Komarr

Aunque iniciada en 1986 (y todavía abierta), una de las principales sagas de ciencia ficción de los años 90 fue la de Miles Vorkosigan, de Lois McMaster Bujold. Durante dicha década, la autora publicó siete novelas, una novela corta y tres ediciones omnibus, ganando además tres premios Hugo (con otras dos nominaciones), dos Locus (y otras cuatro nominaciones) y cosechando tres nominaciones a los Nebula.

«Komarr», publicada originalmente en 1998, fue la decimo segunda novela de la serie (incluyendo las otras líneas argumentales; si nos atenemos al protagonismo de Miles sería la octava). Por entonces, casi sobra recalcarlo, la suya era una serie ya madura, y eso queda reflejado en una serie de novedades tanto intrahistoria como externas a la misma).

Para empezar, el alocado joven de diecisiete años que se lanzó al espacio con más energía que preparación en «El aprendiz de guerrero» ha quedado muy atrás. Al contrario que en otras series en que los personajes parecen encontrarse anclados en un ahora inmutable o, como concesión especial, van evolucionando a paso de tortuga, su existencia se ha visto afectada por una serie de cambios drásticos. En especial, su muerte y criorresurección en «Danza de espejos» le han dejado secuelas que le incapacitan para continuar en el servicio de Seguridad Imperial, por lo que el emperador Gregor lo ha nombrado Auditor (algo así como representante plenipotenciario suyo)… a una edad, en consonancia con el resto de su carrera, inusualmente temprana.

El poder depositado sobre sus hombros lleva aparejado una enorme responsabilidad. Lo cual, junto las experiencias de trece años de aventuras (casi el mismo lapso que media en tiempo real entre ésta y la primera novela), han limado su impulsividad y le obligan a cambiar (hasta cierto punto) el modo de enfocar los problemas. A los treinta años, Miles empieza a sentar cabeza.

Enviado al planeta Komarr junto con un colega auditor (considerablemente mayor) para investigar un extraño accidente en el espejo solar de terraformación, acaba por supuesto envuelto en una trama más compleja de lo que inicialmente parecía… al tiempo que encuentra el amor. Lástima, por supuesto, que la chica en cuestión, madame Ekaterin Vorsoisson, ya esté casada, con el supervisor barrayano del proyecto de terraformación, para más señas, en cuya casa se alojan los auditores (siendo su colega, el profesor Vorthys, tío de ella).

A la intriga policial y política (para los no iniciados, Komarr fue conquistado por el imperio barrayano unos veintiseis años antes, como represalia por su partipación en la invasión cetagandesa de Barrayar cincuenta y pico años atrás; hubo una revuelta reprimida con dureza por subalternos bajo el mando del padre de Miles; y el resentimiento aún alienta de tanto en tanto complots independentistas), habitual en la saga, se le une el componente romántico (que tampoco le es ajeno del todo), que a su vez es una expresión del anhelo del protagonista por entrar en una nueva etapa de su vida.

Como seña de identidad de la autora, los personajes femeninos están tan o más desarrollados que los masculinos, característica a la que no podía ser ajena Ekaterin (llamada a convertirse en una de los principales personajes secundarios del milesverso). Atrapada desde los veinte años en un matrimonio abocado al fracaso, bajo la influencia de un marido que la anula y con una fuente de preocupación constante en la vergonzosa enfermedad de la que su hijo (y su marido) es secreto portador, es una mujer enfrentada igualmente a una encrucijada vital, a la que los acontecimientos de la novela le proporcionan el empujón necesario para romper la dinámica derrotista y retomar las riendas de su vida.

En el proceso, se nos abre un poco más el universo del nexo de agujeros de gusano, profundizando en los detalles que ya se nos habían presentado con anterioridad. Como suele ser habitual en la saga, la novela se centra en un planeta en particular y en su cultura. Komarr se haya todavía muy lejos de ser habitable por humanos, con su población distribuida en grandes ciudades-cúpula. Su posición estratégica, como nodo fundamental en diversas rutas de salto intersistemas, lo han convertido en un núcleo comercial de primera magnitud y ha dado origen a un sistema político seudodemocrático (con votos otorgables no sólo a cada individuo, sino como participaciones heredables y sujetas a comercio) que ha dado origen a una oligarquía de grandes mercaderes. El dominio barrayano, manteniendo bajo su control los puestos clave, ha respetado en aras de la integración este sistema hasta donde le ha sido posible.

De igual modo profundiza en las instituciones de gobierno de los Vor, viéndose obligado el propio Miles a calibrar cuál es el uso apropiado del poder casi absoluto que ostenta como auditor imperial. Quedando la reflexión en torno al honor Vor (que conlleva derechos y obligaciones, codificados en una inflexible tradición) en manos de Ekaterin. Se echa un poco de menos, eso sí, la participación del amplio elenco de secundarios, que quedan relegados a simple mención. Aparentemente, la presentación de lady Ekaterin merecía dedicación exclusiva.

«Komarr» es una entrega más de la saga de Miles Vorkosigan, con exactamente las mismas virtudes y defectos que todas las anteriores. Vamos, que es harto improbable que haga cambiar a nadie de opinión con respecto a ella (con lo cual me ahorro entrar a valorarla en mayor profundidad). El que la disfrute a tope seguirá haciendolo, el que la encuentre insustancial ídem de lo mismo y al que encuentre un pasatiempo aceptable (como es mi caso)… pues eso encuentra. Ni más ni menos. No puedo dejar de señalar, sin embargo, que para historia de amor, sigo quedándome (a falta de leer «Una campaña civil») con la de los padres de Miles en «Fragmentos de honor».

En consonancia con el tema de maduración y entrada en una nueva etapa vital, es posible apreciar un cambio en la dinámica creativa de la saga. Empezando con el libro anterior, «Recuerdos» (aunque consolidada lógicamente en «Komarr»), se coordinan las cronologías interna y externa. En los volumenes anteriores la historia iba dando saltos entre uno y otro episodio de la vida de Miles Vorkosigan o sus padres. A partir de este punto, la serie se estabiliza en una sucesión temporal directa, con cada nueva entrega retomando la historia donde la dejó la anterior (y manteniendo la correlación entre años de la serie y años reales).

De igual modo, el volumen de títulos se reduce considerablemente (tres novelas y una novela corta en doce años), al dedicar la autora la primera década del siglo XXI a desarrollar principalmente sendas series de fantasía (las de Chalión y el Vínculo del Cuchillo), aunque durante este período se editaron cuatro ediciones omnibus, incluyendo en 2008 «Miles in love», que recopila «Komarr», «Una campaña civil» y la novela corta «Regalos de Feria de Invierno». Todavía es pronto para poder afirmarlo, pero es posible que, empezando con «Criopolis» los próximos años nos traigan un retorno al nexo de agujeros de gusano (aunque no necesariamente centrado en Miles; para empezar, el mes próximo sale una novela protagonizada por su primo Iván).

Otras opiniones:

Otras obras de la misma autora reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en septiembre 22, 2012.

2 respuestas to “Komarr”

  1. Después de leer «Criópolis» (la más floja de todas las que he leido) creía que la autora iba a dar carpetazo a la serie para centrase en otros proyectos. No tenía ni idea de que fuera a seguir escribiendo historias basadas en el universo Vor.
    Gracias por seguir publicando en el blog. Aunque no suela comentar, este es uno de los blog que sigo habitualmente y que agradezco que aún siga con vida.

    • De nada, gracias a ti por seguir el blog.

      Por ahora, creo que ha recuperado tracción, así que espero que aún le quede cuerda para rato. El caso es que precisamente el asunto que me ha recargado un tanto las pilas (y del que espero poder dar aquí mismo noticias en breve ), me está robando tiempo de lectura y es muy posible que siga afectando al ritmo de actualizaciones. Vaya lo uno por lo otro.

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