Contra la oscuridad

«Contra la oscuridad» («Against a dark background», 1993) fue la cuarta novela de ciencia ficción publicada por Iain Banks (con otras siete generalmente consideradas mainstream ya en su haber). Fue, además, la primera que se apartó de su escenario predilecto, la Cultura, para ofrecer una historia completamente independiente. Podría considerarse dentro de la corriente de space opera hard británica, de la que el propio Banks fue abanderado, aunque con ciertas salvedades impuestas por su origen, pues su origen cabe remontarlo en realidad a 1975. Hasta su primer éxito, «La fábrica de avispas», en 1984, el autor había escrito otras seis novelas que habían quedado inéditas y que recicló con posterioridad. «Contra la oscuridad» es pues el resultado de la reescritura completa de una novela acabada dieciocho años antes (aprovechando, además, el último material inédito que le quedaba).

El escenario es peculiar. Se trata de Golter, un sistema solar aislado, con 10.000 años de historia a sus espaldas y varios enclaves habitados aparte del planeta que da nombre al conjunto. Este decamilenio incluye al menos 7.000 años de exploración espacial, que no los ha llevado más allá de las lunas de los gigantes gaseosos, por la sencilla razón de que en millones de años luz a la redonda no hay nada más (no se explica, pero Thrial, su sol, debe de ser lo que se conoce como una «estrella fugitiva»… por mucho que los mecanismos propuestos para impulsarlas pongan en seria duda la posibilidad de que puedan contar con un cortejo planetario).

A lo largo de los siglos y los milenios, tal y como expone uno de los personajes, se han probado y descartado todos los sistemas de gobierno concebibles. Los imperios han surgido y se han desplomado. Los mismos idiomas han experimentado su momento de esplendor, han mutado y han muerto, hasta el punto de sobrevivir algunos únicamente como excéntricos topónimos de olvidado significado.

La aventura concreta que se nos narra se inicia (tras un breve prólogo) con la próxima concesión de una licencia de asesinato a la secta Huhsz contra Lady Sharrow, la última superviviente femenina de una familia noble caída en desgracia, heredera de un acto sacrílego cometido por una antecesora siete generaciones antes. Sus únicas opciones consisten en evitar el acoso de los religiosos durante el año de vigencia de la orden o encontrar y devolver el tesoro robado por su recontratatarabuela: la última de las ocho pistolas vagas (la única arma que ha demostrado poseer sentido del humor).

Para ayudarla, Sharrow reúne a su antiguo equipo (veteranos de la Guerra del 5%, reconvertidos tras la contienda fiscal en recuperadores de reliquias), y se lanza en pos de las pistas dejadas por su abuelo Gorco (el causante de la ruina de su casa por exceso de ambición). Juntos se embarcarán en una serie de «gestas» (el autor comentó en una entrevista que deseaba combinar el sabor de la ciencia ficción con una estructura de novela de fantasía), en pos del elusivo rastro de la pistola vaga, mientras eluden a los mercenarios Huhsz… y se enfrentan a un misterioso contrincante que siempre parece hallarse un paso por delante de ellos.

El escenario de las aventuras es una amalgama caótica, surgida de mezclar y remezclar los mismos ingredientes una y otra vez. En el momento descrito, la principal autoridad la ostenta el Tribunal Mundial, aunque su dominio es más práctico que efectivo. Golter es un rompecabezas de ciudades-estado, regiones comerciales, franquicias, zonas en litigio desde hace siglos e incluso algún que otro pequeño país fósil, y prácticamente lo mismo puede decirse del resto de mundos y colonias del sistema (incluso la más nueva acarrea un pasado milenario). La evolución histórica, lejos de conducir a formas de gobierno cada vez más perfectas, se haya estancada en un ciclo viciado por la ausencia de expectativas. La misma labor de recolección de reliquias tiene su razón de ser en la existencia de períodos de esplendor tecnológico ancestrales, con los máximos exponentes de aquella ciencia olvidada presentando cualidades poco menos que mágicas.

La misma idea de estanqueidad se nos muestra a nivel interpersonal. A través de numerosos flashbacks repasamos la infancia y juventud de Sharrow, junto con su hermanastra Brey (con una tensa relación viciada de inicio por la personificación en ella de la frustración por la muerte de su madre a manos de los Huhsz y el errático comportamiento de su padre) y su primo Geis, así como de su etapa militar (incluyendo la relación romántica con uno de sus subalternos, truncada por una doble tragedia, primero personal en las postrimerías de la guerra y luego provocada impremeditadamente por sus acciones como recuperadores de reliquias).

No hay salida, ni posibilidad de crecer, así que el futuro se convierte en una eterna repetición, donde los errores cada vez pesan más y los aciertos pierden su brillo con cada iteración. La relación entre Sharrow y Brey es paradigmática en este sentido. Cada intersección de sus vidas no hace sino ahondar en la herida que las separa. Incluso al final, un desarrollo que se presenta como algo nuevo en el panorama político de Golter, se revela como atrapado en la misma red de maquinaciones y endogamia (e incluso entrelaza con la historia familiar/personal de Sharrow).

Vamos, que el título no engaña, es una historia «oscura» (a propósito, lo de «Contra la oscuridad» me parece una traducción espantosa, que tergiversa por completo su sentido… al igual que resulta poco afortunado trascribir «lazy gun» como «pistola vaga», habida cuenta que es un cacharro de medio metro de longitud). Subvierte muchos de los supuestos generalmente aceptados de la ciencia ficción (en general, y del space opera en particular), que suele ser un género expansionista. Como no hay hacia dónde progresar, sobre toda la obra pende una atmósfera de regresión inminente, que las revelaciones postreras (incluyendo apuntes hacia lo ocurrido 10.000 años atrás) no hacen sino confirmar.

Pese a todo, la obra no está exenta de humor. Cínico en ocasiones, casi autoparódico, e incisivo en grado sumo. Desde detalles como que la nobleza en Golter se identifica por la carencia de apellidos (y cuanto más alto se está en la escala social, menos apellidos se tienen), hasta réplicas mordaces de Sharrow (dirigidas las más de las veces contra alguna de las instituciones de poder, religioso o político). Se trata de una seña de identidad de Banks.

A nivel técnico, lo cierto es que «Contra la oscuridad» no es una obra redonda. Quizás sea debido a provenir de la reescritura de una obra de juventud, pero se aprecian evidentes fallos de ritmo. La estructuración en gestas, con multitud de flashbacks enmarañando la acción, tampoco propicia una lectura fluida. A la postre, todo resulta demasiado Sharrowcéntrico, sin ser éste un personaje diseñado para soportar hasta tal punto el peso protagónico; al estilo de, por ejemplo, Miles Vorkosigan en la ficción de Lois McMaster Bujold. Lady Sharrow es al mismo tiempo más real (con sus contradicciones y su lado sombrío) y más etérea (llegando al extremo de constituir una auténtica parodia de heroína de folletín espacial… con el objetivo evidente de resaltar lo absurdo de este arquetipo).

Iain M. Banks (con la «M» bien presente, pues se trata de una novela inequívocamente de ciencia ficción), emplea «Contra la oscuridad» para deconstruir el arco mítico del héroe y para resolver la contradicción de imponer límites a la space opera. En el proceso, parece apuntar más allá, hacia el agotamiento de nuestro propio modelo cultural, avisando del peligro de una excesiva introspección. Hay quienes denuncian esto a través de un ensayo filosófico, Banks utiliza la ciencia ficción aventurera. El género, incluso el enfoque, son simplemente marcos referenciales, una opción estética (o incluso práctica). Al contrario que el sistema de Golter, la ciencia ficción no conoce otros límites que los que desde fuera intentan imponerle.

Otras opiniones:

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en septiembre 20, 2011.

4 respuestas to “Contra la oscuridad”

  1. Excelente artículo…. Pero como odio estas letras blancas con fondo negro de tu blog… ¡¡Voy a estar toda la mañana releyendo esta entrada!!!

  2. Uf, vaya montaña rusa emocional de comentario… Me alegro de que te guste la reseña, y lo lamento por el formato, aunque convendrás conmigo en que en este caso en concreto cuadra a la perfección que sean letras blancas «contra un fondo oscuro».

  3. «Contra la oscuridad»… No me había dado cuenta de la redundancia. Je Je…
    Al final mi mujer tendrá la razón cuando dice que me saco las quejas de las tripas. Sigo tu blog en silencio, pero esta vez el título ha llamado a la puerta de mi inconsciente. Enhorabuena por el blog, Segio, a ver cuando nos deleitas con otro relato de CiFi.

  4. Pues me temo que la próxima hornada la va a copar la fantasía. La ciencia ficción se retrasa al menos hasta el 2013.

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