La luz del diablo

Las antologías de relatos son un producto tremendamente infravalorado en el mercado español. Nos falta la estructura editorial necesaria para que la narración corta tenga ocasión de llegar al lector. A día de hoy, y hasta donde soy consciente, no existe ni una sola revista profesional (entendiendo por tal que remunere económicamente las colaboraciones). Y no estoy hablando de género fantástico, sino en general. No existen. Punto.

Así pues, se da un fenómeno extraño. En vez de labrarse una fama como cuentista y a posteriori publicar una antología, el escritor debe currarse una recopilación completa, a ser posible de textos inéditos y lanzarse a buscar una editorial que esté dispuesta a publicarla (las dificultades típicas del proceso se multiplican por diez, pues no todas están dispuestas a trabajar con antologías). Entonces, claro, como falta el reconocimiento, el público es reticente a adquirir el volumen (aquí se aplica lo de “ande o no ande, caballo grande”; parece preferible una novela, aunque resulte plúmbea), que sale además con una tirada minúscula, y el mito de que el cuento no tiene salida y no interesa se perpetúa (al menos para el escritor nacional, que si alguien viene de EE.UU. o Japón no hay empacho en lanzarlo con toda la maquinaria promocional de una gran editorial detrás).

Toda esta diatriba viene a cuento de la antología que reseño hoy, “La luz del diablo” de Roberto Malo. Pues se trata de una delicia a descubrir y paladear por cualquier aficionado a la buena literatura.

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Las buenas recopilaciones deben poseer un sello distintivo, algo que te haga convenir en que todos los cuentos incluidos tienen su razón de estar, que no es un batiburrillo preocupado sólo de completar páginas. En este caso, al contrario de lo que el título pudiera hacer imaginar, la conexión no es temática. Aunque cierto número de los textos pudieran agruparse bajo la etiqueta del terror, lo cierto es que esto no supone la característica definitoria, pues se hayan presentes cuentos de todo tipo y pelaje. Los doce relatos encuentran un denominador común en un estilo muy personal y en el tono de la narración, a mitad camino entre lo cotidiano y lo fantástico, con distintos grados de surrealismo y un lenguaje franco y directo.

Muchas veces al leer un cuento te da la impresión de que todo está supeditado al giro final, que los prolegómenos sirven tan sólo para establecer las premisas que harán funcionar (o eso se pretende) el desenlace. Otro vicio muy común reside en sobrecargar el lenguaje, como si existiera la obligación de transformar cada frase en una obra maestra del barroco. Los textos de Roberto Malo poseen la virtud de poder ser disfrutados página a página, párrafo a párrafo incluso. El estilo engañosamente simple (frases cortas, sin abusar de la retórica, ideas claras y concisas) te hace devorar líneas sin casi darte cuenta, degustando el momento. A esto ayudan unos diálogos muy naturales (se nota que el autor tiene experiencia con guiones) y el humor que destila incluso el cuento más macabro (que haberlos, haylos).

No voy a realizar un repaso pormenorizado de los cuentos, entre otras razones porque muchos son tan cortos que cualquier cosa que se diga sobre ellos podría echarlos a perder. Se sobreentiende que, como en toda antología, hay altibajos (el primero, por ejemplo, no es una buena muestra del conjunto), sin embargo, la calidad media es muy elevada, con unos pocos que se destacan y que son los que reseñaré.

El que da título al libro, por ejemplo, posee una premisa de lo más original. Gregorio parece descubrir en una misteriosa mujer los ademanes y dejes de una amiga, que se suicidó antes de que encontrar ocasión de declarársele. Para su sorpresa, consigue ligársela en un bar y, justo cuando está a punto de consumar el ligue en su apartamento, descubre que por allí por donde él pretende entrar sale una luz cegadora. Y hasta aquí puedo contar. También con cierto tono picantón nos encontramos con “La escena definitiva”, un relato breve sobre… en fin, sobre la plena realización personal, que es un compendio perfecto de las virtudes previamente enumeradas. Sin embargo, el punto fuerte de la antología es en mi opinión “Lluvia sangrienta”, uno de los mejores cuentos que he leído en mucho tiempo. Sorprendente, siniestro, humorístico en el grado justo y creíble a pesar de lo descabellado de su premisa y su desarrollo, gracias a que las reacciones de los protagonistas son refrescantemente naturales. Desde el inicio va aumentando poco a poco la apuesta, sin permitir en ningún momento que decaiga la tensión, hasta un desenlace plenamente satisfactorio. Una pequeña joya, dentro de una antología brillante.

Lo dicho, sería una pena que un proyecto de esta calidad se escurriera entre las rendijas del mercado editorial por culpa de prejuicios contra el formato (antología de relatos), el género (que además es engañoso, porque a pesar de que algunos cuentos presentan planteamientos propios del terror el estilo trasciende etiquetas y se erige en verdadero protagonista) o la nacionalidad del autor. Puede ser quizás un poco difícil de adquirir fuera de Aragón (la editorial es zaragozana), pero como ya vimos en una entrada anterior, para eso se inventó Internet.

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en agosto 13, 2009.

Una respuesta to “La luz del diablo”

  1. Una maravilla de libro. Comienza con un relato muy emocionante para arrancarte miles de carcajadas después. Hauy relatos de todo tipo y todos muy interesantes. Me lo pasé genial leyéndolo y, además, se me hizo cortísimo.

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