Ondina

El escocés George MacDonald es considerado como el primer autor moderno de fantasía británico (lo cual no es del todo cierto, aunque sí fue el primero influyente). De todas formas, también él contaba con sus modelos, aunque para localizarlos hay que trasladar el foco de atención de las Islas Británicas a Alemania, en particular al romanticismo de principios del siglo XIX, con figuras como los hermanos Grimm, E. T. A. Hoffman, el poeta Novalis o Friedrich de la Motte Fouqué (y aun antes, habría que situarlo en Francia… remontar las cadenas de influencia es un ejercicio sin fin).

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Así pues, en 1811 Friedrich de la Motte, barón de Fouqué, publicó la que sería una de las obras más influyentes del género fantástico, la novela corta (según nuestros estándares) «Ondina» («Undine»), que MacDonald señalaría como el mejor ejemplo de la belleza de los cuentos de hadas. Su temprana traducción al inglés (y luego a otros muchos idiomas, aunque en español tuvimos que esperar hasta 1893) la convirtió en un auténtico fenómeno durante todo el siglo XIX, editándose a veces junto con otro romance de Friedrich de la Motte, «Sintram y sus compañeros» (un cuento de navidad oscuro, sobre un príncipe nórdico, hijo de un sanguinario y pagano jefe vikingo y de una monja, citado por William Morris como fuente de inspiración).

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La historia narra cómo cierto día el joven caballero Huldbrand, tras atravesar un bosque tenebroso, donde es asaltado por extrañas apariciones, llega hasta la cabaña de unos humildes pescadores. Allí conoce a Ondina, su hija adoptiva, una joven tan bella como alocada, que al instante muestra un gran interés por tan insólito huésped. Cuando se dispone a partir de vuelta a su castillo, unas lluvias torrenciales transforman la península donde se asienta la cabaña en isla, de la que no es posible escapar. Así, en estrecho contacto, Ondina acaba conquistando a Huldbrand, que decide casarse con ella, sin saber que se trata en realidad de un espíritu del agua, hija de un río, que busca con su unión a un mortal obtener un alma, algo que no les ha sido concedido por Dios a los espíritus elementales como ella.

No avanzaré mucho más en la trama. Baste con apuntar lo obvio, que si te casas con un espíritu del agua, mejor le eres fiel.

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«Ondina» es una historia que casi tiene más de romance trágico que de fantasía, tal y como la entendemos hoy en día. Friedrich de la Motte Fouqué era un gran medievalista, conocedor tanto de los libros de caballerías como de leyendas y tratados antiguos. En particular, aunque las historias sobre el trato entre espíritus del agua y mortales han proliferado y se han ido influyendo entre sí a lo largo de los siglos, se pueden rastrear las raíces de esta novela hasta dos fuentes.

Por un lado la leyenda de Melusina, un espíritu de las aguas, casada con un caballero bajo la condición de que éste no debe verla en sábado, día de la semana en que la mitad inferior de su cuerpo asume la forma de serpiente (o pez). Su formulación más famosa corresponde al escribano Jean d’Arras, quien en 1392-1394 la compuso como fábula moral a petición de un noble. En 1456 esta historia fue traducida al alemán, alcanzando gran popularidad como chapbook (el equivalente al folletín pulp de la época).

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Por otro, a la obra del alquimista suizo del siglo XVI Paracelso, y más en concreto a su «Tratado de los Seres Elementales» (Liber de Nymphis, sylphis, pygmaeis et salamandris et de caeteris spiritibus, 1544), un folleto que escondía tras una mitología inventada en gran parte ad hoc enseñanzas alquímicas sobre los cuatro elementos clásicos (agua, aire, tierra y fuego), y que pasó a nutrir de criaturas fantásticas la literatura de los siglos posteriores. En sus páginas, por ejemplo, se menciona por primera vez a los gnomos y a los silfos, y también en ellas se describe en detalle el destino de un mortal casado con una ninfa (u ondina), si éste la desaira cerca del agua.

En «Ondina» es posible encontrar muchos de los rasgos que luego serían característicos de la literatura fantástica británica temprana. Está, por ejemplo, su medievalismo, la fuerte conexión con el cristianismo (que pasaría de aquí a MacDonald, y de éste a los Inklings, en especial a C. S. Lewis), las raíces germánicas de muchas de las criaturas mágicas (algo que Tolkien se propuso cambiar, dotando a Inglaterra de una mitología propia), la mención a los gnomos (o goblins) en relación con su interés por el oro y la minería (que tiene su reflejo en «La princesa y los trasgos«, pasando de ahí a influir en «El hobbit«) o la estrecha conexión entre fantasía y romance.

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Entre sus ediciones inglesas, destaca quizás la de 1909, ilustrada por Arthur Rackham (de donde he extraído la mayor parte de las imágenes para esta entrada), que demuestra cómo se mantuvo su popularidad hasta bien entrado el siglo XX (el interés por los cuentos de hadas decayó mucho tras la Primera Guerra Mundial). En cuanto a España, aunque llegó tarde, contamos con quince ediciones, bien en solitario o en antologías sobre escritores románticos alemanes.

Otras opiniones:

~ por Sergio en febrero 1, 2014.

5 respuestas to “Ondina”

  1. Creo que podría gustarme. Apuntada queda.

    Saludos.

  2. Podrías decirme el titulo de la traducción alemana de Melusina? O donde obtuviste la información? Me urge para un trabajo de la facultad.

    • La versión alemana de 1456 es «Melusine», de Thüring von Ringoltingen. Puedes encontrar la información básica en la entrada de la Wikipedia en inglés sobre Melusina («Melusine»), y a partir de ahí ya tocaría pasar a fuentes en alemán si quisieras profundizar.

      Las ediciones actuales, por lo que he podido ver, llevan por título: «Die Historie von der schönen Melusina».

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