Un mundo invertido

En 1974 Christopher Priest publicó su tercera novela, la que lo convirtió en una de las grandes figuras de la ciencia ficción, especialmente en su Gran Bretaña natal, “Un mundo invertido” (“Inverted world”).

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Tras un pequeño prólogo que no cobra pleno significado hasta el final, la historia arranca con una de las frases de inicio más icónicas del género: “Había alcanzado las seiscientas cincuenta millas de edad”. De una forma tan simple, Priest influía en la percepción del lector, trasponiendo distancia por tiempo y planteando desde el mismo principio el núcleo filosófico de la historia.

Quien así nos habla es Helward Mann, un joven que, recién cumplida su mayoría de edad abandona el internado, donde se forman los niños de la ciudad, y está preparado para ingresar, como su padre, en uno de los gremios que controlan su destino, el de Futuro. Hasta ese momento es poco lo que sabe de su entorno. Solo que la ciudad, Tierra, lo es todo y que provienen de otra Tierra, una que orbitaba en torno a un sol redondo. Ahora, como aprendiz gremial, entrará en el conocimiento secreto sobre los cómos y los porqués… aunque ese no será un camino inmediato ni fácil.

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Primero, a las órdenes de un gremialista de Tracción, participará ignorante en el procedimiento destinado a hacer avanzar la ciudad por unas vías que se tienden incesantemente hacia el norte, desmontándose al sur cuando ya han sido usadas. Así, la ciudad se haya en movimiento perpetuo, idealmente a razón de una milla cada diez días, sin dejar que los accidentes del terreno frustren su propósito. Nada, ni siquiera grandes ríos o acantilados, pueden hacerlos cejar en su empeño, y cuando es necesario sortear un obstáculo de ese tipo, el gremio de Constructores de Puentes se encarga de la tarea.

El objetivo de todo ese trabajo es perseguir un misterioso Óptimo, que parece estar alejándose continuamente hacia el norte (aunque los gremialistas más experimentados afirman que es el terreno el que se aleja de él). En el momento en que inicia su aprendizaje, la ciudad se ha retrasado un puñado de millas del Óptimo y resulta prioritario recuperar el terreno. ¿Por qué? No pueden decírselo. Tendrá que descubrirlo cuando lo manden al sur, hacia el Pasado, para devolver a sus aldeas las mujeres que han acogido durante unos meses para darles hijas (porque la mujeres de la ciudad paren sobre todo hijos y siempre hay escasez de población femenina).

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Así, desde la perspectiva ignorante de Helward, Priest nos describe en unas pinceladas un mundo extraño, repleto de interrogantes. ¿Cuál es el origen de la ciudad? ¿Quiénes son los aldeanos con los que se tropiezan y por qué se hayan tan necesitados que están dispuestos a comerciar con sus mujeres? ¿Cuál es el misterio del Pasado que todos comentan entre susurros y por qué quienes viajan a Futuro parecen envejecer a mayor velocidad? Son cuestiones que si bien asedian a los aprendices, todavía más misteriosas resultan para los habitantes de la ciudad que no pertenecen a ningún gremio (todas las mujeres, por ejemplo), como la muchacha escogida como esposa de Helward, Verónica, que pondrá a prueba la firmeza de sus juramentos asediándolo a preguntas que no puede responder (en su mayor parte, porque carece de la respuesta).

No quisiera desvelar mucho más de la historia, porque gran parte del atractivo del libro reside en ir descubriendo sus secretos al ritmo que Priest ha dispuesto. Tan solo diré que el viaje al Pasado no decepciona y que dibuja una realidad fascinante, en la que la estructura gremial y el avance de la ciudad resultan plenamente justificados. Esa es la idea. Hasta ahí nos quiere llevar el autor, cuando en la cuarta parte de novela cambia el punto de vista y nos ofrece la narración desde la perspectiva de Elizabeth, una voluntaria inglesa que se halla presente en una de las aldeas a las que arriban los Comerciantes de Tierra.

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Desde su posición externa, se nos invita a revisar y cuestionar todo lo que hemos aprendido junto a Helward, llegando a hacernos considerar incluso lo impensable, que los terminadores (el grupo de habitantes de Tierra que se oponen al avance continuo, de los que Victoria se hace pronto un miembro destacado) podrían tener razón y que hay algo intrínsecamente erróneo en una tradición que, por otro lado, les ha permitido sobrevivir durante más de doscientos años. Una postura, por cierto, que pronto se verá reforzada, al ir avanzando la ciudad hacia el mayor obstáculo con el que jamás se ha tropezado, uno que los Constructores de Puentes tal vez no serán capaces de afrontar.

Así llega la resolución, y he de confesar que me ha decepcionado un poco, quizás porque trata de armar una explicación científica que no se sostiene a poco que la examines (queda, por ejemplo, la cuestión de la distorsión temporal que experimentan al viajar a Pasado y Futuro que, sin entrar en detalles, no es congruente con la hipótesis que se nos plantea). Esta cuestión me ha hecho más difícil contemplar la filosofía subyacente que en trabajos posteriores de Priest, en los que no se encadena tanto a una explicación (o tal vez debería decir una realidad) definida.

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Haciendo sin embargo un pequeño esfuerzo, puedo ver una crítica a una sociedad anclada a tradiciones y puntos de vista anticuados, una postura anticolonialista y, sobre todo, un fascinante examen del proceso de radicalización de una mente despierta e inquisitiva como la de Helward, quien va cayendo poco a poco en un pensamiento rígido y dogmático al plegarse a la lógica irrefutable de su entorno, sin parar mientes en la posibilidad de que todo ella parta de presupuestos incorrectos.

Paradójicamente, “Un mundo invertido” me ha parecido la novela más accesible de las que he leído de Priest, pero también la más decepcionante, porque no puedo evitar sentirme un poco engañado por una resolución que acaba apelando más a la magia que a la física (demasiadas revelaciones sacadas de la manga). El mundo que presenta, sin embargo, es fascinante, y tal vez sea suficiente para recomendar su lectura, aun para aquellos para quienes, como en mi caso (un caso minoritario, por lo que he podido apreciar) no encuentren satisfactoria (y me atrevería a decir que ni siquiera necesaria) la justificación.

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“Un mundo invertido” le supuso a Christopher Priest su primer British Science Fiction Award y también le valió su primera nominación al premio Hugo (y única hasta ahora en la categoría de novela), en un año que coronó a “Los desposeídos” de Ursula K. Le Guin, siendo el resto de finalistas Philip K. Dick con “Fluyan mis lágrimas, dijo el policía”, Poul Anderson con “Tiempo de fuego” y Larry Niven y Jerry Pournelle con “La paja en el ojo de dios”.

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en septiembre 7, 2023.

7 respuestas to “Un mundo invertido”

  1. Recuerdo haber leído esta novela hace unos diez años más o menos.
    Tengo memorias difusas de la misma, me acuerdo que me había fascinado bastante el mundo que planteaba y la sensación de extrañamiento que marcaba el autor desde el comienzo… Pero por algún motivo olvidé casi todo lo demás.
    Debería releerla. Tal vez conseguir otra traducción (me acuerdo que se me hacía medio cuesta arriba la lectura, en su momento)
    Pero por algún motivo (raro, porque no me había parecido una mala novela), medio que la borré de mi cerebro.
    Excelente como siempre el blog, Sergio.

    • Sí, la traducción a antigua es terrible. No paran de hablar de «durmientes» cuando «sleeper» es simplemente la forma en que se denominan las traviesas de las vías en inglés británico. Hay nueva traducción. Gracias.

  2. Hola, perdona que te moleste con varias dudas que me han surgido al leerte. Me suelen atraer y enganchar las novelas que parten de una situación extraña, de la que se van desentrañando poco a poco sus misterios y por eso estaba interesado en adquirir este «El mundo invertido». He leído en tu reseña que estas explicaciones no acaban de funcionar del todo bien porque no se sustentan científicamente pero, ¿son así todas o hay algunas que desde el punto de vista lógico sí que tienen sentido? Aunque lo ideal sería leerla la novela en su idioma original, como mi inglés deja un poco que desear, también quería preguntarte por la traducción al español. Al comentario anterior has respondido que la primera traducción tiene equivocaciones pero, entiendo que la nueva las subsana, ¿no? ¿es la de la edición de La factoría de ideas? En mi experiencia muchas de las traducciones de esta editorial se sienten como muy al pie de la letra y se me antojan poco naturales, lo que me dificulta un poco la lectura, ¿tienes alguna opinión al respecto? Ya por último, como lector que conoce El mundo invertido, ¿la portada de La factoría de ideas guarda alguna relación con algo del contenido? Porque no lo parece dado el argumento de la ciudad que se mueve sobre raíles… Gracias por tu paciencia.

    • Hola. Perdón por el retraso en contestar. WordPress había clasificado el comentario como spam. Desde un punto de vista científico, la verdad es que no hay por dónde cogerla. En todo caso, hay una congruencia topológica (aunque tampoco pondría mucho peso en ella). Priest no estaba interesado en crear un misterio al estilo de las novelas hard. Lo fundamental es la experiencia subjetiva, la percepción del mundo por parte de los protagonistas. En ese sentido sí que hay un mensaje congruente, pero pertenece más al campo de la sociología que al de las ciencias naturales. En cuanto a la idoneidad de la traducción más reciente: ignoro por completo los detalles, aunque es cierto que la calidad típica de las traducciones de La Factoría dejaban mucho que desear. Lo que sí puedo asegurar es que la portada no tiene absolutamente nada que ver con el contenido (es una ilustración adquirida de algún banco de imágenes… lo cual también era habitual en la editorial). Las ilustraciones de las ediciones en inglés que he incluido en la entrada sí que fueron todas creadas ex profeso para esta novela.

      • Ah, vale, gracias por tu respuesta. Puede que a mí me baste con la peculiaridad del punto de vista de los protagonistas sobre la situación (me resulta extraño hablar de esto sin saber de qué se trata) aunque, la verdad, es que el tema de la traducción me tira mucho para atrás. Supongo que si en encuentro la edición de La factoría a buen preciode segunda mano le dé la oportunidad.

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