Seis de cuervos

La autora israelí (aunque afincada desde muy joven en los EE.UU. y poseedora de la doble nacionalidad) Leigh Bardugo publicó su novela debut, «Sombra y hueso» en 2012. En aquel momento, formaba parte de una nueva generación de escritoras que irrumpían en el género de la fantasía con una propuesta novedosa, que aunaba fantasía épica con elementos tomados de la literatura romántica y en ocasiones de los cuentos de hadas, con una orientación juvenil (otros nombres importantes serían Sarah J. Mass, Jennifer Armentrout o Marissa Meyer, esta última añadiendo elementos cyberpunk).

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«Sombra y hueso» fue la piedra fundacional del Grishaverso, su escenario predilecto, que suma hasta la fecha ocho libros: la trilogía de Sombra y Hueso, las bilogías de Seis de Cuervos y Nikolai y una compilación de relatos. Una de sus peculiaridades es que la inspiración no es medievaloide, sino decimonónica, y más específicamente, al menos para sus tres primeros libros, la Rusia zarista, que encuentra en su obra el reflejo de Rakva, el país donde nacen los grishas, personas dotadas de poderes sobrehumanos y que por ello son temidas y a menudo perseguidas en todo el mundo (en especial por fanáticos drüskelle de Fjerda).

«Seis de cuervos» («Six of crows», 2015) no se ambienta en Rakva, sino que arranca en la ciudad de Ketterdam, la capital del país insular de Kerch, un poderoso enclave comercial (inspirado en Amsterdam) gobernado por el concilio de mercaderes, con un activo y floreciente sustrato criminal, cuyo centro de operaciones es el peligroso barrio del Barril. Allí, como líder de la banda de los Cuervos (a su vez dependientes de uno de los grandes jefes), encontramos a Kaz «Manos Sucias», el principal protagonista de la historia.

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La acción arranca cuando uno de los principales comerciantes lo contrata, por una suma desproporcionada, para rescatar a un hombre de la cárcel más segura del mundo, la Corte de Hielo, la capital de Fjerda. Este cautivo tan solicitado es un inventor de Shu Han que ha perfeccionado una droga, la jurga parem, capaz de multiplicar los poderes de los grisha (a costa de provocarles una adicción incontrolable). Para una empresa tan arriesgada, Kaz necesitará a sus mejores seguidores: el tirador Jesper, su espía-asesina particular Inej, el joven artificiero Wylan Van Eck y la mortificadora (una grisha especilizada en afectar al cuerpo humano con intenciones ofensivas) Nina. Para acceder a acompañarlos, esta última exigirá la liberación de Matthias, un drüskelle con el que comparte un pasado tormentoso.

Como ya se puede apreciar, «Seis de cuervos» adapta una narrativa propia del género criminal, el arquetipo del grupo reunido para cometer un atraco, a un escenario fantástico. No fue la primera en hacerlo (con un escenario muy similar tenemos «Las mentiras de Locke Lamora«, de Scott Lynch en 2004; mientras que el arquetipo del atraco lo podemos encontrar en una de las secciones que forman «La mejor venganza«, de Joe Abercrombie en 2009), pero sigue siendo una aproximación lo bastante novedosa como para resultar atractiva. Una historia así se sustenta en dos pilares: la caracterización de los personajes y el desarrollo del golpe (formación del equipo, planificación, ejecución, obstáculos, adaptación, fallo, improvisación y, finalmente, resolución satisfactoria). En estas dos facetas, Bardugo no alcanza el mismo éxito, aunque en ambos casos el resultado es cuando menos satisfactorio.

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La mejor baza de «Seis de cuervos» se encuentra en sus personajes (una vez olvidas lo ridículamente jóvenes que los presenta; aunque basta con añadirles mentalmente cuatro o cinco años para subsanar cualquier disonancia). Bardugo se preocupa de dotar a cada uno de sus propias características. Obviamente, todos tienen una función específica dentro de la trama (el cerebro, el pistolero, la acróbata/asesina, el ingeniero, la especialista y el traidor), pero eso no los define por completo. Cada uno de ellos posee además sus propias motivaciones, virtudes y flaquezas, ya sea una incapacidad para conectar con los demás, una adicción a la adrenalina un pasado del que huir… o que vengar. Sobre esto, además, se construyen varias relaciones románticas (uno de los añadidos de esta nueva fantasía que se viene desarrollando desde hace poco más de una década), no solo muy bien definidas, sino también muy bien enhebradas en la historia.

La principal, o al menos la que más desarrollo tiene en este libro en concreto, es el arco enemies-to-lovers (por utilizar terminología del género romántico) de Nina y Mathias. Tal vez demasiado central para mi gusto, pero muy bien planteado, con un odio basado en parte en malentendidos, pero enraizado sobre todo en prejuicios culturales que ambos deben superar. Un camino complejo que ocupa toda la novela y que entronca además con los grandes temas del Grishaverso. En comparación, las otras dos subtramas se presentan como secundarias. La (no) relación entre Kaz e Inej queda apenas planteada, con su resolución aplazada para la segunda parte de la duología («El reino de los ladrones»), mientras que la incipiente atracción entre Fjerda y Wylan (si he interpretado bien los signos), posiblemente cobrará protagonismo en esa misma entrega.

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Bajo todo ello se desarrolla la trama del golpe imposible, y aquí he de señalar que el resultado no es tan redondo. Por un lado, la historia carece de sofisticación. Es una aventura bastante lineal, con los previsibles obstáculos resueltos no siempre del modo más convincente. Lo peor, sin embargo, es que recurre a uno de los peores vicios del subgénero (de los atracos), que es hacer trampas con el control de la información para sorprender, en este caso al lector, con giros inesperados.

En honor de la verdad, la mitad de las veces el truco funciona, porque la autora ha conseguido justificar la omisión o el engaño (Kaz es una fanático del antiguo arte de que su mano izquierda no sepa lo que está haciendo la derecha). En otras ocasiones, sin embargo… Digamos que hay que tener un cuidado exquisito en no confundir engaño legítimo con truco sacado de la manga, y la novela no siempre logra mantenerse del lado correcto de la frontera.

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A grandes rasgos, sin embargo, esta es una queja menor, porque lo importante se soluciona de un modo satisfactorio y tampoco cabe protestar mucho por el cliffhanger final, dado que sabemos desde el principio que es una historia que se desarrolla en dos partes. «El reino de los ladrones» se publicó al año siguiente y la segunda duología del Grishaverso («El rey marcado» y «Ley de lobos», publicada entre 2019 y 2021) presenta entre sus personajes principales a Nina.

Otras opiniones:

~ por Sergio en enero 25, 2024.

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