo con ánimo peyorativo. Muy al contrario, pienso que eso tiene que ser la ciencia ficción, el reflejo de toda una generación, un género que cambia y se adapta para dar respuesta a las inquietudes de sus lectores, aprovechando el componente fantástico para expresar libremente, sin las ataduras que a veces impone el realismo, anhelos, miedos, esperanzas, deseos, traumas, alegrías, resquemores y expectativas. Eso sí, la percepción será diferente según el lector pertenezca a la misma cohorte generacional o no. En el primer caso, habrá, supongo, una identificación empática absoluta, una conexión profunda a nivel emocional. Para los demás (yo mismo soy de los últimos Gen X, algunos estudiosos nos llaman xennials, al entender que somos una microgeneración de transición), la experiencia será más distanciada y analítica (y puede que no siempre simpática, en el sentido de compartir cosmovisión).

prayer_crown_shy

Desde esa perspectiva un poco más externa, puedo apreciar subtemas como la importancia de la autoimagen identitaria, así como esa insatisfacción vital que surge de la contradicción entre una vida en la que no faltan las comodidades y la ausencia de un proyecto claro de futuro (la respuesta elusiva a esa pregunta de Onfalina: «¿Qué necesitas?»). La verdad es que sí puedo identificarme con algunas de esas inquietudes. Otras me resultan más ajenas, e incluso antipáticas (en Dex se percibe un egocentrismo brutal, en el sentido que todo parte y acaba en el yo; la identidad individual está por encima de cualquier otro condicionante grupal o comunitario).

Tampoco comparto ese optimismo que lo inunda todo y tiene un mucho de fe, porque nada se apunta del proceso, seguramente traumático, que condujo a la utopía (una utopía que me resulta, por cierto, muy poco creíble, tanto a nivel tecnológico como económico). De igual modo, se me atraganta un poco el lenguaje inclusivo. En español resulta muchísimo más disruptivo que en inglés (donde todo es cuestión de añadir unos pronombres) y se me hace artificioso y en ocasiones confuso (máxime cuando el empleo de «e» como terminación provoca casos de falso leísmo). Filosóficamente, además, no entiendo la necesidad y esa es, supongo, una de las diferencias intergeneracionales. Aun así, en el contexto de la obra es fundamental, porque es un ingrediente más de esa… podríamos llamarlo milenialidad. No sé si se impondrá o si será una moda pasajera, condenada a ser borrada por la siguiente generación, pero aquí y ahora es integral para transmitir fielmente el espíritu generacional.

pregaria-per-els-timids-com-els-arbres-becky-chambers

Para concluir, me gustaría apuntar que «Salmo por quienes se construyeron en la naturaleza» es quizás una novela corta más redonda, porque la visita al santuario abandonado proporciona un armazón narrativo más firme, no tan episódico. «Plegaría por la timidez de los árboles», sin embargo, me ha resultado más satisfactoria a nivel de subtexto, porque aborda a mi entender temas más profundos, como la necesidad de la transitoriedad (es decir, la justificación de la muerte) y por cómo es capaz de encontrar una metáfora perfecta (esa timidez de los árboles, que es el proceso natural por el que las copas en algunas especies no terminan de entrelazarse, sino que dejan una frontera bien delimitada, como si temieran tocarse) para la tensión entre el anhelo de individualidad y la necesidad de contacto que se haya en la base de la historia.

«Salmo por quienes se construyeron en la naturaleza» fue finalista del premio Nebula y Locus de novela corta y se alzó con el Hugo de la categoría, mientras que «Plegaría por la timidez de los árboles» repitió categoría de finalista en los Nebula y cosechó el premio Locus.

Otras opiniones:

Otras obras de la misma autora reseñadas en Rescepto:

Una educación mortal

•marzo 7, 2024 • 6 comentarios

En 2020 Naomi Novik dio inicio a una nueva serie, en principio orientada hacia el mercado juvenil, la trilogía de la Escolomancia, con «Una educación mortal» («A deadly education»).

Superficialmente, se trata de una más de las historias que últimamente proliferan, a la estela todavía de la serie de Harry Potter, sobre escuelas de magia. La diferencia radicaría en el carácter oscuro de la historia (que no necesariamente maligno). Algo de eso hay. De hecho, en muchos aspectos puede interpretarse «Una educación mortal» como una crítica a determinados aspectos de la creación de J. K. Rowling. Bajo eso, sin embargo, hay mucho más, como no podía ser de otra forma con una autora que ya lleva años demostrando su capacidad para entretejer significados adicionales en subgéneros aparentemente tópicos.

educacion_mortal

Para empezar, «Escolomancia» es un término que proviene del folclore rumano y antecede con mucho a las escuelas de magia de la fantasía moderna (cuyas primeras manifestaciones datan de la década de 1950). La Solomonărie era un supuesto enclave subterráneo de Transilvania en el que el diablo instruía a alrededor de diez estudiantes a la vez para convertirse en magos (solomonaris) y a la postre llegar a controlar el tiempo a lomos de dragones. Hacia finales del siglo XIX, esta tradición eslava fue divulgada en Alemania (donde se transformó en «Scholomance») y el Reino Unido (a tiempo de influir en Bram Stoker y ser referenciada en «Drácula«).

En la serie de Novik, la Escolomancia es una gigantesca escuela subterránea a donde son transportados los niños mágicos de todo el mundo al cumplir los catorce años (al menos los que tienen suerte). Allí, durante cuatro años, aprenderán las artes mágicas (hechizos, pociones y construcción de artefactos encantados), mientras se esfuerzan por sobrevivir ante una incesante sucesión de peligros que culminan el día de la graduación con una gran batalla contra monstruos que aguardan para comérselos. De normal, una cuarta parte de los alumnos no sobrevive para graduarse… y aun eso es preferible al cuarenta por ciento que moriría en el exterior durante esa etapa crítica de su vida, porque el mundo está repleto de maleficaria, criaturas cuyo único propósito es nutrirse del maná de los mágicamente adeptos.

Dentro de la escuela, además, no existen muchas normas. La existencia es una continua batalla por la supervivencia en primer lugar y por la adquisición de conocimientos y habilidades que aseguren la supervivencia posterior (e, idealmente, el reclutamiento por parte de algún enclave). Constituye una auténtica lucha darwiniana, en la que no faltan alianzas y frentes comunes, pero también egoísmos y traiciones. Si entras como parte de un grupo ya consolidado, genial, tus posibilidades son relativamente buenas. Si no, más vale que juegues bien tus cartas, porque el fracaso solo conlleva un resultado: la muerte.

scholomance-above-scaled

La protagonista de la historia es Galadriel (El según su propia preferencia), una chica de tercer año que no es precisamente de las más populares. De hecho, se ha ganado a pulso la fama de brusca, e incluso corren sospechas de que podría tratarse de una malefice (una bruja que obtiene el maná de matar a otros animales… o brujos). El no posee contactos. Su madre es una hippie galesa, muy bien considerada como sanadora, pero totalmente ajena a la política de los enclaves e incluso a la noción de cobrar por sus servicios. Su padre murió, sacrificándose durante su graduación para que su madre, embarazada de ella, pudiera huir; y la familia paterna, de un próspero enclave de la India, la ha repudiado porque veían en ella el potencial para convertirse en la mayor malefice de la historia.

Su vida, además, se complica cuando Orion Lake, el azote de la maleficaria y el favorito de todos en la escuela, la salva (sin tener en cuenta su opinión) del ataque de un devoralmas. Desde ese momento sus cuidadosos planes y estrategias se vendrán abajo, y se verá obligada a reaccionar, porque el fin de curso se acerca y luego solo restará un año para no solo integrar una alianza potente que le permita sobrevivir a la graduación, sino obtener el suficiente renombre (positivo) para que la consideren siquiera como candidata en algún enclave.

La novela se estructura en torno a dos ideas principales. La primera constituye una crítica a muchos de los tópicos recurrentes del subgénero de las escuelas de magia en general, con una subversión completa del concepto del Elegido. Porque El es una Elegida, sí, pero para causar la ruina del mundo. Su educación es una pelea constante por escoger el camino correcto, aunque su afinidad apunta invariablemente hacia el asesinato en masa. Por otro lado, el peligro en la Escolomancia es real y despiadado. El mundo que imagina Novik es cruel e implacable, y la estancia en la escuela supone tanto una lucha continua contra las adversidades como una competencia salvaje entre pares, lo que se traduce en un brutal rito de madurez de cuatro largos años.

deadly_education

Además, pronto empieza a manifestarse el otro subtexto de la obra, que es la denuncia de la brecha de clase en el plano educativo, de la desigualdad de oportunidades, del esfuerzo diferencial que una misma tarea exige a los que no cuentan con recursos, ni con redes familiares o influencia social, respecto a los privilegiados. La divisa del mundo mágico no es tanto el dinero como el maná, y la diferencia entre poseer cantidades poco menos que ilimitadas y tener que sacrificarte por obtener lo más básico es literalmente una cuestión de vida o muerte.

En torno a todo ello Naomi Novik estructura una historia de transformación y crecimiento personal, no solo por lo que respecta a la protagonista, sino en menor medida para con otros personajes, sobre todo los privilegiados, a los que enfrenta a la hipocresía de sus posturas y creencias. Por ejemplo, se comenta que la apertura de la Escolomancia a todos los magos no tuvo nada de altruista, sino que era la forma de asegurarse de que, ya que de todas formas iba a morir una cuarta parte de los estudiantes, el sacrificio recayera sobre todo en los «pobres».

De cualquier forma, dado que el punto de vista está absolutamente centrado en El (que es la narradora), el suyo es el camino más importante, y asistimos a sus torpes intentos por forjar algo que siempre le ha sido esquivo: una amistad (desde que despertaron sus poderes a los nueve años, su vida ha sido una constante lucha solitaria, aparentemente desesperada, por la supervivencia). Esto supone que es un personaje dañado, obligado a soportar la terrible presión de un destino funesto que jamás ha buscado y que la aliena incluso de sus supuestos iguales. Así pues, su triunfo resulta doblemente satisfactorio, porque se lo ha ganado a pulso. Eso sí, en la Escolomancia ningún logro es permanente… y le quedará un año entero antes de poder graduarse.

scholomance-cross-section

Para concluir, me gustaría mencionar otro detalle que me ha encantado de la novela y que, como no tiene mucho que ver con los temas de fondo, no había tocado todavía; y es que el concepto de la magia en este mundo es soft. Es decir, no hay ese sistema estricto que tan de moda se ha puesto, sino que funciona (o no) en base a parámetros subjetivos, mediante afinidades, por el influjo mismo de la creencia. Eso es algo que en estos momentos resulta hasta refrescante, porque la magia tiene que ser así: salvaje e imprevisible… como la vida misma.

En la parte negativa, he tenido la impresión de que la traducción flojea bastante en determinados momentos, hasta el punto de hacer confusas algunas escenas.

«Una educación mortal» obtuvo una nominación al premio Lodestar (que se entrega desde 2018 en paralelo con los Hugo a las mejores obras fantásticas juveniles… aunque la adscripción de esta novela a dicha categoría sería debatible). Es un premio que sí obtuvo la segunda entrega («El último graduado», 2021) y para la que de nuevo fue finalista la tercera y última («Los enclaves dorados», 2022).

Otras opiniones:

Otras obras de la misma autora reseñadas en Rescepto:

Proyecto Hail Mary

•marzo 1, 2024 • 1 comentario

Andy Weir era un programador que durante años fue presentando sus historias gratuitamente en su página web. Tras diversos textos que le brindaron cierta relevancia, en 2011 publicó por entregas su primera novela (aparte de un intento previo que no fructificó en su momento), «El marciano», una modernización del arquetipo de Robinson Crusoe, con un astronauta obligado a sobrevivir, solo y sin apenas suministros, en Marte durante meses. La buena acogida de este proyecto lo llevó a autoeditarlo como libro electrónico en Amazon, donde pronto escaló hasta lo más alto de las listas de ventas.

proyecto_hail_mary

Por aquellas fechas los sellos editoriales se mantenían al tanto de este tipo de fenómenos y Crown Publishing (un sello de Random House) le ofreció un contrato de edición tradicional, que fructificó en 2014, con un texto revisado. A partir de ahí llegó el éxito, que se materializó también en una adaptación cinematográfica, dirigida por Ridley Scott en 2015 que se convirtió en la décima película más taquillera del año, y cimentó la carrera literaria de Weir que ha producido hasta el momento otras dos novelas: «Artemisa» (2017) y «Proyecto Hail Mary» («Project Hail Mary, 2021).

Todas la novelas de Weir hasta la fecha se caracterizan por una ambientación similar (futuro cercano) y una atención cuidadosa para con los detalles técnicos, recuperando en cierta forma el espíritu de la ciencia ficción clásica. «Proyecto Hail Mary» parte de una premisa sugerente: la energía recibida del Sol ha empezado a decaer y, tras investigar el fenómeno, se descubren unos mircroorganismos, a los que se bautiza como astrófagos, que han establecido una conexión entre la estrella y Venus y que parecen ser los responsables de esta circunstancia potencialmente catastrófica. Lo que es más, los astrónomos determinan que en determinado radio, nuestras estrellas vecinas también han reducido en fechas recientes su luminosidad en un diez por ciento (algo que sería apocalíptico para la especie humana). Todas menos Tau Ceti.

project_hail_mary2

La única esperanza de la humanidad, por tanto, radica en descubrir la causa de esta anomalía y tratar de replicarla. El problema es que Tau Ceti se encuentra a doce años luz de la Tierra y nunca hemos viajado más lejos que nuestro satélite. Por fortuna, el estudio de los astrófagos abre de repente una ventana a los viajes a velocidades cercanas a la de la luz, lo que permitirá organizar una misión de exploración y salvación in extremis (de ahí el título de la novela, pues un pase Hail Mary o Ave María, en fútbol americano, es el que se efectúa a larga distancia y a la desesperada cuando un partido está a punto de terminar en derrota).

El protagonista y narrador de la historia es Ryland Grace, el especialista científico de la Hail Mary, quien despierta tras un coma inducido de cuatro años (subjetivos) para descubrirse solo en la nave. Sus dos compañeros, el comandante Yaó y la ingeniera Iliujina (el autor es extremadamente optimista con respecto al espíritu de colaboración internacional frente a la ordalía común) no han sobrevivido al viaje, así que se encuentra solo ante el mayor reto de la historia de la humanidad. No solo eso, sino que se ha despertado con amnesia, por lo que su primer desafío será recordar quién es, dónde está y qué se espera de él.

project_hail_mary4

Así, se articula la narración en dos líneas narrativas que se alternan. La primera, la de la misión en el sistema Tau Ceti, se desarrolla, en la misma línea que «El marciano», como una sucesión de desafíos científicos que Grace (y su sorprendente aliado) tendrán que superar para proporcionar siquiera una oportunidad a quienes se han quedado allá en casa. La segunda, constituye una serie de flashbacks, los recuerdos que van aflorando en la mente del astronauta, que dotan de contexto a la historia y detallan el modo en que se fue preparando la misión desde el momento en que se descubrieron los astrófagos.

El estilo de Weir es ágil y didáctico, tal vez demasiado didáctico para quienes gustan de un hard con un poco más de calado. Porque «Proyecto Hail Mary» la clasificaría como una novela hard pop, cuidadosamente diseñada para ser apta para todos los públicos, independientemente del nivel de conocimientos físicos, y eso es una diferencia con respecto a sus obvias antecesoras (las historias de exploración de Hal Clement primero y Robert L. Forward después). El contexto científico no constituye tanto un acertijo a resolver como un marco del que extraer legitimidad. Así pues, que nadie busque especulación sorprendente o giros conceptuales una vez planteada la premisa. La novela es aventura ingenieril; nada más… y nada menos.

project_hail_mary3

¿Quiere eso decir que no es recomendable? ¡En absoluto! Si no se le plantean exigencias que no puede o no quiere satisfacer, «Proyecto Hail Mary» es una novela de lo más entretenida, con un ritmo muy bien medido y el siempre fiable recurso de ir planteando al héroe un problema tras otro, para que los supere apelando a su ingenio (y, en muchas ocasiones, al comodín del ingeniero casi mágico). En ese sentido, es una historia modélica, que mantiene sin problemas el interés del lector.

Después ya podemos ponernos tiquismiquis con respecto a que la estructura es demasiado conveniente (es poco probable que los recuerdos vayan recuperándose en el estricto orden cronológico en que se disponen y dando la casualidad de que se entrelacen con tanta complementariedad con los acontecimientos en tiempo presente), o a que las respuestas a las grandes cuestiones planteadas tienen un pequeño tufillo a deus ex machina (ya ni entro en lo de que la biología «alienígena» no tiene ni pies ni cabeza, porque este tipo de historias nunca se han caracterizado por considerarla una ciencia al mismo nivel que la física u ocasionalmente la química). De buenas a primeras, sin embargo, Andy Weir es lo bastante hábil como para hacernos aparcar todas esas objeciones (si realmente está en nuestro ánimo plantearlas) y disfrutar del viaje.

project_hail_mary

A veces, todo lo que necesitas es una aventurilla agradable y poco exigente, pero que al mismo tiempo se tome la molestia de ofrecer un escenario razonablemente riguroso que enfrente al intelecto humano contra el impersonal desafío de un universo hostil.

«Proyecto Hail Mary» obtuvo una nominación a los premios Hugo, siendo derrotada por «A desolation called peace», de Arcaky Martine (segunda entrega de su serie del Imperio teixcalano, tras la también premiada «A memory called empire«). El resto de nominadas fueron «The galaxy and the ground within» de Becky Chambers (cuarta entrega de las aventuras de la Peregrina), «Light from uncommon stars» de Ryka Aoki, «El señor de los djinn» de P. Djèlí Clark (premio Nebula) y «Ella que Llegó a Ser el Sol» de Shelley Parker-Chan. De igual modo, se alzó con el premio Dragon de ciencia ficción de la Dragon Con (el segundo para el autor tras el cosechado por «Artemisa»).

Otras opiniones:

La máquina espacial

•febrero 20, 2024 • 6 comentarios

El pasado día 2 falleció, a los 80 años, el autor británico Christopher Priest.

Priest publicó su primer relato, «The run», en 1966 y pronto se profesionalizó, editando su primera novela, «Indoctrinario», en 1970, ampliamente considerada una obra inmadura. Mejor recepción cosechó con su segunda, la distopía «Fuga para una isla» (1972), aunque su consagración definitiva llegó en 1974 con «Un mundo invertido«, que le proporcionó su primer premio BSFA y su única nominación en novela al Hugo (fue uno de esos escritores británicos que nunca terminaron de conectar con el mercado estadounidense).

space_machine

A partir de ahí, desarrolló una larga e ilustre carrera, que le llevó a ganar otros cuatro BSFA (tres de novela y uno en ficción breve para la novela corta «Vagabundeos pálidos», que le valió también nominaciones al Hugo y al Locus y fue recopilada en la antología «Un verano infinito«. Fue precisamente esa novela corta que le da título la primera aparición en su obra de su escenario más paradigmático, el Archipiélago del Sueño, que apareció en seis narraciones breves antes de ser parte esencial de su novela «La afirmación» y a partir de ahí un elemento recurrente, si bien no exactamente coherente (la relación entre realidad y ficción es difusa en la obra de Priest) en libros como «El glamour» (1984), un puñado de relatos y tres novelas tardías que nunca han llegado a traducirse al español, incluyendo «The islanders» (2011), que le valió su último BSFA y el John W. Campbell Memorial.

Del resto de su obra, podrían destacarse «El prestigio», de 1996, ganadora del World Fantasy Award; «Experiencias extremas, S. A.» (1998, ganadora del BSFA); y «El último día de la guerra» (2002), que le valió los premios BSFA y Arthur C. Clarke.

maquina_espacial

Durante unas décadas fue un autor muy popular y reconocido en España (a todo lo anterior, se suma la edición de «Sueño programado», 1977). Desde hace veinte años, sin embargo, parece haber caído en el olvido. De hecho, sus siete últimas novelas (así como las tres novelizaciones que escribió, incluyendo la de «ExistenZ»), permanecen inéditas en nuestro idioma (desde el 2002, no hay nada nuevo suyo publicado en español).

En 1976 publicó su cuarta novela, «La máquina espacial» («The space machine»), que constituye hasta cierto punto una anomalía en su producción, pues se trata ante todo de un homenaje a su admirado maestro H. G. Wells. Así, el estilo y los temas habituales de Priest se pliegan en un ejercicio de imitación frente a los del autor de «La máquina del tiempo» (1895), novela directamente referenciada en el título (que debería haberse traducido más bien como «La máquina del espacio»), aunque en realidad la base principal de este ejercicio de nostalgia es más bien «La guerra de los mundos» (1898), de la que «La máquina espacial» constituye una suerte de paracuela (con elementos tomados de la anterior).

space_machine2

El protagonista y narrador de la historia es Edward Turnbull, un joven viajante de comercio que, por una serie de coincidencias, acaba invitado por parte de su secretaria, la señorita Amelia Fitzgibbon, a la residencia del famoso inventor Sir William Reynolds, que justo ha estado trabajando en un artilugio que volverá obsoletos los novedosos automóviles: una máquina capaz de viajar sin esfuerzo por todas las dimensiones, tanto del espacio como del tiempo.

Después de una noche de solaz alcohólico, a los dos jóvenes se les antoja una magnífica idea probar la susodicha máquina, con consecuencias desastrosas, pues al cabo de ciertas peripecias se ven abandonados sin medios de regresar en un ambiente extraño y hostil, que resulta ser un planeta Marte donde una humanidad hermana vive sojuzgada por terribles monstruos tentaculares, cuya avanzada tecnología se emplea casi exclusivamente en una eterna guerra fraticida que estarían más que dispuestos a exportar a sus incautos vecinos de sistema solar.

maquina_espacial2

Priest no trata tanto de actualizar la trama de «La guerra de los mundos», adecuándola a los conocimientos astronómicos de 1976 (algo que hubiera podido lograr a costa de sacrificar Marte como ubicación), como «parchear» el original, justificando el que seres alienígenas sean capaces de subsistir alimentándose de humanos (aunque, para hacerlo, incurre en nuevas incógnitas irresolubles, como el hecho de que tanto en la Tierra como en Marte vivan humanos de apariencia similar). Esta decisión, aunque tal vez más respetuosa con el original, también elimina casi todas las opciones de sorprender al lector, sobre todo a medida que la trama de la novela empieza a converger con las de Wells, y no estoy seguro de que los escasos apuntes originales (la ya mencionada existencia de marcianos humanos o la explicación superficial de cómo y con qué combustible funciona la máquina) basten para sostener por sí misma «La máquina espacial».

Otro detalle que me resulta decepcionante es que, pese a anunciarse en algunas ediciones como un retorno al romance científico de antaño, la paracuela de Priest carece de uno de los elementos definitorios de la obra de H. G. Wells. «La máquina del tiempo» no iba solo de un viajero (innominado en el original) que visita el futuro, sino que suponía una reflexión sobre la lucha de clases y una crítica al capitalismo industrial. De igual modo, «La guerra de los mundos» adoptaba una postura anticolonialista (o, cuando menos, cuestionaba la posición del todopoderoso Imperio Británico). «La máquina espacial», por el contrario, se contenta con desarrollar una trama, más preocupada por rellenar todas las casillas del cartón referencial que por transmitir ningún mensaje significativo dentro de su contexto histórico (no ayuda, tampoco, que el narrador sea un perfecto imbécil y un inútil).

space_machine3

Los homenajes son a veces armas de doble filo, y aunque muchos han intentado honrar así a Wells («Morlock night» de K. W. Jeter [1979], «Los pasajeros del tiempo» de Karl Alexander (1979), «Antihielo» de Stephen Baxter [1993], «Las naves del tiempo» de Stephen Baxter [1995] o «El mapa del tiempo» de Félix J. Palma [2008]), pocos han salido completamente triunfantes de la prueba (quizás el mejor homenaje que he leído sea la novela corta «El árbol de la saliva», de Brian Aldiss, de 1965).

Christopher_Priest

Christopher Priest (14 de julio de 1943 – 2 de febrero de 2024)

IN MEMORIAM

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto: