A Christmas carol (Cuento de Navidad)

«Cuento de Navidad» («A Christmas Carol. In prose. Being a ghost story of Christmas», 1843) es sin duda uno de los textos de fantasía más conocidos e influyentes de la historia. Ya no solo dentro de la tradición literaria fantástica, sino desde una perspectiva más amplia por su continuado impacto en configurar el concepto moderno de Navidad. Lo más relevante del caso es que ese mismo era uno de los objetivos de Charles Dickens cuando imaginó la historia, aunque posiblemente no hubiera podido soñar con el éxito que obtuvo.

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No fue su primer cuento navideño de fantasmas. Ya en 1836 había publicado «La historia de los duendes que secuestraron a un enterrador», como parte de su exitoso serial «Los papeles póstumos del Club Pickwick». En él, Gabriel Grubb, acude a cavar una tumba en Nochebuena tras increpar a un chavalillo que está cantando villancicos. Mientras está en ello, lo rodean un grupo de duendes que se lo llevan bajo tierra, donde le muestran diversas imágenes del presente y el pasado que lo motivan a cambiar de actitud e iniciar una nueva vida lejos de allí.

Como se puede apreciar, ya están ahí parte de los temas que luego conformarían su más famoso sucesor. Faltaban, sin embargo, ciertos ingredientes, y el más importante de ellos es su ánimo de crítica social. En parte ya venía de antiguo, de cuando por el encarcelamiento de su padre (por deudas) lo pusieron a trabajar a los doce años. Ese mismo 1843, además, visitó una mina de estaño en Cornwall y una escuela para pobres, la Field Lane Ragged School en Londres. Lo que allí vio, junto con lo recogido en un informe oficial de enero del Parlamento Británico, el «Second Report of the Children’s Employment Comission», estimuló su interés por denunciar el modo en que el industrialismo exacerbado estaba afectando a las familias pobres.

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Por último, cabe mencionar un genuino interés por recuperar las tradiciones navideñas que se habían ido perdiendo con el éxodo del campo a la ciudad. Un par de años antes había entrado posiblemente en contacto con unos artículos de Whasington Irving sobre antiguas tradiciones navideñas inglesas (publicadas en «The Sketch Book of Geoffrey Crayon, Gent», 1819-1820, una compilación de textos que también incluyó el famoso cuento de fantasmas «La leyenda de Sleepy Hollow»). Por esas fechas se venían publicando igualmente recopilaciones de canciones navideñas tradicionales, como “Some Ancient Christmas Carols, With the Tunes to Which They Were Formerly Sung in the West of England” de Davies Gilbert (1823) o «Christmas Carols, Ancient and Modern» de William Sandy (1833).

No se puede concluir este repaso sin mencionar la motivación económica, porque en ese momento Dickens estaba pasando ciertos apuros puntuales, derivados de una infructuosa gira por los EE.UU. en 1841 y de la fría recepción de su último serial, «Martin Chuzzlewit» (1843-1844)… justo cuando su mujer estaba embarazada de su quinto hijo (acabarían teniendo diez). Así, «Cuento de Navidad» fue una autoedición de 6.000 ejemplares iniciales (con acabados de gran calidad que dejaban un reducido margen de beneficios pese al coste relativamente elevado de los mismos).

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Resumir la historia a estas alturas resulta un tanto innecesario, pero por puro completismo comentaré que la historia se subdivide en cinco «estrofas», estando la primera dedicada a presentarnos al protagonista, Ebenezer Scrooge y el modo en que trata a su empleado Bob Cratchit, a su sobrino Fred o a un par de caballeros que están recaudando fondos para los pobres. Esa misma noche, Scrooge es visitado por el fantasma de su antiguo socio, Jacob Marley, que lo previene para que cambie de actitud y le anuncia la visita de tres espíritus.

El primero de estos espíritus es el fantasma de las navidades pasadas, que lo lleva a su propio pasado y le muestra el modo en que celebraba las fiestas en su juventud, cuando vivía en el campo. Esta parte tiene mucho de crónica costumbrista, como también la tiene la visita fantasmal a la casa de su sobrino en compañía del fantasmas de la navidades presentes. De igual modo, en la visita al modesto hogar de los Cratchit conocemos al pequeño Timmy, el hijo menor e impedido de su secretario, del que sabremos que no va a sobrevivir muchos años.

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Es con la tercera visita, la del fantasma de las navidades futuras, que la historia asume un giro decidido hacia el terror, con una imaginería reminiscente de la literatura romántica e imágenes cercanas a la tradición española (la confrontación con la propia muerte). Es quizás esta estrofa la que más ha marcado el tono por el que se recuerda el relato, ya que las dos anteriores visitas fantasmales tienen más que ver con caracterizar una Navidad prototípica que con reforzar el carácter admonitorio de la historia.

En la quinta estrofa, y aquí es donde más se nota la evolución con respecto a «La historia de los duendes que secuestraron a un enterrador», Scrooge amanece como un hombre cambiada, y al descubrir que sigue siendo el día de Navidad, comienza ya una nueva etapa en su vida comprando un gran pavo para su empleado y aceptando por sorpresa la invitación a la fiesta de Navidad de su sobrino. Se nos indica igualmente en que años sucesivos seguirá conservando una actitud renovada y generosa, solidaria con los más pobres, sin esperar a que el estado se ocupe de ellos, sino poniendo de su parte en la redistribución de la riqueza.

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Fue en este aspecto, quizás, donde más se notó la influencia posterior de «Cuento de Navidad», al popularizar la idea de que eran fechas para pensar en los más desfavorecidos y hacer algo por ellos. Tal vez la Navidad hubiera resurgido de todos modos sin Dickens (al fin y al cabo, el sentimiento de añoranza ya estaba allí), pero muchos de los sentimientos y tradiciones que hoy en día asociamos con estas fechas (compartir comidas con familiares y amigos, mostrarse generosos… ¡incluso el saludo de «Feliz Navidad»!) siguen el modelo establecido por esta novela corta.

El éxito fue inmediato, pero no arrollador. Fue más una cuestión de persistencia e impacto continuado, que se potenció cuando Dickens empezó a celebrar lecturas públicas de la que pronto se convirtió en su obra más famosa (127 en total, hasta su muerte en 1870).

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Para seguir explotando el naciente espíritu navideño, a lo largo de los cuatro años siguientes Dickens publicó otras tantas novelas cortas: «Las campanas, un cuento de duendes” (1844), “El grillo del hogar” (1845), “La batalla de la vida” (1846) y “El hechizado” (1848), de las que solo la primera y la última contienen elementos fantásticos (un grupo de duendes y una visión sobrenatural del futuro en el primer caso y un doppelgänger y una misteriosa maldición disfrazada de don en el segundo).

«Cuento de Navidad» es una de esas infrecuentes historias que no solo han soportado el paso del tiempo, sino que se han erigido en hitos culturales, capaces de mutar y adaptarse a las nuevas sensibilidades, manteniendo en todo momento su relevancia. Tal vez el texto original ya no sea tan conocido (y, a decir verdad, las estrofas dos y tres podrían no haber terminado de envejecer bien, pues son las que más ancladas están a su época), pero revestido con nuevos ropajes, el núcleo icónico y filosófico de la historia sigue conservando plena vigencia (como demuestran sus innumerables adaptaciones).

Si queréis saber más sobre «Cuento de Navidad», sus antecedentes y temas y la tradición de narrar cuentos navideños de fantasmas, os invito a escuchar el capítulo que grabé al respecto en el podcast de Windumanoth.

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~ por Sergio en febrero 3, 2022.

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