El monstruo en mí

La desaparición súbita a partir del 2005 de todas las revistas fantásticas más o menos profesionales (prozine sería su clasificación en mercados más asentados) supuso un durísimo golpe para el cuento. La etapa de los fanzines en papel había pasado y los e-zines, por el momento, no han conseguido rellenar el hueco. En estas circunstancias, la efervescencia creativa derivó hacia los foros de internet (que también han perdido mucho ímpetu en los últimos años, pero ése es otro tema), un medio entre cuyas ventajas se cuenta el intercambio fluido e inmediato de opiniones, pero en el que por contra el espíritu crítico (serio) suele brillar por su ausencia.

Nos encontramos pues con toda una generación de nuevos autores bregados en un medio difícil, que si bien favorece hasta cierto punto la génesis de antologías colectivas (gracias a que pone en contacto directo previo a los participantes, e incluso asegura hasta un mínimo de promoción), dificulta en extremo el salto en solitario. La misma parcelación que posibilita el reconocimiento de nombre en grupos reducidos, lo perjudica a la escala algo superior en que se mueve la viabilidad económica de un proyecto editorial (aun en formato de microedición). Por añadidura, existe un fortísimo sesgo hacia el relato breve e hiperbreve (por debajo de 1.500 palabras), con lo que las posibilidades de romper mano con las estructuras más elaboradas que requieren los cuentos de mayor extensión (que al final son los que construyen antologías) se reducen (incluso a nivel de premios se refuerza la tendencia, con la desaparición de algunos certámenes veteranos y la proliferación de concursos online).

En estas circunstancias, no es de extrañar que el único punto de luz para el cuento fantástico brille en el campo del terror, donde iniciativas como la revista (semiprozine) Calabazas en el Trastero o las ya canceladas selecciones de Horror Hispano han servido de plataforma para dirigir los esfuerzos hacia narraciones más ambiciosas de lo que suele ser la norma en los foros.

En cualquier caso, el camino sigue siendo muy, muy difícil, repleto de trampas y obstáculos suficientes para desanimar al más pintado (por no hablar de cómodos nichos donde plantarse si no se aspira a llegar a más; lo cual es una opción perfectamente válida). Así que el salto en solitario al circuito profesional supone una pequeña hazaña en sí mismo y, usualmente, una recompensa a años de esfuerzo.

Todo lo cual nos lleva por fin a «El monstruo en mí», el núcleo central de esta entrada y la primera antología (profesional) del escritor José Ignacio Becerrilo Polo (NachoB en los foros), publicada por Saco de Huesos Ediciones en su colección A sangre.

Se trata de nueve narraciones, orientadas hacia el terror (o, como se impulsa desde la editorial, el género fosco). El libro se articula en torno a tres relatos largos (pese a anunciarse como novelas cortas, me da la impresión que no llegan al límite más o menos consensuado de 17.500 palabras, aunque el último debe andar cerca), que además suponen los puntos fuertes tanto desde una perspectiva temática como estilística. Esto le proporciona un andamiaje estructural sólido, por lo que ya sólo necesitaba un enfoque bien definido para conformar una antología de las que me gustan, con carácter propio.

No hace falta ir muy lejos para descubrirlo. El título ya adelanta con claridad algunos de los ejes temáticos de la antología, pues «El monstruo en mí» examina con meticulosidad la monstruosidad, pero no como un elemento estático, sino dúctil, ambiguo, sujeto a interpretación y a metamorfosis. La monstruosidad no como un absoluto, sino como un estado al que se puede acceder (o del que se puede huir), bien sea mediante un acto de voluntad o por culpa de las circunstancias o el azar. Sin absolutos tampoco hay seguridades. El monstruo puede acechar en cualquier lugar (incluso en nuestro interior, como apunta el título, aunque tampoco carga las tintas en exceso en esa posibilidad).

Otra característica destacada de los relatos es el interés por escapar de la previsibilidad. Si bien los planteamientos suelen ser poco novedosos, la evolución de los mismos los reconduce a nuevos territorios, generalmente con suavidad, sin recurrir al socorrido giro brusco final, concediendo espacio al nuevo paradigma para hacer suyo el cuento.

En cuanto al estilo, se nota trabajado, con una prosa muy pulida. Faltaría por definir, quizás, una voz propia, así como aportar algo de variabilidad al conjunto (cambiando más la voz narrativa, incluyendo algo más de diálogo…). Los textos largos, en particular (sobre todo el primero, «Ciudad inhabitada», y el último, «El hombre que soñaba con mariposas»), se hubieran podido beneficiar de algo más de variación en la tensión expositiva. A veces, para construir un buen crescendo climático es necesario levantar con anterioridad un poco el pie del acelerador (sobre todo a nivel de recursos estilísticos). En cualquier caso, ello no es impedimento para que se erijan en los puntos fuertes de la antología, gracias a sus intrigantes planteamientos y sus meticulosos desarrollos (que hacen gala del afán innovador que comentaba antes).

Desmarco el cuento largo central, «Casa ocupada», pues se destaca sobre el resto, aunando tanto las virtudes de los textos extensos como la intensidad de los más breves. Todavía un poco aspero en los bordes, constituye un magnífico aporte a la tradición de casas encantadas, logrando introducir en un escenario en apariencia trillado una imaginería tan rica como malsana. Con motivo de la publicación de la antología, el autor me solicitó unas líneas precisamente sobre este cuento para incluirlas en el blog de «El monstruo en mí». Si queréis, podéis visitarlo para comprobar mis impresiones cuando no había leído absolutamente nada más del libro (y, de paso, lo que han escrito otros compañeros del resto de cuentos).

Agradezco a Sacos de Huesos el envío de un ejemplar de «El monstruo en mí» para su reseña en Rescepto.

Otras opiniones:

~ por Sergio en diciembre 29, 2011.

2 respuestas to “El monstruo en mí”

  1. Muy interesante la reseña, Sergio. Enriquece ver otros puntos de vista sobre el libro.

    ps.- pequeña errata, has puesto revista Saco de huesos cuando la revista es Calabazas en el Trastero.

    • Uf, vaya lapsus. Lo peor es que me parece que ya es la segunda vez que me pasa. Debo de tener un cortocircuito en los sesos. Corregido.

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