A civil campaign (Una campaña civil)

Tras más de una década. y con una decena larga de libros publicados a la espalda, la saga de Miles Vorkosigan necesitaba reinventarse para seguir manteniendo su vigencia. Esta reinvención se inició en 1996 con «Recuerdos» y alcanzó su cénit en 1999 con «Una campaña civil». De la space opera con tintes militaristas de sus inicios, Lois McMaster Bujold la había reconducido, sin renunciar a su esencia, a algo muy parecido a la comedia costumbrista, aprovechando la riqueza cultural (con varios planetas y sociedades desarrollados en una u otra entrega) y los personajes (al menos un par de decenas largas, aunque algunos, los relacionados con las aventuras extra-barrayana de Miles, ya relegados a terciarios desde «Recuerdos») construidos y pulidos a lo largo de los años.

Así, «Una campaña civil» vuelve a ambientarse estrictamente en Barrayar, cuya capital se haya revolucionada por la próxima boda entre el emperador Gregor y la komarresa Laisa. Miles, de regreso precisamente de «Komarr«, además de padrino del novio tiene su propia agenda: obtener el sí quiero de labios de Ekaterín Vorsoisson, reciente viuda a consecuencia (indirecta) de las investigaciones del neófito auditor imperial.

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La saga de Miles Vorkosigan no era ajena a la temática romántica. Ya en 1986 «Fragmentos de honor» exploraba este territorio al narrar el encontronazo (más que encuentro) entre Aral y Cordelia, sus padres, durante la desastrosa campaña de Escobar. La evolución de esta relación se mostraría en 1991 en «Barrayar» (junto con el atentado causante de las malformaciones de su hijo) y, de un modo u otro, la agitada vida sentimental del propio Miles siempre constituyó una subtrama recurrente en la serie (con distintas parejas potenciales o efectivas, como Elena Bothari, Elli Quinn o Taura). «Una campaña civil», sin embargo, supone el retorno del romance al primer plano, trece años después de su primer papel protagonista (cabe resaltar que las ventas por aquel entonces, que favorecieron claramente a «El aprendiz de guerrero«, determinaron la orientación de la serie en su vertiente más aventurera).

Falto de auténtica experiencia, Miles decide organizar su cortejo como una operación de inteligencia militar, aunque un enfoque tan poco afortunado no será la única fuente de conflictos. Por un lado su hermano clónico, Mark, regresa de Colonia Beta con un plan de negocio digamos que exótico… y con su propia relación sentimental en proceso con Kareen, la menor de las hermanas Koudelka. Por otro, la política no se frena por una simple boda imperial, y dos casos que amenazan con sacudir las convenciones tradicionales barrayanas: un conde que descubre para su pesar ascendencia cetagandesa (por parte de bisabuelo) y una aspirante al mismo y exclusivo puesto dispuesta a llegar hasta un extremo inédito, en una sociedad todavía profundamente machista, para conseguir su propósito.

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Como si de una comedia romántica victoriana de situación se tratara, las líneas argumentales empiezan a entrecruzarse y a complicarse, desembocando en un clímax intermedio apoteósico e hilarante como pocos, a partir del cual se aprecia un giro introduciendo la intriga política (que permite a Miles redimirse un poco después de todas las tonterías que comete durante el primer acto) que a su vez conduce al segundo y definitivo clímax (de una intensidad algo menor, tanto por ser más previsible como por cierto «juego sucio» por parte de la autora para empujar la trama en la dirección deseada, pero también satisfactorio a su manera).

Lois McMaster Bujold demuestra un gran talento para entretejer las tramas en una secuencia causal tan impecable como humorística. Encuentra además el equilibrio necesario entre explotar las virtudes ya consolidadas de sus personajes recurrentes y desarrollar los nuevos (principalmente Ekaterín, aunque las hermanas Koudelka y algunos de sus presentes o futuros intereses románticos también reclaman su parte). La historia pues se desliza suavemente y con un ritmo envidiable que obliga a pasar las páginas a toda velocidad.

Pero «Una campaña civil» es algo más que un simple pasarratos (optimizado para los fans de la serie). Existe una clara sublectura que permea todas las tramas y puede rastrearse como causa primera de todos los conflictos, una que no es por completo novedosa, pues constituye un elemento presente ya desde las primeras historias, pero que por su ubicuidad se erige como tema estrella de esta entrega. La barrayana es una sociedad sometida a una tensión de cambio terrible. Aislada del resto de la galaxia durante siglos, en apenas tres generaciones se ha visto obligada a evolucionar desde un feudalismo preindustrial hasta alcanzar, por su propia seguridad, el estándar galáctico (al menos desde un punto de vista tecnológico). No es un camino sencillo y, desde luego, no es un proceso que esté en visos de concluir pronto.

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Pero hay más. La ficción de McMaster Bujold se caracteriza por ofrecer personajes femeninos de enorme fortaleza, lo cual unido al machismo histórico de Barrayar provoca no pocos encontronazos (reservados en principio a la madre betana de Miles, aunque las nuevas generaciones barrayanas empiezan a hacer valer sus derechos de un modo más activo que lo permitido por la tradicional estructura Vor). En concreto, casi todos los conflictos de cambio que se muestran en «Una campaña civil» (que no son pocos), tienen algo que ver con la defensa de derechos femeninos fundamentales. Lo más importante, sin embargo, es que, pese a tratarse de una sociedad un poco retrógrada en algunos aspectos, lo cierto es que no deja de ser tecnológicamente superior a la nuestra (sin entrar ya a valorar la influencia de sociedades más avanzadas a todos los niveles como la betana), de ahí que en muchos casos esas luchas pueden cooptarse y aplicarse a nuestra realidad (una de las subtramas más relevantes trata en último término sobre la equiparación social de la sexualidad femenina y masculina, desde la responsabilidad, la madurez y la libertad). Tan importante es esta faceta que no dudaría en incluir la novela dentro de la ciencia ficción feminista de tercera ola.

La serie de Miles Vorkosigan, que empezó como simple space opera militarista (con la suerte de hacerlo en una época en que los personajes se convirtieron en el principal reclamo), cambió con los años, se adaptó y sobrevivió al propio movimiento de recuperación de los modelos clásicos en que había nacido. Es algo que se reconoce en la propia novela. Uno de los personajes se queja de que aspiraba a cuatro yernos militares y que en vez de ello se tendría que contentar con hijos políticos en el campo de la economía, la política, la ciencia y (menos da una piedra) la inteligencia militar. La reflexión secreta de Cordelia Vorkosigan es que dicho personaje aspiraba sólo al ejército y que en vez de ello debería «contentarse» con el mundo.

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«Una campaña civil» cosechó sendas nominaciones a los premios Hugo y Nebula (que se la habían escapado a su antecesora) y fue cuarta en la votación de los Locus. En 2004, la autora escribió para una antología de ciencia ficción romántica la novela corta «Regalos de Feria de Invierno» («Winterfair gifts»), que funciona casi como epílogo ampliado de «Una campaña civil» (aunque se escribió con posterioridad a «Inmunidad diplomática«). En ella se narra la boda entre Miles y Ekaterín, con el protagonismo recayendo en Roic el más novato entre los hombres de armas de los Vorkosigan y la sargento Taura, e involucrando un grave problema de seguridad (una historia con pocos atractivos salvo para fans incondicionales… aunque estos mismos fans le consiguieron una nominación al Hugo en 2005). El año 2008 se publicó el volumen omnibus «Miles in love», que incluía «Komarr», «A civil Campaign» y «Winterfair Gifts», edición en la que se basa esta crítica (gracias al ebook distribuido gratuitamente por Baen Books en 2010).

Otras opiniones:

Otras obras de la misma autora reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en febrero 17, 2013.

3 respuestas to “A civil campaign (Una campaña civil)”

  1. Hola Sergio, un consejo. La verdad es que no soy lector de sagas militaristas ni sagas en general, pero para no quedarme in albis, y como me interesa este título concreto, la puedo pillar y enterarme razonablemente de alguna cosa?

    • Hola, Luis. Una precisión primero: sólo los primeros títulos (y no por completo), son militaristas (e incluso esos tiran bastante hacia el espionaje, en contraposición con, digamos, David Weber). En cuanto a la pregunta… Habría que definir razonable. Buena parte de la gracia de la historia reside en la familiaridad con los personajes y la sociedad barrayana, y la autora juega mucho con cultivar las expectativas de los fans y con guiños a entregas anteriores. Eso sí, la trama en sí es independiente por completo, y Bujold se cuida mucho de «recordar» al lector cualquier información imprescindible para la comprensión de la historia.

      Me resulta difícil valorar esta cuestión (no puedo borrar de mi memoria por completo los doce libros leídos con anterioridad… aunque de alguno que otro guardo un recuerdo neblinoso), pero diría que es posible disfrutar de «Una campaña civil» por separado. Lo peor es que podrías obtener demasiada información si alguna vez quisieras darle un tiento a la serie («Aprendiz de guerrero», por ejemplo, es una de las mejores space operas de los ochenta).

  2. Gracias. Entonces empezaré por aprendiz de guerrero, a modo de prólogo, y pasaré a esta.

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