Mundo Anillo

Tengo bastante abandonada la Hugolatría. Las novelas que me faltan se clasifican en tres grupos: No las he leído todavía, necesito releerlas para poder elaborar la reseña que se merecen o no me motivan demasiado (y en estos casos, si además preciso de una relectura…). «Mundo Anillo» («Ringworld», 1970), de Larry Niven, pertenece a este último grupo. No es que me parezca horrible, pero me supuso una enorme decepción en su momento por ser uno de los libros más famosos de la ciencia ficción (ganador de la triple corona: los premios Hugo, Nebula y Locus de 1971), constituir, al menos esa es la fama que arrastra, uno de los pináculos de la vertiente hard y antojárseme… intrascendente.

Pero vayamos por partes. Niven fue uno de los autores que entraron en liza durante los años 60 (en 1964, para ser exactos). Su carrera se inició, por tanto, en plena efervescencia de la New Wave (incluso participó en «Visiones Peligrosas», aunque nunca llegó a encajar en el movimiento. Su formación matemática y sus intereses le empujaban por otros derroteros, llevándole un poco contra corriente de las tendencias predominantes, al menos entre ciertos sectores, pues siempre quedó un reducto fiel que añoraba el viejo sentido de la maravilla que imbuyó el género en sus inicios.

Y si de Sentido de la Maravilla hablamos, pocos ejemplos hay más puros que la novela que le encumbró (y de la que, en la práctica, vive desde entonces): «Mundo Anillo».

Casi desde el principio de su carrera Niven empezó a desarrollar un escenario para su space opera (de tipo particular, preocupada en la coherencia científica y basada a menudo en elementos astronómicos singulares), que denominó el Espacio Conocido (una burbuja de unos sesenta años luz de diámetro en torno a la Tierra, cuya historia desarrolla desde unos pocos cientos de años en el futuro hasta varios milenios, registrando los encuentros, a veces hostiles, con diversas especies alienígenas). En su cuarta novela (la tercera de ciencia ficción), decidió llevar la exploración a los límites de este difuso territorio, situando allí el mundo más singular imaginable: una solución personal a la esfera de Dyson, «reducida» a un aro plano en torno a la estrella (más o menos a la distancia de la órbita de la Tierra) que genera pseudogravedad en su superficie por la fuerza centrífuga que le confiere su rotación (manteniendo la atmósfera encajonada entre muros de mil millas de altura).

No fue el primer autor en concebir una megaestructura de astroingeniería (lo que, con cierta sorna, llegó a conocerse como BDO o Big Dumb Object). Ya en 1934, por ejemplo, E. E. Doc Smith había imaginado para «Triplanetaria» un planetillo artificial, antecesor directo de la Estrella de la Muerte. Sí que fue el primero, sin embargo, en conferirle el protagonismo absoluto, inaugurando con ello un subgénero que daría obras tan significativas como «Cita con Rama» (1973) o «Titán» (1979). Este tipo de novelas aúnan el pasmo ante la grandiosidad de la estructura explorada con el misterio de sus, siempre ausentes, constructores (cuyo poderes, comparados con los humanos, se antojan casi divinos).

El protagonista principal es Luis Wu, un bicentenario aburrido que en el año 2850 se embarca en una loca aventura de exploración promovida por una de las especies alienígenas más extrañas del Universo Conocido, los titerotes de Pierson (con una traducción un tanto creativa del original «puppeteers», titiriteros). Nessus, un titerote (paranoico y cobarde hasta el extremo, como todos sus congéneres), lo recluta junto con una joven, Teela Brown (descendiente de varias generaciones de ganadores de la lotería reproductiva) y un Kzin, Interlocutor-de-Animales, perteneciente una belicosa raza de rasgos felinos que, tras una larga y cruenta historia de enfrentamientos con la humanidad, se ha visto obligada a depender de miembros comparativamente moderados como Interlocutor para evitar embarcarse en nuevas guerras que podrían serles fatales. Juntos parten hacia un misterioso destino que resulta ser el Mundo Anillo, una estructura escogida por los titerotes como (muy lejano) lugar de asentamiento de su raza.

Al llegar, sin embargo, las defensas antimeteoritos de la estructura derriban su nave y los expedicionarios se encuentran atrapados en un inmenso superplaneta (con una superficie equivalente a la de tres millones de Tierras), sin medios para retornar al espacio. Se ven obligados por tanto a explorar, con medios precarios, una ínfima porción del anillo, con la esperanza de encontrar algún modo de regresar a casa y, de paso, alguna pista sobre sus ignotos constructores.

Niven se maneja con soltura en las descripciones del artefacto, logrando transmitir a la perfección su grandiosidad. Menos éxito cosecha, sin embargo, a la hora de pergueñar una aventura bien estructurada para sus personajes, y es ahí donde la novela flaquea. Ya de común existe una importante desconexión entre los escenarios de sus spaces operas, encuadrables en la ciencia ficción más pura, y las peripecias que en ellos viven sus héroes, más propias de la fantasía o, cuanto menos, desligadas de la especulación científica. Quizás en esto se deje sentir la influencia de sus compañeros de generación, más interesados en indagar en el universo interior, aunque sin alcanzar en ningún momento su perspicacia humanística (salvando los detalles pintorescos, sus personajes resultan bastante planos).

Desde mi punto de vista, «Mundo Anillo» desperdicia un potencial enorme. La megaestructura, por sí sola, no basta para sustentar el interés durante sus trescientas y pico páginas. En especial desde que la nave de exploración se estrella, momento a partir del cual se suceden una serie inconexa de aventurillas episódicas que apenas logran estirar la trama, sin llevarla en realidad hacia adelante (incurre, además, en uno de los fallos recurrentes del hard-físico/ingenieril: descuidar no ya la verosimilitud, sino incluso la veracidad de cuestiones relativas a otras ciencias, como la biológica).

Su éxito, sin embargo, fue instantáneo, y se ha perpetuado hasta ahora (ocho ediciones en español desde 1976), aunque ya en la Worldcon de 1971 (donde recibió el Hugo) estudiantes de ingeniería del MIT (se celebró en Massachusetts) proclamaron a voz en grito que el Mundo Anillo, por ser rígido, era inestable, y que acabaría por estrellarse contra su sol. Para solucionar esta (y otras) inconsistencia científica, Niven publicó en 1980 una secuela, «Ingenieros de Mundo Anillo» a la que siguieron, dado su éxito, «Trono de Mundo Anillo» (1996) e «Hijos de Mundo Anillo» (2004).

A ellas se añaden cuatro precuelas (empezando por «Fleet of Worlds», en 2007, coescritas con Edward M. Lerner… aunque ignoro si se trata de una colaboración equilibrada como la que durante muchos años desarrolló Niven con Pournelle o más bien una «colaboración» como la de Clarke y Gentry Lee en las secuelas de Rama).

También relacionado con el Universo Conocido (y, por tanto, con conexiones con el Mundo Anillo), hay varias novelas y antologías, destacando la franquicia (universo abierto) de las guerras humanidad-Kzin, que comprende veinte títulos en colaboración con diversos autores.

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en febrero 18, 2012.

21 respuestas to “Mundo Anillo”

  1. Hola. Es verdad que Niven desaprovecha el potencial de la historia. Pienso que esta novela es un ejercicio de especulación cuya coherencia científica se le fue complicando a medida que construía su universo. De todas formas, creo que las pretensiones no van más allá que una novela de aventuras, aunque se desarrollen en un mundo propio del hard. A mi me ha parecido una mezcla de Space opera (los personajes) y hard, por este motivo. Me gustó de todas formas.

    • Es que desde mi punto de vista, aparte del entorno ciertamente singular, no ofrece gran cosa (y menos tratándose de una de las obras de referencia del género). La buena ciencia ficción debe potenciar por igual historia y especulación (por añadidura, desde los años 60 ya no basta con quedarse en especulación meramente técnica), y me temo que de cuanto he leído de Niven (tampoco ha sido demasiado) sólo «Juramento de fidelidad» da la talla en todos los frentes.

      • Para mi que se le fue ocurriendo sobre la marcha. La idea del entorno fue buena, pero luego dijo ¿y que demonios hago ahora?
        De todas forma, no se si te has leído los cuatro volúmenes y que te parecerá la idea de los «protectores», los constructores del mundo anillo y la relación que los humanos tendríamos con ellos. Pienso que al final lo ata todo con cierto sentido, aunque sobran muchas páginas.

      • No, no he leído ningún otro (ni siquiera otra novela ambientada en el Espacio Conocido). De todas formas, no soy muy amigo de las sagas que van dejándose flecos sueltos para atar más adelante (lo cual suele significar que dotar de coherencia al conjunto es una tarea que se aborda a posteriori).

  2. No conocía este blog, pero lo encuentro muy interesante, con reseñas elaboradas y de calidad. Volveré por aquí cada que pueda.

  3. Pues es una de las novelas que me han parecido más decepcionantes. No hay quien se la crea. Hasta uno de letras como yo pilla cantidad de sobradas en el apartado científico. Lo único bueno es la grandiosidad del escenario planteado… No entiendo el cachet de esta novela tan ramplona.

    • ¿Creérsela?, hombre, tampoco hay que llegar a tanto, supongo que te refieres a si es verosímil, según tu criterio. Ya sabes lo que pasa con esto, en ocasiones la realidad resulta menos verosímil que la ficción.

      El entorno creo que finalmente es coherente, aunque en lo de los aspectos biológicos y evolutivos no lo tengo claro. Lo que pasa es que es una serie que no tiene ninguna pretensión trascendental hasta que se llega a la explicación final que comentaba, sobre el origen de la especia Humana.

  4. Está claro que es una novela basada en una idea principal. La prueba es que nadie se acuerda por lo general de los personajes, sólo del mundo anillo. Sucede lo contrario, por ejemplo, que con Dune, donde a pesar del rocambolesco escenario lo que perduran en la memoria son los personajes.

  5. Para mí fue una de las mayores decepciones que he tenido con una obra de ciencia ficción (posiblemente la mayor, teniendo en cuenta las expectativas previas a la lectura). De hecho recuerdo que no terminé la lectura de los últimos capítulos, que hice en diagonal, y a día de hoy apenas recuerdo cosas de la trama de aventuras.

    En cuanto al escenario surge el problema de que si se le pretende dar tanta importancia no tiene mucho sentido caer en errores de bulto, y no ya en un campo en el que se supone que Niven no era especialista como la biología, sino en la física y la ingeniería. Y es que el problema de la estabilidad, que a veces se comenta como una cosa de físicos frikis como Seldon Cooper, en realidad es un problema de física bastante elemental y que incluso podría incluirse en una olimpiada de física de bachillerato (al menos las de mis tiempos).

    Por otro lado, los problemas estructurales que presenta, es algo que ya aparece en los artículos de Dyson, de hecho cuando éste aborda la construcción de megaestructuras tiene en cuenta el problema de la densidad de la materia necesaria en la construcción. Vamos, lo que quiero decir es que si Niven consultó las fuentes originales no debería de meter la pata de esa forma, o no dejar en el tema en el aire.

    En realidad esto para mí es irrelevante y cuando leí la novela lo que me aburrió fue que los personajes eran planos y la historia absolutamente intrascendente y sin ningún interés. Pero ahora con más conocimientos ni siquiera la parte del «objeto» me podría resultar convincente, sobre todo cuando se suele vender la novela como «hard». Quizás la mala prensa que tiene este subgénero (dejando aparte los truños ingenierles de autores como Forward que a mí me resultan bastante simpáticos) se deba a que se considerar como obras cumbres novelas del estilo de «Mundo anillo».

    Siento el rollo, pero me ha alegrado encontrarme con una reseña que resalta los aspectos negativos de este «clásico» que en su momento hiciero que fuera una decepción para mí.

    • Las decepciones suelen venir por tener demasiadas expectativas iniciales, o tenerlas en un sentido equivocado, por los motivos que sean. Creo que el entorno descrito evoca el suficiente sentido de la maravilla, para quien lo tenga, como para pasar un buen rato con su lectura. Desde luego si esperabas una historia profunda y compleja, te has equivocado totalmente. Respecto a los personajes, pues la aventura a unos les gustará y a otros no.
      Para mi que esta saga empezó como un experimento. Fueron los estudiantes del MIT los que le dieron la importancia al señalar el error, que simplemente el autor no se molestó en explicar. Esto es un «fallo» en una obra de ciencia-ficción, pero no significa que el resto no tenga interés ninguno.
      Me he leido los cuatro volumenes. El primero es verdad que te deja a medias. Continué con el segundo por curiosidad para ver si corregía algo, y porque la historia me resultaba entretenida, graciosa e incluso algo original. El 3º es infumable. Y el cuarto cierra al fin la trama de una forma aceptable. Es decir, que me leí la saga por conocer como el autor intentaba dotarle de la lagunas iniciales.
      La cuestión es que el que ha tenido el mayor éxito con una novela de CF sobre una estructura de este tipo es Niven. Tanto o más que Clarke en cita con Rama. Tan sencillo que parece que es y que pocos lo han intentado.

      • Podría deducirse de tu mensaje que no tengo sentido de la maravilla. Para aclarar dudas al respecto y para que mi comentario anterior quede más claro, he de aclarar que yo sí creo que lo tengo, pero me lo produce la lectura de «Solaris», no de «Mundo anillo». Afortundamente es algo irrelevante, de lo contrario podría percibirse cierto aire ad hominen en ese comentario.

        Realmente no esperaba una aventura compleja y profunda, pues en esos tiempos era un lector más «verde», en muchos sentidos, y en aquellos tiempo la propia aventura con ambiente exótico me llenaba por completo como lector. Pero eso me sucedía con Asimov o Clarke, pero no con esta novela. Y del propio Niven en su momento me agradaron algunos de sus cuentos como «Luna inconstante» antes que con «Mundo anillo».

        • Me alegro que tengas sentido de la maravilla. Tal vez Niven no haya sido lo suficiente evocador. A mi sin embargo, la montaña El Puño de Dios, me fascinaba. No se si será problema mio o qué.
          Es que tu comentario me ha resultado el de aquel que contrariado por una decepción, encuentra gozoso una cura para su herida. El problema ela decepción inicial que hace que, a mi entender, le hayas cogido tirria.
          Pero vamos, que de Lem a Niven hay «años luz». Son completamente distintos.
          Pero vamos, diría que la fama de esta saga es debida fundamentalmente por la singularidad de su «escenario». Por poco más, en eso estoy de acuerdo que puede resultar decepcionante.

      • Tampoco hay que darle muchas vueltas. Lo del sentido de maravilla es una sensación muy subjetiva, que se utiliza sólo porque suena mejor que un rotundo «¡Cómo mola!».

        Yo aquí estoy con Instan. Como paradigma del hard (que lo es), «Mundo Anillo» es muy deficiente, y luego la historia en sí resulta bastante sosa (eso sí, para personajes planos e insulsos de verdad, los de «Los árboles integrales», del propio Niven). Soy, además, partidario de que cada libro, aunque forme parte de una saga, debe defender su valía por sí mismo.

        Por último, es lógico poner altas expectativas a determinados títulos (bien sea por ser multipremiados, aunque eso lleva a decepciones como ésta o «American gods», o por estar revestidos de una gran fama).De todas formas, la percepción final no depende por completo de las expectativas. El no alcanzarlas puede pesar un poco (así como superarlas da valor añadido), pero por debajo siempre hay una valoración independiente de factores extrínsecos (que no de las preferencias personales; que dependiendo del distinto peso que se otorgue a cada faceta la impresión causada puede ser, a las pruebas aquí expuestas me remito, muy variada).

        • Es que el problema sea tal vez incluir a Mundo Anillo como un referente del Hard. El lo poco que lo toca, lo hace bien. Por ejemplo, en lugar de los habituales «semimágicos» campos de fuerza, idea un «campo de estasis», que al situarse en un plano temporal distinto, le hace indestructible. Y otros detalles similares. El resto es prácticamente «space opera».

          Insisto en que demasiadas expectativas, o expectativas equivocadas, pueden dar lugar a enormes decepciones, independientemente que haya otras valoraciones «extrinsecas». En el caso del compañero Instan, creo que es así, sin ánimo de molestar. Quien busque una novela de Hard en «Mundo anillo», tal y como comúnmente se entiende este subgénero, creo que se está equivocando.

          El «sentido de la maravilla» es el sentido de la maravilla. Cada uno lo puede expresar como lo desee. No estoy seguro de si la persona que dice «¡como mola!», cuando observa un automóvil «tuneao», diría lo mismo al leer una novela de ciencia-ficción. Efectivamente, de lo que estoy seguro es que no diría que su automóvil «maqueao» evoca el «sentido de la maravilla». Así que entiendo que ha de haber alguna diferencia.

      • El campo de estasis es un campo de fuerza semimágico que, desde un punto de vista científico, no tiene ni pies ni cabeza.

        • Bien, obviando el hecho de que es una novela de ciencia-ficción y por no perdernos en su definición y cuales son las premisas posibles de partida, tan sólo dos cosas: el campo de estasis es una invención, como otras tantas que hay en una novela de CF. Igual que la de los campos de fuerza, pero en este caso nadie suele explicar nada de su naturaleza. Niven si que da alguna explicación, por lo menos.
          Y otra, que a mi también me sorprendió su lectura, y que entiendo las decepciones. Pero puede ocurrir que una decepción te impida disfrutar de una obra en otras facetas.
          Saludos

  6. Pues si gozaste con «Mundo Anillo» no quiero imaginar tu opinión sobre la serie «Kzin Wars»… Mininovelas ambientadas en el «Espacio Conocido».

    En el 2º volumen participa Jerry Pournelle, fusilando inmisericorde la película «Casablanca». En otro de los episodios, escrito por Dean Ing el nivel científico es insuperable: el protagonista, un etólogo especializado en el comportamiento de los Kzinti se pregunta para qué sirven las moscas en un ecosistema… Eso sí, el nivel de «Hazañas Bélicas» se logra sin problemas

  7. […] Niven, creador de la serie de Mundo anillo y una de las principales influencias literarias reconocidas por el propio Banks (sí, en fin, qué […]

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.