Watchmen, sólo la película

Ha costado, pero al fin hemos ido a ver «Watchmen», en gloriosa versión digital (aunque lamentablemente en pantalla de «sólo» 14 metros). Desde que va la cosa han surgido críticas y comentarios para todos los gustos, aunque las de nuestro pequeño guetto han solido hacer hincapié en la comparación con el original. En este sentido, más que poner muchos enlaces, me contentaré con uno, a la entrada que sobre la película ha escrito Rafael Marín (autor de «W de Watchmen») en su blog, especialmente por los 418 comentarios que ofrecen una perspectiva bastante completa de lo que los aficionados piensan sobre la adaptación.

Me ha resultado curioso comprobar cómo se repite una y otra vez una idea: Ha sabido meter los temas de forma aceptable, pero alguien que no conozca el cómic no se habrá enterado de nada.

Es curioso porque resulta una especie de reafirmación tras el deseo manifestado con cierta vergüenza de que la obra de Snyder reivindicara el cómic en un medio «más prestigioso». Vamos, que se percibe una dicotomía entre el anhelo de que la peli demuestre que también se puede contar mediante una sucesión de viñetas una historia rica y profunda, con personajes complejos y sublecturas adultas… y la determinación de no admitir por un momento que contada mediante imágenes en movimiento la obra le pueda llegar ni a la suela de los zapatos al original del 1988 de Alan Moore y Dave Gibbons.

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La verdad es que esto último es un aspecto que no entraremos a discutir en esta entrada (por razones obvias), pero sí podemos decir algo sobre las sensaciones de un espectador virgen a las andanzas de los Watchmen, pues ése era el estado de dos tercios del Team Rescepto cuando ayer nos sentamos en las butacas del cine.

Despejemos primero la cuestión primordial: la historia se entiende perfectamente, gracias. No se le está dando bastante mérito a Zack Snyder por haber sabido construir una historia sólida y que transmite a la perfección su (ambiguo) mensaje. Siendo (por motivos puramente circunstanciales) ajeno a todos y cada uno de los doce volúmenes que componían la edición original, no dudo que se me escapan sublecturas (sin contar todo el material que no ha encontrado acomodo en las poco más de dos horas y media de metraje) pero en cualquier caso la película es perfectamente disfrutable sin conocer nada o casi nada con antelación.

Para quien desconozca la premisa, «Watchmen» describe un 1985 alternativo, en el que el punto jumbar aconteció unas cuatro décadas antes, cuando un pequeño grupo de ciudadanos estadounidenses decidieron combatir el crimen ataviados con disfraces. Por tanto es un escenario donde se desarrollan las consencuencias de un mundo en el que los superhéroes (al estilo «vigilante» enmascarado) han existido y desarrollado abiertamente sus actividades hasta su ilegalización mediante el acta Keene de 1977 (todo ello explicado durante los títulos de crédito a base de escenas semiestáticas). Los superpoderes se encuentran ausentes salvo por un personaje, apodado Doctor Manhattan, víctima de un accidente mientras trabajaba en física de altas energías, cuya omnipotencia lo aproxima a los dioses (o lo aleja de los simples humanos).

Resulta intereseante comprobar las diferencias con respecto a nuestra línea temporal propiciadas por este hecho. Básicamente, el mundo de «Watchmen» es un poco más oscuro, un poco más permisivo con las medidas represivas (Nixon está disfrutando de su tercer mandato consecutivo, algo no permitido por la actual ley electoral estadounidense), con unas relaciones internacionales un poco (sólo un poco) más tensas… lo que provoca que al inicio de la historia el mundo se encuentre al borde de la guerra nuclear. Son cambios muy sutiles que tienen que ver con la soberbia. Los Estados Unidos son una potencia que gracias al Doctor Manhattan no ha recibido ninguna cura de humildad y que por la acción de los encapuchados está (más) familiarizada con las soluciones de índole fascista. En este conexto, el acta Keene constituye una reacción en contra de esta situación, aunque la motiva sobre todo el miedo, expresado en la frase «¿Quién vigila a los vigilantes?» («Who watches the watchmen?») del poeta romano de finales del siglo I Decimo Junio Juvenal.

La primera escena que se nos muestra es el asesinato del Comediante, uno de los «superhéroes», en teoría retirado, a manos de un ignoto enmascarado. Este hecho pone en marcha una serie de sucesos que hacen avanzar la historia, propiciando continuos vistazos al pasado en forma de flashbacks que nos revelan los claroscuros de los Minutemen, el grupo original de vigilantes («minutemen» puede referirse tanto a grupos de civiles que asumen funciones parapoliciales, por ejemplo en el control de fronteras, con potestad incluso para utilizar fuerza mortal, como a un tipo de misiles nucleares intercontinentales estadounidenses, en servicio desde 1960). Poco a poco vamos conociendo a Rorschach (un vigilante hiperviolento, que se ha negado a acatar la ilegalización) y al resto de superhéroes de segunda generación (Espectro de seda II, Búho nocturno II, Ozimandias) y en menor medida a los de la primera (sus historias, al parecer, pertenecen a la porción podada de la novela gráfica). El Doctor Manhattan y el Comediante pertenecen a ambos grupos.

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La supuesta conspiración contra los superhéroes va complicándose, provocando el retorno forzoso (aunque un tanto tímido, como conscientes de su futilidad) de los superhéroes, mientras el mundo va aproximándose minuto a minuto a la medianoche que supone la guerra nuclear total.

Sería imperdonable analizar en mucho mayor detalle la trama, pues lo interesante es ir desenmarañándola mientras se asiste a la proyección. Tan sólo insinuaré que la película trabaja fundamentalmente a dos niveles. Por un lado como análisis del «fenómeno superhéroe» desde un punto de vista tan realista como es posible (en su faceta personal, a través de las motivaciones, casi siempre irrelevantes, de los protagonistas, y en su faceta global, como radiografía de un mundo que los ha creado y alentado), por otro a modo de trama detectivesca (género negro), en busca del responsable último del plan que se pone de manifiesto con la muerte del Comediante y de las consecuencias que tendría su culminación, con la amenaza de la aniquilación total pendiendo sobre todas las decisiones.

Una de las críticas que se leen a menudo trata sobre la falta de ritmo de la película (a continuación, se le suele conceder el beneficio de la duda hasta la llegada de la versión ampliada en DVD, que contará con una hora de metraje adicional). Lo he estado pensando y creo que no es ése el problema (aunque sin duda existe algo que no termina de cuadrar). Tal vez distraiga un poco el género, pues «Watchmen» no se desarrolla como una película de superhéroes, ni siquiera como una película de acción. En realidad, no creo que existan muchos referentes. Al final, nos encontramos ante una reflexión sobre el poder (quién lo detenta, quién tiene derecho a detentarlo, cómo lo usa, cómo debe usarlo, cuáles son las consecuencias), alejada de la simple moraleja de la típica peli yanqui de tipos enfundados en pijamas. Como largometraje-tesis me recuerda un poco a una par de obras difíciles y con ritmo inusual: «Zodiac» y «Munich». Sin embargo, a «Watchmen» le falta algo para llegar a su misma cota de excelencia. La cinta de Fincher se construye en torno al personaje interpretado por Jake Gyllenhaal, mientras que la de Spielberg posee su centro de gravedad sobre los hombros del encarnado por Eric Bana. ¿Cuál sería su equivalente en «Watchmen»?

En un primer vistazo podríamos vernos tentados a señalar a Rorschach, pues son sus esfuerzos los que hacen avanzar los acontecimientos de 1985, pero su presencia es nula en el pasado, por lo que no sirve como ancla. En realidad, la columna vertebral de la película (no sé si también de la novela gráfica original) es el Comediante. Pese a morir en los primeros planos y a no disponer de ninguna escena prolongada para su lucimiento, todos los sucesos cruciales parecen orbitar a su alrededor (incluso sus apariciones más nimias acaban cobrando importancia crucial). ¿Y qué ocurre con el personaje durante un tramo significativo a mitad del metraje? Desaparece.

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Es en ese punto donde a mi entender la película pierde su ancla y comienza a derivar. Asistimos a una serie de escenas mal interconectadas y perdemos de vista el inicio, la clave para interpretar los hechos (ojo, aunque sea imprescindible en este sentido, la vida y obra del Comediante poseen poca relevancia intrínseca, es sólo el sustrato, o quizás el catalizador, de la auténtica reacción). Por ejemplo, Ozimandias, un personaje crucial, se nos presenta durante esta sección mal cohesionada, por lo que queda un tanto desubicado. Cuesta insertarlo en su lugar en el puzzle. Viene a ser la pieza que dejas de lado para colocarla más adelante, cuando descubres dónde encaja. Es un hilo suelto; lo cual, por la complejidad de la trama, se erige en un obstáculo para asimilar el conjunto. Al cabo de unos minutos de desconcierto, el Comediante regresa, pero la integridad de la historia ya se ha visto parcialmente resquebrajada y además tiene que currarse el recobrar esa cualidad de centro de gravedad argumental.

Es un problema que podría soluciar muy bien el montaje extendido (bien sea ampliando la labor de argamasa del Comediante en esa zona, bien estableciendo puentes que permitan salvar la brecha con mayor seguridad; por ejemplo, trabajando desde algo antes el personaje de Ozimandias).

Sea como sea, llega el final, con un clímax que difiere un poco del original… y por lo que he leído creo que mediante una simplificación a mejor (que me perdonen los puristas, pero soy biólogo). Es un final duro, poco condescendiente. Nos obliga a reflexionar en torno a si aceptaríamos o no la solución que se nos propone (de buenas a primeras, seguro que cualquiera diría que no, pero ¿y si de verdad nos viéramos en esa disyuntiva?). ¿Y qué pasa con el responsable? ¿Podemos aceptar las consecuencias como un mal necesario y rechazar al mismo tiempo a quien lo ha orquestado todo? ¿Estamos dispuestos a realizar esa pirueta mental? ¿O tal vez el malabarismo lo supondría rechazar de verdad, no como una pose sino con sinceridad, los medios, aceptando las consecuencias que pudieran derivarse de ello? ¿Y cómo concilinarnos con nuestra propia conciencia si a la postre llegamos a la conclusión de que ésa era (es) la única salida factible?

Tal vez el cómic ofrezca más alimento, pero desde luego, la película no se queda corta.

Lástima que haya llegado en mal momento para echar en cara al espectador dilemas de imposible resolución.

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en marzo 22, 2009.

7 respuestas to “Watchmen, sólo la película”

  1. Pues he aquí un espectador virgen sin ninguna idea de la trama hasta ver la película y puedo decir que fue por completo entendible. A mi me gustó y le daría un excelente excepto por ese problema de ritmo que la hace por momentos tediosa y excesivamente larga.

    Creo que estas historias seriadas fallan en el lenguaje cinematografico por eso mismo, son una serie de historias cortas continuadas que se manejarían mejor en el lenguaje de la miniserie televisiva.

  2. Por volumen quizás, aunque el cine lleva muchos años adaptando libros tochos con diverso grado de éxito (y sin tanta presión; al parecer, el aficionado al cómic no puede soportar que falte una sola viñeta o línea de diálogo). Lo de las miniseries me lo creeré cuando por fin haya una (de género fantástico) que le haga justicia al original (la pelota está en el tejado de HBO con «Canción de hielo y fuego»).

  3. Hijos y el Mesias de Dune no estuvieron mal (lo que no se puede decir de la adaptación de Dune). Con un presupuesto como el usado por HBO en Roma o en Carnivale creo que se hubiera logrado un producto excelente.

  4. Pero como adaptación es bastante menos fiel que «Watchmen» (por fortuna, que «Mesías de Dune» es un truño de cuidado e «Hijos de Dune» tampoco es maravillosa). Hoy por hoy, la adaptación en miniserie parece conllevar carta blanca para pasarse la historia original por el forro (véase «La leyenda de Terramar»).

    Una buena adaptación debería poder sacar partido de las virtudes de cada medio, aceptando sus diferencias. El mejor ejemplo que se me ocurre es la adaptación a serie de los libros de Jeff Lindsay sobre Dexter (que contienen una infinitesimal parte de la profundidad de cada temporada).

    Por cierto, «Roma» y «Carnivale» fueron canceladas, pese a conseguir audiencias respetables, por exceso de presupuesto.

  5. Carnivale fue pensada como una serie de varias temporadas pero tienes razón, el presupuesto se les disparó y tuvieron que cancelarla pero Roma fue desde un principio pensada y presupuestada como una miniserie de dos temporadas y nada más (justamente suspendieron Carnivale para hacer Roma ya que era más rentable).

    Me parece que una obra como Watchmen hubiera funcionado en ese formato, algo corto como Lost Room por ejemplo. Lo otro, la habilidad que tienen los creativos de la TV para adaptar con exito una serie fantástica a ese formato, ya es otra cosa pero siempre se les pueda dar el beneficio de la duda ;)

    Por lo menos era mi esperanza con Fundación de Asimov pero ya me enteré de que se va a adaptar a la pantalla grande así que tampoco espero un resultado maravilloso.

  6. Bueno, con «Roma» había dos opiniones, la de los que ponían las ideas y la de los que ponían la pasta. Según los primeros, la serie hubiera continuado durante los primeras décadas del imperio, pero los que pagaban decidieron que ya había suficiente. Para cuando los resultados de audiencia llegaron, ya habían destruido los sets, así que resultaba imposible retomar el plan original. (En comentario aparte, me resultó muy decepcionante desde el punto de vista de la trama; demasiados años cargados de acontecimientos en demasiados pocos capítulos).

    Terry Gillian, que estuvo al frente de la adaptación de Watchmen (en 1989) se retiró alegando que necesitaba al menos una serie de seis horas para incluirlo todo (y ahí comenzó la leyenda de su inadaptabilidad).

    En cuanto a «Fundación»… tendrías que leer las declaraciones que hizo en su momento uno de los guionistas involucrados. Comentaba que la historia era un poco sosa, y que para imprimirle algo de chispa había que incluir piratas espaciales, batallas y cosas así.

  7. Oh Dios

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