El hobbit: La desolación de Smaug

¿Por dónde empezar?

Me acabo de releer la entrada que publiqué el año pasado referida a la primera película y aún me estoy preguntando qué ha podido ocurrir para que todo se haya derrumbado de un modo tan estrepitoso y definitivo. La segunda parte de «El hobbit» es todo aquello que los que amamos la obra de Tolkien temíamos el año 2001, antes de que se estrenara «La comunidad del anillo», multiplicado con creces por las expectativas atesoradas a lo largo de cuatro adaptaciones más que notables. En pocas palabras, una bastardización total del original literario, hasta el punto de que apenas queda en pie alguna que otra localización.

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Me gustaría poder refugiarme en la idea de que han sido cambios impuestos por los estudios para atraer al público en general (algo que, en principio, parece estar funcionando), pero el rumbo se encuentra tan radicalmente equivocado que resulta imposible no llegar a la conclusión de que a Peter Jackson le han derrotado por fin sus excesos, o que su ego ha crecido demasiado como para prestar oídos a quienes sin duda entienden más que él de la obra de Tolkien (puedo imaginarme perfectamente a Christopher Lee, todo un experto, tirándose de los pelos ante el despropósito en que se ha visto metido).

Atención, a partir de aquí spoilers a mansalva (como si importaran lo más mínimo).

Desde el mismo comienzo los indicios no son prometedores. El tono del encuentro entre Thorin y Gandalf es completamente erróneo (en especial por lo que se refiere al mago, cuyo modo de conducirse debería ser muchísimo más sutil). Tampoco es que constituya un cambio crítico. Lo grave llega a continuación, cuando Peter Jackson se salta de un plumazo la escena de «Un amigo o dos» (en el capítulo «Extraños aposentos») para sustituirla por una persecución estúpida, seguida de un no menos estrafalario Beorn.

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A continuación, el Bosque Negro queda reducido a un mal colocón (con una falta de sutileza brutal para transmitir su atmósfera opresiva), seguido de una escena de acción con arañas gigantes (la obligatoria persecución/batalla de cada media hora), donde el director no puede contenerse y transforma un rescate basado principalmente en el ingenio en una masacre (mejor no hablar del asesinato a sangre fría de una araña joven por parte de Bilbo para hacerse con el anillo, escena que lo hubiera conducido directamente por el camino de Gollum). Prácticamente el único momento ajustado a novela de todo el episodio (y si se me apura de toda la película) se da cuando el hobbit se asoma por encima de la copa de los árboles. A partir de ahí, aunque parezca difícil, la historia no va sino a peor.

Vale que en estos momentos Orlando Bloom deba de estar mendigando papeles, pero ello no es razón para transformar lo que tendría que haber sido a lo sumo un cameo glorificado (como los de Ian Holm o Elijah Wood en la primera película) en una subtrama ridícula, con elfa incluida. Se ve que Jackson se quedó con las ganas de meter a Eowyn en la batalla del Abismo de Helm y lo ha compensado inventándose a la tal Tauriel para que reparta estopa (con arco, que las arqueras están de moda). Claro que como todo es un pegote y Legolas debe quedar libre y soltero para «El Señor de los Anillos» (y, supongo, con problemas de Alzheimer, para olvidarse de todo el asuntillo apenas cincuenta años después), toca inventar un grotesco triángulo amosoro (que también se lleva) con amores imposibles, a lo Romeo y Julieta, entre Kili y Tauriel (flechazo a primera vista, oigan).

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Del capítulo «Barriles de contrabando» apenas quedan lo susodichos barriles, aunque transformados en un montaje de parque de atracciones (ése en el que te sueltan por un curso de agua sobre unas lanchas redondas) para la segunda gran batalla, que alcanza niveles de ridículo apabullantes al entrar en liza una pandilla de orcos salidos de ninguna parte (ya volveré sobre eso más adelante). Y no he mencionado al rey Thranduil, convertido en villano de opereta (atrezzo de drag queen incluido).

Siguiendo con el propósito de dejarlo todo reducido a una papillita bien digerible, la Ciudad del Lago se transforma en una pseudodemocracia corrupta, en la que la única esperanza del racialmente diverso pueblo (por eso de las cuotas, supongo) reside en Bardo, el descendiente del rey del Valle, que es un buenazo (estoy razonablemente seguro de que la sublectura de que es preferible una dictadura a una democracia le salió a Jackson sin querer) con un arpón (una flecha no es lo bastante buena). Por supuesto, está todo tan embrollado que Thorin tiene que prometer oro para que le hagan algo de caso (porque eso de confiar en el poder esperanzador de las viejas leyendas exige demasiado del espectador).

Ah, sí, inserte escena de lucha innecesaria aquí.

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Llegamos por fin a la Montaña Solitaria, donde los enanos (no todos, que algunos se quedan atrás por eso de repartir a los protagonistas entre los distintos escenarios) y Bilbo encuentran por pura chiripa y agudeza visual el emplazamiento de la puerta secreta (en el extremo de una escalera monumental, que conduce sobre una estatua titánica a un nada sospechoso rellano)… y una vez puestos toca terminar de mearse en la historia (de los capítulos «En el umbral» e «Información secreta» no sobrevive prácticamente nada).

Al final, tras tanto viaje, resulta que Smaug es un inútil, incapaz de atrapar a un solo visitante aunque le correteen arriba y abajo por su desmesurada cámara del tesoro. Incluso en su conversación con Bilbo demuestra una alarmante carencia de ingenio (que siendo recíproca tampoco le resulta demasiado lesiva). La prolongada escena de acción final es un despropósito propio de los Looney Toons (con el dragón asumiendo el papel del Coyote), que para más inri concluye en un climax interruptus.

Con las anteriores películas Peter Jackson ya había demostrado dificultades para comprender algunos de los conceptos fundamentales del universo literario de Tolkien. No tiene la menor noción, por ejemplo, de lo que es la épica (a la que confude con «salvación in extremis vía deus ex machina«). Por extensión, no comprende a sus personajes, así que los va simplificando hasta que sus motivaciones quedan claras para el más cenutrio… perdiendo en el proceso todo el contexto que las motiva.

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Lo realmente incomprensible, sin embargo, es ver cómo todo el trabajo realizado en «Un viaje inesperado» se malogra. Al cuerno, por ejemplo, la decisión de refundir a Azog y Bolgo en un solo personaje para conferir a la historia de un antagonista de tamaño aceptable para un enano. ¿Qué diantres pinta el tal Bolgo en la historia actual? ¿Tenía miedo Peter Jackson de que nos olvidáramos de los orcos si no los lanzaba contra los enanos cada media hora?

Y qué decir del propio Thorin. Su arco dramático paracía bastante claro en la entrega anterior, pero aquí va dando tumbos, ora confiando en Bilbo, ora tratándolo poco menos que como a un espía, aquí haciendo gala de la probervial tacañería enana y allí prometiendo oro a manos llenas. Cuando desdibujas el personaje sobre el que se asentaba toda la historia, lo menos que puedes esperar es que ésta descarrile (hasta la sublectura, muy evidente, de la diáspora enana y el retorno al hogar, queda minimizada y poco menos que descartada).

Prácticamente el único que conserva su papel, de enlace con la trilogía anterior, es Gandalf, aunque su personaje carece de la gravitas que esperamos de un istari (no llamado Radagast). Las razones que condujeron a su reconocimiento crítico en el pasado cabe encontrarlas no en las peleas y conjuros, sino en los momentos íntimos y reflexivos, como aquel en que en puertas de la batalla departe con Merry sobre la muerte, o cuando discute con Frodo sobre la decisión de Bilbo de no matar a Gollum. Faceta que no muestra en modo alguno en toda la película. Sus escenas en Dol Guldur tienen además un aire de relleno, ya no por ser inventadas, sino por la decisión de retrasar la confrontación final con el Nigromante hasta la tercera película, lo que las vuelve un trámite más o menos molesto (vamos, que Gandalf hace de telonero).

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Todas estas cuestiones hacen que la película sea dolorosa de ver para alguien enamorado del libro, del que apenas ha sobrevivido nada en su conversión cinematográfica.

Triste como es (al menos nos quedará la adaptación de «El Señor de los Anillos»), más desconcertante (y desanimadora) me resulta la recepción por parte del público. Ya he comentado que a mí me resulta imposible juzgarla como película independiente, pero he leído muchas críticas y comentarios, y casi todas alaban la mejora general del proyecto (en especial por lo que respecta al ritmo). Al parecer, supone un gran adelanto eliminar escenas llenas de matices como la de la merienda en Bolson Cerrado para sustituirlas por enfrentamientos interminables y rocambolescos sin apenas hilazón entre ellos.

El gran mérito de «El Señor de los anillos» (las películas) residió en tomarse en serio la fantasía, en anclarla (mayormente) a la realidad, sobre todo a nivel emocional. Eso permitió que mucha gente que jamás se había tomado en serio a enanos, magos, orcos y elfos pudiera superar el rechazo instintivo y aprendiera a mirar más allá de los ropajes hacia el núcleo literario y la verdad subyacente. Todo ese trabajo se ha echado a perder. Supongo que para muchos será tranquilizador constatar que el statu quo se mantiene y que la fantasía sigue bien delimitada en su corralito de irrelevancia; meros fuegos artificiales para entretener a los niños (y a los que no se atreven más que a pensar como niños).

Ya no espero nada de la adaptación de «El hobbit». «La desolación de Smaug» la ha malogrado más allá de cualquier posibilidad de redención.

También en Rescepto:

~ por Sergio en diciembre 17, 2013.

18 respuestas to “El hobbit: La desolación de Smaug”

  1. Yo antes de meterme en el cine a ver una película que adapta una novela que he leído, voy a clases de meditación y yoga. Ante todo siempre he tenido clara la idea de que es una adaptación, no el libro, sino una interpretación de un guionista, un director, un diseñador, etc. Pero claro, cuando ese libro representa parte de tu infancia, y ese libro puede desembocar en una hermosa película, tiendes a temblar antes su adaptación.

    Con la primera película del Hobbit ya queda claro que Jackson solo quiere pasta. Su película solo tiene muchas peleas innecesarias y efectos especiales carísimos, además de puntos de humor que dan vergüenza ajena.

    No he visto la segunda película, pero ya estoy harto de que me tomen el pelo, iré con tu reseña en mente, quiero verla y cagarme en la madre que parió a Jackson. No voy a autoengañarme pensando «solo es una adaptación» para poder disfrutar de una diarrea mental.

    Gracias por esta reseña.

    • Yo me reafirmo en mi opinión de que como adaptación la primera película dista mucho de ser mala (desencaminada para mi gusto en ocasiones sí, pero toca equilibrar muchos intereses). Ayer me enteré de que entre una y otra hubo seis semanas de rodaje adicional. Lo suficiente para cambiar por completo el tono y el enfoque. Algo o alguien tuvo que meterse de por medio, si no, me cuesta conciliar las elecciones tomadas en la primera película con los derroteros que sigue la segunda.

      Lo triste es que fue Peter Jackson, con la trilogía original, quien demostró que a) Se podía ser razonablamente fiel a cualquier historia y b) Ello resultaba beneficioso tanto por lo que respecta a la calidad del producto como a sus expectativas comerciales.

  2. Me ha encantado tu entrada, y no me pongo a profundizar más porque tras leerla me he dado cuenta de que podría haberla escrito yo, por lo cual tienes mis más sinceros respetos, y agradecimientos porque me he sentido comprendida.

    • No estás sola, no (aunque en realidad lo que los productores buscan es maximizar el número de asientos ocupados en las salas de cine, sin que les importe mucho alienar a un segmento, reconozcámoslo, reducido del público potencial). Gracias.

  3. Leí una critica en onering que ya ponía sobre aviso de lo dolorosa que sería verla para el fan del libro.

    http://www.theonering.net/torwp/2013/12/07/84310-quickbeams-dos-film-review-splendid-smaug-splits-fandom/

    Aún así fui a verla, y fue desoladora. Como película funciona si dejas el libro aparcado en casa y te imaginas que es un universo alternativo al de la tierra media.

    • No conocía esa crítica. Creo que pone el dedo en la llaga al indicar que Peter Jackson nos tenía malacostumbrados a esperar una razonable fidelidad al original (o, cuanto menos, unas desviaciones aceptables).

      De todas formas, creo (no puedo asegurarlo al cien por cien, pues me resulta imposible disociar por completo libro y película) que prescindiendo de la mayor o menor fidelidad tampoco hubiera disfrutado con las excesivas secuencias de acción (supongo que con los personajes sí que hubiera podido conectar).

  4. Pues a mi me ha encantado! !tampoco quiero una adaptación fiel y calcada al libro porque para eso me lo releo y ya está. Es imposible además trasladar página por página a la gran pantalla. Creo que el que vaya al cine a ver un libro se equivoca, y solo el simple hecho de haber visto esos paisajes, haber escuchado esa BSO y haber conocido detalles que no conocía de la historia como lo de Dol Guldur, ha merecido la pena. Nadie obliga al que no quiera a ir a ver la peli. Estoy deseando ver la 3 y pillarme la edición extendida de ésta.

    • La cuestión es que me gustaba el rumbo que había tomado con «Un viaje inesperado», de ahí la decepción. En cualquier caso, envidio a quienes han disfrutado de la experiencia. ¡Qué caramba! Para eso vamos al cine. Estoy casi seguro de que serán muchos más los que la disfruten de los que nos sentiremos «traicionados».

  5. Hola Sergio. Estoy en general de acuerdo con tu crítica. PJ ha tomado la historia y los personajes y nos ha ofrecido la versión MacDonald de los mismos, prescindiendo de cualquier destello de calidad para ofrecer sólo un espectáculo descerebrado. De pena, vamos, sobre todo teniendo en cuenta que El Señor de los Anillos (las películas) sí que son un referente de la fantasía de calidad del nuevo milenio.

  6. Hola. Yo supongo que es el eterno problema de adaptar novelas al cine. Salvo «Los santos inocentes», yo no recuerdo ninguna película basada en una novela (que haya leído) que me pareciera adecuada. Disfruté de «El señor de los anillos» porque quise olvidarme de los libros y quedarme con las imágenes: ponerle luz y paisajes y caras y lugares al «mundo de mundos». Pero esto que cuentas en esta entrada es perfectamente adaptable a, por ejemplo, la reciente adaptación de «El juego de Ender». Quienes no hayan leído los libros posiblemente se lo pasarán mucho mejor que quienes sí lo hayamos hecho, pero para eso está la opción de no ir al cine; mucho más si tenemos en cuenta que siempre nos pasará lo mismo. No creo que sea buena idea ir al cine con la novela en la mano (o en la mente). Creo que se debería intentar disfrutar de cada medio por separado, obviando lo que sabemos e intentando valorar las cosas por sí mismas.
    A ver, es sólo una opinión. Y que conste que yo hace tiempo que no suelo ir al cine a ver adaptaciones. Caigo con algunas (ESDLA, Ender, alguna cosa de Marvel) pero, aunque haya escrito lo de antes, sé que cuesta un montón, así que muchas veces ni voy, prefiero quedarme con lo que he leído.
    Gracias Sergio, por la entrada, el blog y, sobre todo, por «Reyes de aire y agua»

    • Hay unas pocas (no muchas, pero sí unas pocas). «Cadena perpetua», por ejemplo, mejora (lo cual tiene no poco mérito) «La redención de Shawshank». De todas formas, algo de divergencia no sólo es natural, sino necesaria, pues literatura y cine son dos medios diferentes (por no hablar de los más de tres cuartos de siglo de distancia). La cuestión es si la adaptación se realiza desde una posición de respeto hacia la fuente (algo que se había cumplido hasta ahora con las adaptaciones de Tolkien) y que, en mi opinión, se da en la de «El juego de Ender» (luego podemos discutir si el resultado es más o menos correcto).

      «La desolación de Smaug» parece más bien escrita por un comité de responsables de marketing (o, directamente, sacando notas de un test screening realizado a fans de «Los juegos del hambre»).

      Muchas gracias, pero no quisiera atribuirme méritos que no me corresponden. Por «Reyes de aire y agua» a quien tenemos que estar todos agradecidos es a Jesús.

  7. El problema no radica en cuán fiel al libro es la película sino que la trama que desarrolla esté bien estructurada y desarrolle a los personajes para hacerlos verosímiles. Me parece que ahí radica el fallo de esta película. Además, el final es malísimo. Sergio, te dejo aquí mi reseña de la película:

    http://cazadordedracos.blogspot.com/2013/12/pelicula-el-hobbit-la-desolacion-de_20.html

    • Me he centrado mucho en su faceta como adaptación, pero creo que tampoco como película independiente me funciona. Por una parte, me aburre el exceso por el exceso (nada que objetar si está bien integrado). Por otra, se aparta del rumbo de la fidelidad sin un criterio bien definido. Los personajes van dando tumbos y no hay coherencia argumental.

  8. No he visto ninguna de las dos películas del hobbit, pero para mi Jackson perdio el rumbo en el retorno del rey. Ya se veia ese gusto por el espectaculo sin sentido con Legolas haciendo skate sobre un escudo orco. Desde entonces me prometi no perder mi tiempo viendo nada más de Jackson.

  9. A ver, Sergio, creo que te has pasasdo con unas cuantas cosas. Dices que la escena en la que Bilbo saca la cabeza del Bosque Negro es de las más fieles al libro… no, qué va, tampoco, salvo en las mariposas. En el libro los enanos le recriminan que diga que todo es bonito mientras ellos no pueden verlo (que es el desencadenante de su captura) y aquí ya se han perdido…
    Además, hay escenas calcadas (al menos, en espíritu) al libro. Por ejemplo, una escena que criticas es la de la Ciudad del Lago. Cuando Thorin promete oro, básicamente es lo mismo que hace en la novela, intenta que le ayuden pero, al final, tiene que apelar a la codicia de los hombres. Y, como en la película, Bardo es el único que habla de peligro.

    Dicho esto, la peli es un despropósito. No sólo como adaptación (yo no creo que esté basada en el libro, la verdad), sino como película. Es demasiado excesiva, su comicidad (salvo contadas ocasiones) es la de los payasos torpes, Legolas es un personaje estrambótico (como en ESdlA, claro), en la misma escena los enanos hablan en elfanglish (una frase en élfico, otra en común, «mellon» metida en una frase en común, y así sigue…), los personajes son inconsistentes, o más bien entre bipolares y esquizofrénicos… un desastre.

    Te tengo que dar las gracias porque, antes de ir a verla, me leí tu reseña. Así, me pase casi toda la película riéndome en vez de indignado.

    Algunos detalles que no has comentado: si os gustó a Legolas haciendo skate, os encantará la escena de los barriles. Aquí, hace skate sobre orcos (vivos y muertos), dispara flechas mientras hace equilibrio sobre un pie que se sostiene en la cabeza de un enano en un barril (increíble es poco), se desliza más rápido que los rápidos del río del bosque…

    Y otro. ¿No hay en ESdlA, El Silmarillion y otros trabajos del mundo de Tolkien nombres de elfos aleatorios suficientes? Para hacer un guiño a los lectores y fans, el nombre del carcelero de Thranduil es Elros. Elros, nada menos…

    Y, para terminar, comentar que yo soy de los que piensan (de los pocos, al parecer) que ESdlA de PJ no es una buena adaptación ni por asomo y esperaba esto. En ESdlA, la primera película sigue de forma bastante fiel el guión del libro. La segunda tiene más libertad (se inventa escenas completamente innecesarias como esa en la que piensan que Aragorn ha muerto y elimina o modifica otras que quedarían visualmente estupendas) y la tercera es un despropósito (en el sentido de adaptación).

    Con El Hobbit me esperaba lo mismo. Lo que pasa es que ya la segunda es un despropósito, PJ adapta la primera fielmente para tirar de los lectores pero después hace lo que quiere a partir de ahí. Y es que yo pienso que con ESdlA tenía menos libertad y estaba más controlado. Con El Hobbit ha hecho lo que ha querido y eso se nota.

  10. Un solo plano no debería arruinar todo un film de tres horas, por lo que encuentro exageradas las quejas de los que, como vosotros, infravaloráis una película como Las Dos Torres porque en un momento dado sale Legolas haciendo el surfero. Sí, vale, eso fue una estupidez, pero no invalida para nada los logros magníficos de un filme que, recordémoslo, fue el primero en mostrar a niños soldado en una peli de fantasía (la simiente de la introducción de la visión adulta en un género que luego llegó a su culmen con Juego de Tronos), y que está llena de imágenes poderosísimas. Pero no estamos aquí para hablar de LDT, sino del Hobbit 2, y ésa sí que me parece un despropósito de película, en su mayor parte.

    • Ya sé que lo del Legolas surfero no va por mí pero te comento, a mí es que la película de Las Dos Torres me pareció aburrida. Después vi la versión extendida en casa de un amigo y me pareció pasable pero la versión normal no, me parece simplemente aburrida.

      Considerando esto, igual por la expectativa de ver algo así, la 2ª de El Hobbit me parece malilla pero no tanto, no es aburrida, al menos. Si olvidas que es el mundo de fantasía de Tolkien (algo complicado, lo sé) puedes disfrutarla como una semiparodia excesiva. Algo así como Los Vengadores, pero cambiando el humor inteligente y sutil por humor de payasos.

      Yo creo que a PJ le dieron las películas de ESdlA (y, por consiguiente, El Hobbit) porque es capaz de hacer películas de culto friki (Braindead, por ejemplo, aunque tiene más), megaproducciones (King Kong, si no recuerdo mal) y puede hacer películas con matices y sutiles (The Lovely Bones, por ejemplo). Pero, tanto en ESdlA como en El Hobbit, ha optado por hacer taquilla y meter todos los elementos populares (historia de amor no correspondido incluida), obviando la historia. Yo sólo digo que me lo veía venir, el caso de El Hobbit es exactamente el mismo que el de ESdlA. Y agárrate para ver la tercera. Aunque claro, como la mayor parte será la batalla de los cinco ejércitos (salvo que meta más), la muerte del dragón y la fuga de Dol Guldur, tiene elementos de acción suficientes para no tener que meter más. Otra cosa es ver cómo desarrolla esa acción. Porque todavía recuerdo la maza del Rey Brujo, que al final tuvieron que ponerle una grúa porque el actor no podía moverla…

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