Los tres reyes

Dissident Tales inaugura su nueva línea infantil/juvenil con «Los tres reyes», un cuento de Roberto Malo, Jesús Mesa y Daniel Tejero, ilustrado, como viene siendo señal de identidad en los proyectos de esta joven editorial, por Teresa del Río.

Es complicado abordar este tipo de reseñas, porque se corre el peligro de acabar escribiendo más palabras de las que constituyen cuerpo del libro (bueno, quizás esté exagerando un poco, pero sólo un poco). En realidad, lo que de verdad dificulta la tarea es que lo importante no suele ser lo que cuentan, sino cómo lo cuentan, y sintetizando la historia para poder contar de qué va, pierde invariablemente buena parte de su gracia.

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Me arriesgaré, sin embargo, a aportar unas breves pinceladas, que bosquejen esta propuesta, que en contra de lo que podría pensarse no versa sobre los famosos tres reyes de oriente, sino como indica la contraportada de un rey anciano, un rey malvado y un rey dragón. Bueno, pensándolo mejor sí que podría tener que ver con sus mágicas majestades, porque en el fondo el libro trata sobre la felicidad. Sobre la felicidad que buscan los hijos, y sobre la felicidad que anhelan proporcionarles sus padres… y enlazando con los tiempos que nos están tocando vivir, sobre los obstáculos que por desgracia a veces nos pone la vida (y quien dice la vida, dice el malvado rey del norte, y quien dice el malvado rey del norte…) en nuestro camino.

El primer ingrediente de la fórmula de la felicidad que nos ofrecen los autores es el humor, algo que no sorprenderá a quien haya seguido la trayectoria literaria y como animador de Roberto Malo o a quien conozca la labor teatral de Jesús Mesa y Daniel Tejero, Los Hermanos Carcoma. En mi caso, es la obra de Roberto la que conozco bien, tras muchos años de estar leyéndole (y criticándole en el blog), así que espero que se me perdone por centrarme un poco más en la comparación con sus títulos infantiles anteriores, asociado sobre todo con Francisco Javier Mateos. Porque existe una diferencia apreciable con todos ellos. Mientras que cuentos como «Tanga y el gran Leopardo» o «El prícipe que cruzó allende los mares» son ideales para ser declamados, «Los tres reyes» parece exigir una representación (y, de hecho, también cuenta con su versión escenificada), y no una cualquiera, sino específicamente una a tres voces, pues son casi siempre tres los personajes que se enzarzan en diálogos (¿triálogos?) repletos de ingenio y, claro está, ciertas dosis de irreverencia (con sana intención humorística).

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Por esa peculiaridad, quizás no sea pues un cuento tan optimizado para serle leído a un niño, como para que sea el propio niño el que lo disfrute… y para que poco a poco, con el paso del tiempo y lectura tras lectura, vaya asimilando todos sus matices (que no son pocos, como se comprenderá a poco que esboce la historia).

Resulta que al rey Bastián lo quieren desahuciar de su castillo, algo que le afecta enormemente, sobre todo por su hija, la princesa Margarita (que aunque le haya salido pesada, caprichosa, respondonda y maleducada, sigue siendo su hija). Paseando preocupado por los bosques, tropieza con el duende Martín, que le aconseja que obtenga el valioso tesoro que custioda el rey dragón Chordón en una cueva mágica (adonde lo guiará su sobrino, el duende Apolino).

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De las aventuras y desventuras del rey Bastián y del duende Apolino en la cueva de marras no contaré nada. Tan sólo apuntaré que si estáis pensando en algún tópico… seguid pensando en él, así os sorprenderá aún más cuando «Los tres reyes» tome un camino totalmente inesperado.

No comentaré nada de las ilustraciones de Teresa del Río porque mi sensibilidad artística es equivalente a la de una plantilla usada, pero podéis juzgar por vosotros mismos su colorido (y divertido) estilo en las imágenes que acompañan esta entrada.

Otras obras de Roberto Malo reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en diciembre 18, 2015.

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