Piensa azul, cuenta hasta dos (Los Señores de la Instrumentalidad I)

Cordwainer Smith fue el seudónimo escogido por Paul Linebarger, experto sinólogo (ahijado, de hecho, de Sun Yat-se, el padre de la nación China), doctor en ciencias políticas y una autoridad mundial en lo referente a la guerra psicológica. Su obra no es particularmente extensa, a lo cual contribuyeron varios factores: una incorporación tardía al género (con su primera publicación profesional a los treinta y siete años), múltiples intereses profesionales que hacían de la escritura una actividad secundaria y una muerte temprana (por un ataque al corazón a los cincuenta y tres).

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Constituyen toda su obra de género treinta y cuatro relatos y una única novela, «Norstrilia«, escritos entre 1950 y 1966 (salvo un cuento juvenil bastante anterior), con la peculiaridad de que la mayor parte de esta producción (todo menos seis relatos) se articula en torno a una historia coherente de la humanidad en su expansión por las estrellas, que ha sido bautizada como el Redescubrimiento del Hombre («the Rediscovery of Man«) o como Los Señores de la Instrumentalidad («the Instrumentality of Mankind«) y que se extiende al menos catorce mil años en el futuro. Tras su muerte (y con la incorporación de algún texto inédito hasta el momento), se ha recopilado en numerosas ocasiones, siendo quizás la más completa la edición española de Ediciones B en cuatro volúmenes, entre 1991 y 1995, bajo el título común de «Los Señores de la Instrumentalidad».

Es una edición muy cuidada, acompañada de varios ensayos sobre la vida y obra de Paul Linebarger / Cordwainer Smith, organizada no según la fecha de publicación original, sino de acuerdo a una (propuesta) cronología interna de la serie, empeño que se ve dificultado tanto por tratarse de una serie inacabada como por la pérdida accidental de los apuntes del autor al respecto (se le cayeron al mar mientras pescaba, poco antes de su muerte).

El primer volumen de esta recopilación, que adopta como título el del relato de 1963 «Piensa azul, cuenta hasta dos» («Think blue, count two»), incluye catorce cuentos, cuya acción se enmarca desde aproximadamente el año 2.000 (con una prolongación de la Guerra Fría) hasta el 13.000, justo antes de la que podría considerarse la secuencia principal, la del Redescubrimiento del Hombre (o de los valores intangibles, perdidos en el utilitarismo de la pseudo utopía de la Instrumentalidad).

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Son textos peculiares, muy alejados de cualquier cronología similar que se haya podido hacer antes (la Historia del Futuro de Heinlein o el universo de la Fundación de Asimov) o después. Ya no sólo por distribuirse los hechos a lo largo de milenios (algo hasta cierto punto anecdótico), sino por un estilo y una filosofía subyacente única en el campo de la ciencia ficción, nacidos de la amplia experiencia de Linebarger (quien, para empezar, se inspira en modelos narrativos de la literatura tradicional china) y de una sensibilidad especial, que en vez de recurrir al lenguaje técnico para describir las maravillas tecnológicas, utiliza la poesía (en forma de metáforas que rara vez se molesta en explicar), creando un futuro sugestivo, misterioso e incluso algo mítico (muchos de los cuentos se perciben como leyendas de un tiempo pretérito, recuperadas como mitos fundacionales por una cultura muy posterior). La crítica señala a menudo la inspiración religiosa de la serie, aunque posiblemente esta faceta (que tiene más que ver con la espiritualidad y el anhelo de trascendencia que con elementos doctrinales específicos) se encuentre más desarrollada en los volúmenes posteriores.

A la atmósfera descrita contribuyen el uso profuso de neologismos, como «luminicción» («pinlightning» en el original), cuyo significado concreto se deja a la imaginación de cada cual, las bromas lingüísticas (muchos de los nombres de los personajes proceden de palabras, en especial números, en diversos idiomas) y otros juegos metaliterarios (Cordwainer Smith pertenece a la larga lista de escritores de ciencia ficción obsesionados con los gatos).

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En cuanto a los textos, es posible encontrar en «Piensa azul, cuenta hasta dos» auténticas joyas  (empezando por el cuento que da título al conjunto, sobre mecanismos de protección en las largas travesías interestelares). Sin ir más lejos, «Los observadores viven en vano» («Scanners live in vain«), el primer cuento publicado profesionalmente, es una auténtica maravilla. En 1950, tras ser rechazado por varias publicaciones, acabó apareciendo en la muy marginal revista Fantasy Book, despertando de inmediato la curiosidad de los aficionados, que creyeron descubrir tras el seudónimo a algún maestro ya consolidado, incapaces de creer que un relato tan sugestivo (sobre la naturaleza humana, el sacrificio y la moralidad, con la extrañeza del espacio exterior como telón de fondo) fuera obra de un recién llegado.

Casi igual de sugerentes son «La dama que llevó El Alma» («The lady who sailed ‘The Soul‘»), una historia de amor que supera todas las dificultades, «El juego de la rata y el dragón» («The game of rat and dragon»), sobre los peligros inimaginables del espacio profundo y la estrecha relación entre los pilotos y los gatos entrenados para enfrentarse a ellos, o «Dorada era la nave… ¡oh! ¡oh! ¡oh!» («Golden the ship was, oh!, oh!, oh!»), en la que se perciben ecos de la especiadad de Linebarger en guerra psicológica (aunque, una vez más, expuesto como leyenda, antes que como fría estrategia militar).

Menos interesantes, a mi parecer, son los relatos inspirados en los acontecimientos sociopolíticos de la época (como «¡No, no, Rogov, no!», inspirado en las tensiones de la Guerra Fría, o «Cuando llovió gente», una suerte de alerta frente a la revolución popular china que había mandado al exilio en Taiwan al gobierno republicano) o un intento no demasiado sofisticado de humor con «Del planeta gustible». De todas formas, los peores textos son quizás aquellos que el propio autor no publicó en vida, en especial aquellos que explican demasiado (como «La reina de la tarde»), echando a perder parte del misterio, un ingrediente esencial de la serie.

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A juzgar por los relatos presentados en este primer volumen (los otros tres los tengo a la espera de ocasión propicia para leerlos, ¡ay!), la serie de «Los Señores de la Instrumentalidad» constituye todo un hito semi olvidado de la ciencia ficción. A caballo entre la space opera de la Edad de Oro y el humanismo de la ciencia ficción soft desarrollada a partir de los años 60. Cordwainer Smith fue un autor con una voz propia, original, poseedor de una sensibilidad especial, capaz de transformar la historia en mito y la tecnología en arte, al tiempo que disecciona la naturaleza humana y reivindica frente al frío raciocinio los valores (esperanza, amor, imaginación, lealtad…) que le confieren sentido.

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en enero 28, 2014.

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