The people of the wind

La más importante de las series de Poul Anderson es la Historia Técnica, una historia del futuro que abarca diez novelas y treinta y tres relatos y novelas cortas (compilados en siete antologías), publicados entre 1951 y 1985 y que se subdivide a grandes rasgos en tres períodos: la Liga Polesotécnica (cuyos personajes centrales son los comerciantes aventureros Nicholas van Rijn y David Falkayn a finales del siglo XXV), el Imperio Terrano (protagonizado principalmente por el agente de inteligencia Dominic Flandry en el siglo XXXI) y la Larga Noche (tras un período de decandencia).

En 1973 (cuando ya se había publicado la mayor parte de la serie), Poul Anderson lanzó una novela independiente, “The people of the wind”, ubicada cronológicamente entre el período de la Liga Polesotécnica y el Imperio Terrano tardío por el que se mueve Flandry. Junto con un puñado de relatos (dos de ellos, de 1973, comparten escenario con “The people of the wind”) y la novela posterior “Mirkheim” (1977), conforman la miniserie Rise of the Terran Empire (según el volumen ómnibus que publicó Baen en su compilación de toda la serie en siete tomos entre 2008 y 2011).

El trasfondo de la novela lo constituye un conflicto fronterizo, al colisionar los intereses de un joven Imperio Terrano en expansión y el menor, pero aun así masivo, Dominio Ythriano. Los ythri son una especie inteligente ornitomorfa, con una organización política peculiar y diversos condicionantes biológicos (y por ende psicológicos), que cobrarán importancia a lo largo de la historia. La mayor parte de la trama, sin embargo, se circunscribe al planeta Ávalon, vinculado políticamente al Dominio Ythriano pero colonizado por una civilización mixta de ythris y humanos provenientes de una antigua migración (que es principalmente lo que hace que tradicionalmente se considere el último libro de la subserie de la Liga Polesotécnica).

A través de una multiplicidad de puntos de vista, Anderson desarrolla el conflicto, desde los primeros compases, cuando casi importan más las dinámicas interpersonales internas, hasta la resolución final, que alterará para siempre tanto el mapa político de esa zona de la galaxia como las vidas de los supervivientes… ¡en menos de doscientas páginas! ¿Cómo lo logra? Al contrario de lo que se estila últimamente, en vez de explorar exhaustivamente cada mínimo aspecto de la trama, opta por centrarse en escenas clave, que le sirven tanto para hacer avanzar la historia como para delinear las diversas vivencias particulares, confiando en el lector para que rellene a base de sentido común los huecos.

En total, son alrededor de una docena de personajes, que forman un entramado de anhelos, intereses románticos (no siempre correspondidos), rivalidades, relaciones paternofiliales y… otras más específicas de la cultura ythriana (que se organiza en grupos más o menos reducidos, a los que se han sumado algunos humanos totalmente integrados en el estilo de vida de sus compañeros, al igual que hay ythris viviendo como humanos). Cabe destacar que en general todos los personajes son positivos, no hay villanos en “The people of the wind”, sino facciones opuestas, y Anderson se cuida mucho de esbozar cuando menos los motivos de todos ellos (aunque, por diseño, nuestras simpatías terminen decantándose naturalmente por los avalonios).

Otra peculiaridad de la novela es que, pese a tratarse de una space opera de corte más bien clásico, Poul Anderson se preocupa por ser lo más estrictamente riguroso posible. La física es realista. Aparte de una pequeña licencia para permitir viajes interestelares, el grueso de la acción se desarrolla en un entorno y a velocidades newtonianas. De igual modo, las tácticas militares descritas son una evolución de las empleadas en la Segunda Guerra Mundial (en la que la tecnología cobró un papel primordial), incluso echando mano del recurso más viejo del manual: la antigua rivalidad entre la espada y el escudo (proyectando hacia el futuro la posible evolución del ataque y la defensa). Esa mezcla de familiaridad e innovación proporciona a la novela una pátina de verosimilitud que no es habitual encontrar en la ciencia ficción militarista (que tantas veces se limita a trasladar al espacio escenarios y tácticas antiguas).

La búsqueda de la concisión, sin embargo, se cobra un pequeño tributo al principio, cuando el autor utiliza como excusa la necesidad de determinados personajes de informarse sobre, por ejemplo, la biología ythriana, para introducir una serie de párrafos expositivos. Por fortuna, pronto prescinde de este recurso y, a decir verdad, lo que nos cuenta es tan interesante que no cuesta nada perdonárselo, en especial porque no es tan habitual que el compromiso con el rigor científico se extienda hasta la biología.

Pese a toda esta riqueza de elementos, Poul Anderson no pierde el rumbo. “The people of the wind” posee una tesis central que es la que termina de elevarla bastante por encima de la media, y es el concepto de que la fuerza de la cultura avalonia reside precisamente en que es un cultura mixta, surgida de la integración de las mejores virtudes ytrhianas y humanas. En realidad, esa fusión sigue siendo un proceso en curso (y parte de las subtramas personales tienen que ver con conflictos que emergen a raíz de este proceso) y eso le confiere aún más valor. 

En resumidas cuentas, “The people of the wind” constituye una obra muy notable, que encuentro altamente recomendable. Tiene un poco de todo y casi todo lo hace bien. Su brevedad, además, supone un punto extra (en especial ahora, que todo parece necesitar no ya un tocho, sino cuando menos una trilogía). Anderson se permite un derroche de creatividad, enriqueciendo su escenario de la Historia Técnica con una historia que, pese a sus raíces clásicas, no desentona en la década de los setenta, en vez de explotándolo para contar una y otra vez lo mismo.

En consonancia con ello, fue una de las cuatro novelas (junto con “Cita con Rama” de Arthur C. Clarke, “Tiempo para amar” de Robert A. Heinlein y “The man who folded himself” de David Gerrold) que cosecharon la triple nominación a Hugo, Nebula y Locus. “Protector”, de Larry Niven, completó el quinteto de finalista de Hugo y Locus, mientras que el Nebula se decantó por destacar los elementos especulativos de “El arco iris de gravedad”, de Thomas Pynchon. El triunfo en todos los casos fue para Clarke, con una de sus mejores novelas, lo cual quizás malogró una de las mejores posibilidades que tuvo Anderson de hacerse con un gran premio en la categoría, un reconocimiento que pese a su éxito dilatado en el tiempo siempre le fue esquivo.

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en agosto 31, 2023.

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