Babel-17

Samuel R. Delany irrumpió en el panorama de la ciencia ficción en 1962, cuando contaba con apenas veinte años de edad. Su estilo, cercano a la New Wave (aunque nunca llegó a estar del todo integrado en el movimiento), pronto le hizo destacar, hasta el punto que su primer reconocimiento importante llegó muy pronto, en 1966, cuando se alzó con el segundo premio Nebula de la historia por su séptima novela, “Babel-17” (ex aequo con Daniel Keyes por “Flores para Algernon”… siendo la única otra nominada “La Luna es una cruel amante”, de Heinlein, que a la postre se alzó con el Hugo de 1967 para el que las otras dos fueron finalistas).

Babel-17

En contra de la ruptura temática y la inversión de enfoque (hacia el universo interior) característico de autores como Aldiss, Silverberg o Zelazny (descartando para los primeros su producción temprana durante la Edad de Plata), las historias de Delany a menudo se ajustan a modelos clásicos como pueda ser la space opera. Su auténtica innovación llegó a nivel estilístico, con una prosa muy literaria, cercana en muchos aspectos a la poesía, así como en la exploración de elementos narrativos que a menudo lo identifican, junto con Brunner, como uno de los más claros precursores del cyberpunk.

“Babel-17” es una obra breve (como imponía su relación con ACE Books, apareciendo la mayor parte de sus primeros títulos, no así el que nos ocupa, en la colección Double). En ella se nos presenta a la poetisa Rydra Wong (alter ego de la que era su esposa por entonces, Marilyn Hacker, cuyos poemas sirven como cita al inicio de las cinco partes de la novela), encargada por los altos estamentos militares de la Alianza de descifrar un extraño código relacionado con diversos actos de sabotaje atribuidos a los Invasores, código al que se le asigna el apelativo Babel-17. Ella pronto descubre, sin embargo, que más que una modificación criptográfica aquellos sonidos forman parte de un lenguaje completamente nuevo. La curiosidad le impele a reunir una tripulación y partir, con el beneplácito de la armada, en pos de los misteriosos hablantes de esta lengua de propiedades casi milagrosas, con la esperanza de frustrar los cada vez más destructivos atentados.

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Delany fue uno de los autores fascinados por la relatividad lingüística (también conocida como Hipótesis Sapir-Whorf), teoría que afirma que el lenguaje influencia (o determina, según apliquemos una interpretación débil o fuerte) la percepción de la realidad. “Babel-17” se une así a títulos como “1984” (George Orwell), “Los lenguajes de Pao” (Jack Vance) o “Empotrados” (Ian Watson), en su análisis del modo en que un determinado lenguaje abre (o cierra) posibilidades de pensamiento (la semántica general, base filosófica de “El mundo de los No-A” de A. E. Van Vogt, se basa en preceptos similares, aunque su formulación es mucho menos científica). Podría pues considerarse la novela como un gran experimento metarreferencial, que examina su propio sustrato, las mismísimas palabras que lo conforman

A la postre, sin embargo, las conclusiones (que derivan incluso hacia la exploración somera de lo que con posterioridad se bautizaría como programación neurolingüística), no terminan de estar a la altura de las posibilidades abiertas, con un cierre apresurado y un desarrollo superficial (que siguen a un planteamiento amplio y concienzudo que hace anticipar más). Todo ello sin entrar a considerar que la comunidad lingüística acabó decantándose en torno a la fecha de publicación de la novela por el universalismo de las estructuras gramaticales subyacentes abanderado por Noam Chomsky, una concepción en principio puesta al relativismo de Sapir-Whorf (en la actualidad se admite una influencia limitada del lenguaje sobre la percepción, aunque en cualquier caso en un grado mucho menor del defendido por los primeros proponentes).

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Cuestiones lingüísticas aparte, “Babel-17” tiene mucho más que ofrecer. La decisión de Delany de describir la ciencia superavanzada con el lenguaje de la poesía le permite especular con una libertad mucho mayor que la de sus coetáneos (e incluso que la corriente hard actual). Gracias a ello es capaz de insinuar un mundo fascinante, con espíritus (descorporeizados) encargados de percibir las corrientes hiperespaciales mediante metáforas auditivas, visuales u olfativas, cirugía estética extrema, tecnología poco menos que mágica, alienígenas casi incomprensibles y, por supuesto, lenguajes artificiales concebidos como arma.

También es de destacar la apenas disimulada sexualidad que impregna la historia, con insinuaciones de relaciones homosexuales, interraciales, tríos… Todo ello para nada ajeno a la propia práctica amorosa de Delany (en 1975 se separó de Marilyn Hacker, identificándose como homosexual, aunque ya su matrimonio había sido una relación abierta en la que las aventuras extramaritales con personas de ambos sexos eran algo habitual y aceptado por las dos partes).

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Aunque “Babel-17” transpira cierta arrogancia juvenil y a la postre resulta un poco menos trascendente de lo que pretende, no cabe duda de que se trata de un texto de enorme calidad y con una gran capacidad de fascinación. Se trata de un canto de amor (o tal vez un elogio) al lenguaje, que emplea un género, la ciencia ficción, y dentro de ella un subgénero, la space opera, a menudo menospreciados desde un punto de vista literario, poniendo de manifiesto (hoy en día casi tanto como en el momento de su publicación) que no existen géneros menores, y que todo depende de la capacidad y ambición de los autores que los cultivan (otra cuestión ya serían los prejuicios pareciera que insalvables contra los que se enfrentan a menudo).

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en abril 2, 2013.

3 respuestas to “Babel-17”

  1. ¡Qué maravilla encontrar otro Delaney reseñado aquí, gracias! De lo traducido sólo restan «La intersección de Einstein», «En Çiron vuelan» y muy poco más ¿no? Es una pena que no se haya traducido más. Sobre todo sus relatos, que aparecieron únicamente en revistas. ¿O hay algún tomo que me perdí?

    Gracias, de nuevo, Sergio, por ocuparte de la s-f de los 60, mi período favorito. Leer tus comentarios me refresca todo un tiempo de lecturas pasadas y lo reaviva.

    • «La intersección de Einstein» caerá un día de estos (que es premio Nebula), «En Çiron vuelan» no creo que vuelva a leérmela (lo cual sería imprescindible para escribir una reseña en condiciones). Faltan también las dos últimas entregas de la trilogía de la Caída de las Torres (las tengo pendientes de lectura, en la pila), así como «Dahlgren» (me falta todavía un tomo de los tres en que se publicó) y «Las joyas de Aptor» (su primera novela, que editó en 1992 Valdemar y que tampoco tengo).

      En principio, el interés por seguir con su bibliografía está ahí, que Delany siempre me ha parecido un autor fascinante (independientemente de que acierte más o menos en un determinado proyecto).

      Y por supuesto que seguirá cayendo cifi de los sesenta de vez en cuando. Uno de los atractivos de llevar todo esto del blog es poder ir saltando de década en década, que cada una tiene cosas diferentes que ofrecer, y la riqueza temática y filosófica de los sesenta es un filón al que regresar con cierta asiduidad.

      Gracias.

  2. […] con un enfoque muy diferente a las escritas anterior… y posteriormente. Frente a Babel-17, Los lenguajes de Pao o Lengua Materna, libros desarrollados alrededor de la hipótesis […]

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