Entrevista con el vampiro

Hace una semana se anunció que el pasado día 11 había fallecido a los ochenta años Anne Rice, a consecuencia de un derrame cerebral.

Autora relacionada con el southern gothic, publicó su primera libro, «Entrevista con el vampiro», en 1976. Tras la fría acogida inicial, se apartó de la escritura fantástica por nueve años, durante los que sacó un par de títulos realistas y, en 1985, un par de novelas eróticas (publicadas bajo seudónimo), que darían lugar a sendas series. Ese mismo año salió a la luz «Lestat el vampiro», que supuso toda una reinterpretación de sus personajes originales y un cambio de estilo, inaugurando así realmente las Crónicas Vampirícas, una larga serie que acabaría extendiéndose por quince libros.

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Junto con ella, publicó la trilogía paralela de las brujas de Mayfair y tres historias independientes en un estilo similar, antes de anunciar en 1998 su conversión al cristianismo y el abandono de sus anteriores series. Sin embargo, en 2010 (tras una trilogía histórica en torno a la figura de Jesús y un par de novelas fantásticas de temática cristiana), retornó a sus temas habituales con dos novelas sobre licántropos, una secuela de la hasta entonces novela independiente de Ramsés el maldito y los tres últimos libros de las Crónicas Vampíricas, sobre el príncipe Lestat.

La novela sobre la que sustenta su fama comienza con un vampiro, Louis, en el Nueva Orleans contemporáneo que ha decidido contarle la historia de su vida a un joven periodista (innominado en este primer libro, donde solo recibe el apelativo de «el chico»). Empieza así a relatar cómo fue convertido en 1791, cuando contaba con veinticinco años y era el cabeza de familia de unos colonos franceses en una plantación (Pointe du Lac) cercana a la ciudad antigua (en ese momento, colonia española).

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El vampiro que lo ha atacado, Lestat, pretende utilizar su dinero y posesiones para gozar de una posición que no puede procurarse por él solo (y para cuidar de su anciano padre ciego), pero las dispares personalidades pronto entran en conflicto, con el más refinado y sensible Louis hartándose progresivamente del tosco Lestat y de sus promesas de revelarle grandes secretos sobre su existencia sobrenatural. Todo acaba por estallar una noche en que los esclavos se rebelan y la mansión acaba siendo destruida por las llamas. Ese hubiera podido ser el fin de la asociación, pero una vez a salvo en un hotel de la ciudad, Lestat encuentra el modo de atar a Louis a su lado, convirtiendo en vampiresa a Claudia, una niña de apenas cinco años.

Las relaciones tumultuosas entre los tres se prolongan por años, mientras Claudia, incapaz de cambiar, sigue atrapada en el cuerpo de una niña, lo que va generando un odio cada vez más profundo hacia Lestat (y Louis), que finalmente vuelve a estallar, lanzando la novela en un nuevo rumbo, a la búsqueda de un sentido para esa existencia nocturna y depredadora a la que están todos ellos atados.

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Las circunstancias que rodearon la escritura de «Entrevista con el vampiro» («Interview with the vampire») son determinantes para el resultado final. Unos pocos años antes, Anne Rice había perdido a su primera (y por entonces única) hija, debido a una leucemia. Estaba a punto de cumplir los cinco años.

El ambiente mórbido y decadente de la novela, ese horror más ético o metafísico que tangible, nace en parte de la angustia por comprender un acontecimiento tan devastador como sobrevivir a un hijo, aquejado de una horrible maldición en la sangre. Es un sentimiento, el del dolor de la supervivencia, que se enhebra con una pérdida filosófica, la de un referente moral universal, debido al viaje desde el catolicismo de su niñez al ateísmo de ese momento de su vida, y que impregna cada página de «Entrevista con el vampiro» con un vértigo metafísico. Lo que impulsa a Louis no son sino las preguntas eternas: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Existe el bien? ¿Existe el mal? ¿Existe una autoridad ante la que plegarme y que me exonere de la responsabilidad por mis actos? ¿Qué me impulsa a vivir?

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Anne Rice no fue la primera en retratar a un vampiro con dudas éticas. Ya en el serial victoriano de «Varney el vampiro» (James Malcolm Rymer y Thomas Peckett Prest, 1845-1847) hay entregas en los que el personaje titular siente aprensión por verse obligado a matar para sobrevivir (en otras, la mayoría, no; no se puede decir que ese serial fuera un paradigma de coherencia interna). Posiblemente sí que fue pionera en el modo en que simpatiza con el monstruo, hasta el extremo de que el punto de vista humano no tiene apenas cabida en la novela (salvo algún comentario suelto del periodista). En 1976 eso suponía ir completamente contra corriente, y tal vez por eso no fue sino hasta diez años después que sus novelas encontraron por fin su público.

Las Crónicas Vampíricas resultan en cierta forma irresistibles para la naciente cultura gótica y la figura trágica y romántica del vampiro empezó a cobrar forma, primero como metáfora de lo marginal y diferente (muchos lectores encontraron en ellos una metáfora sobre la homosexualidad que la autora negaba, aunque sobre todo a partir de los años noventa este componente empezó a ser más y más explícito en su ficción), idealizado por Anne Rice en su serie, con unas connotaciones mucho más oscuras y violentas en los libros de Poppy Z. Brite (como «La música de los vamprios«, de 1992) y más tarde, ya completamente suavizado, como una desvaído símil de la represión sexual («Muerto hasta el anochecer«, de Charlaine Harris, 2001, y cientos de obras de romance paranormal) o simplemente de la adolescencia (saga de Crepúsculo, de Stephanie Meyer, 2005-2008).

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Es cierto que a Anne Rice podría achacársele parte de «culpa» en este proceso (en el que también es crucial la película de Francis Ford Coppola «Drácula, de Bram Stoker», 1992; así como los libros de Anita Blake, de Laurell K. Hamilton), pero al menos ella nunca renunció por completo al componente de horror, nunca terminó de desligar por completo sus vampiros de su naturaleza monstruosa, y la completa amoralidad de Claudia, por ejemplo, queda retratada como un horror mayor que el nihilismo de superhombre de Lestat.

«Entrevista con el vampiro» es un magnífico ejemplo de Southern gothic. Las contradicciones subyacentes dotan a la novela de una fuerza de la que el resto de la serie carece (a partir de «Lestat el vampiro», Anne Rice replanteó por completo el enfoque narrativo y filosófico de la serie, arrebatándole el protagonismo y la palabra a Louis para centrarlo todo en un reinterpretado Lestat). En otras palabras, pienso que esta novela es muy, muy superior al resto y vale mucho la pena.

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En 1977 la novela fue designada finalista del British Fantasy Award (un año en que ganó Gorden R. Dickson por «La torre abominable«) y en 1992 fue magníficamente adaptada al cine por Neil Jordan (aunque los personajes de Louis y Lestat presentan cierta influencia de su plasmación en el resto de libros de la trilogía original, «Lestat el vampiro» y «La reina de los condenados», que por entonces ya estaban publicados).

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Anne Rice (4 de octubre de 1941 – 11 de diciembre de 2021)

IN MEMORIAM

~ por Sergio en diciembre 20, 2021.

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