El juego de Ender

No siempre las novelas más premiadas son a su vez las más vendidas. En ciencia ficción la relación es un poco más directa porque al ser un género minoritario las ventas se correlacionan bastante bien con la popularidad dentro del cuerpo de votantes de sus galardones (los Hugo son básicamente un premio a la popularidad) y también, en cierta medida, porque un premio importante viene muy bien para mantener una sana vida comercial durante años. Sin embargo, los auténticos superéxitos comerciales no son algo frecuente.

Hay excepciones, como en todo. Si hay una novela de ciencia ficción pura que se pueda considerar un megaéxito comercial durante los últimos… no sé, ¿cuarenta años?, ésa es «El juego de Ender» de Orson Scott Card. En España, sin ir más lejos, lleva catorce (¡14!) ediciones diferentes desde 1987, la última, tapa dura en bolsillo, de este mismo año.

Eso sin contar sus continuaciones/spin-offs.

A fecha de hoy la serie de Ender se extiende por 12 libros (la mayor parte de los cuales son basura, todo sea dicho, con dos o tres destacadas excepciones), dos series de cómic, un videojuego en preparación y una película que nunca termina de concretarse (los niños propuestos en un principio para encarnar al protagonista ya pueden zumbarse legalmente una cerveza en EE.UU.).

La novela nos narra la fabricación de un líder militar, una cuestión de vida o muerte para la Tierra, enfrentada a una raza extraterrestre, los insectores, que casi la destruye años antes. Llegado el tiempo del contraataque, sólo un genio militar de la talla de Alejandro Magno será capaz de conducir a las fuerzas numéricamente inferiores de los humanos hasta la victoria, y por alguna razón sólo los niños poseen suficiente elasticidad mental para ajustarse a las necesidades estratégicas de una guerra en el espacio.

Con este planteamiento, Card nos muestra la Escuela de Batalla, un centro de entrenamiento orbital a donde conducen al pequeño (en edad y tamaño) Ender Wiggin, y donde lo someten a toda perrerría imaginable, con un grado de crueldad sólo al alcance de un sádico como Card (al menos con los niños). Ender, como buen héroe, se sobrepone a todos los obstáculos y, cuando las opciones están más en su contra, encuentra la forma de triunfar y aglutinar a su alrededor a un grupo de críos que son también genios por méritos propios.

Es muy fácil empatizar con Ender. Fácil y terrible, porque su determinación de triunfar no se detiene ante nada. Lo peor es que no lo mueve ninguna motivación egoista. Vencer es el objetivo, no un medio para alcanzar otro fin; incluso se podría argumentar que la verdadera obsesión es no ser vencido. Así pues, lo que en condiciones naturales hubiera podido devenir en un tirano, se convierte en una herramienta ultraeficiente, en un agente amoral, que no se para a medir las consecuencias hasta que no el objetivo no está cumplido: ¿un monstruo inocente?

Se trata de una fina línea, y para andar por ella hace falta un funambulista consumado. Card lo es cuando se lo propone, así que «El juego de Ender» se erige en una lectura hipnotizadora. Tal vez cuando terminas y te permites un visión en perspectiva puedas encontrarle alguna que otra debilidad menor o algún que otro dilema moral de importancia, pero mientras estás metido en la historia, sufriendo en propia piel las injusticias recibidas por Ender de parte de los militares y de sus compañeros, y logrando triunfar a pesar de todo y de todos… entonces puedes llegar a pensar que se trata de una de las mejores novelas de ciencia ficción de la historia.

Sinceramente, ¿quién soy yo para dilucidar qué apreciación es más justa? ¿El frío análisis a posteriori o la emoción surgida al calor del momento? Lo único que puedo determinar es que «El juego de Ender» es una de esas lecturas imprescindibles, y aun más, quizás se trate del mejor título para iniciar a alguien, sobre todo a un chaval, a la ciencia ficción e incluso a la lectura (he sabido de varias bibliotecas de colegio en donde la copia de la novela no para quieta en la estantería en todo el año). Luego ya habrá tiempo de pasar a platos de mayor enjundia, pero de vez en cuando apetece degustar un bocado simple pero satisfactorio en grado sumo.

Y para quien esté preocupado por la ambigüedad moral, ya existe el epílogo y su multipremiada continuación («La voz de los muertos«), para cuestionar de arriba abajo todo el entramado de justificaciones, la violencia implícita y la filosofía inculcada a los niños en la Escuela de Batalla (y, con posterioridad, en la Escuela de Alto Mando). De hecho, según confesión del propio Card, «El juego de Ender» se amplió (pues su origen es un cuento largo de 1977 y de idéntico título) como prólogo para esta segunda novela (para escribirla necesitaba conocer un poco más el sustrato educativo y familiar de Ender, así que se podría decir que el mayor éxito de su carrera nació casi de rebote).

Respecto a sus continuaciones, me ahorraré examinar la saga original, pues más adelante ya toca tratar en profundidad hugólatra «La voz de los muertos», pero sí que tengo algo que indicar sobre «La sombra de Ender», que se podría considerar un spin-off de «El juego de Ender», pues narra en gran parte los mismos acontecimientos, sólo que desde el punto de vista de otro protagonista, Bean, el que acabará siendo el lugarteniente de Ender (un crío aún más pequeño y aún más genial, aunque sin su capacidad de liderazgo). Contra todo pronóstico, la novela no sólo se sostiene muy bien, sino que complementa a la perfección a su progenitora catorce años mayor. Constituye pues una lectura muy interesante, que nos presenta situaciones que ya creemos conocer bajo un nuevo punto de vista (y tapa, de paso, algún que otro pequeño agujero lógico). Por desgracia, las continuaciones de ésta: «La sombra del hegemón», «Títeres en la sombra» y «La sombra del gigante» (y, es de suponer, la próxima «Shadows in flight») cumplen a la perfección la progresión cardiana, según la cual cada continuación de una serie es exponencialmente peor que la anterior (se salva «La voz de los muertos» porque es cualquier cosa menos una continuación directa).

Además, existen otros tres volúmenes relacionados con la saga de Ender: «First meetings», una recopilación de cuentos largos; «Guerra de regalos», una tercera novela paralela a los acontecimientos de «El juego de Ender» que, al parecer, aborda el tema de la libertad religiosa; y «Ender in exile» una intercuela que describe las andanzas de Ender entre las dos primeras novelas de la serie (un intervalo de varias décadas subjetivas y unos cuantos siglos terrestres). Ninguna de estas aportaciones ha alcanzado ni un ápice del reconocimiento del binomio inicial.

A este respecto, «El juego de Ender» cosechó los premios Nebula y Hugo de 1986, quedando en segundo lugar en la votación del Locus (por detrás, increíblemente, de «El cartero» de David Brin, una obrita muy menor, aunque mucho más interesante que la soporífera adaptación cinematográfica de Kevin Costner).

Otras opiniones:

Y lo siento mucho, pero dejo de añadir… ¡Para ya de consultar reseñas y léete la novela de una vez!

Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:

~ por Sergio en diciembre 18, 2009.

5 respuestas to “El juego de Ender”

  1. Mira: gracias a estar leyendo reseñas se entera uno de la cantidad de libros que debió haber leído pero que no leyó porque desconocía su existencia, así de simple. No es el caso de El juego de Ender, pues sí que conocía su existencia (el problema es que, aunque suene increíble, en mi país no se le encuentra por ninguna parte -tendré que recurrir a Amazon, supongo, como suele sucederme), pero en otros muchos casos de libros interesantísimos que has reseñado, yo puedo decir: ¡Pues mucho gusto! ;)

  2. Me alegro de ser útil… aunque eso suponga una merma en la economía. En fin, yo también tengo pendientes docenas y docenas de títulos que pintan muy interesantes. ¡Hay tanto por leer! (y los precios están tan desbocados).

  3. Sergio, como siempre encuentro interesantes tus comentarios. Ya te vas convirtiendo en mi principal referencia en cuanto a reseñas. Aunque ya no agregues más reseñas, te paso la que acabo de escribir, espero la puedas leer: http://cazadordedracos.blogspot.com/2013/07/la-etica-de-maquiavelo-el-juego-de-ender_29.html

    • Hombre, si me mandas la reseña no voy a hacerte el feo de no incluirla. Se trataba más de no seguir buscando, que es la novela de ciencia ficción más popular de las últimas décadas y eso se nota en el número de reseñas. Gracias.

  4. […] madurez, me recuerda a Ender, el increíble niño de la célebre novela de Orson Scott Card, El juego de Ender (1985). Lauren padece hiperempatía, un trastorno que la hace especialmente vulnerable en el mundo […]

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