Calabazas en el trastero 2: Arañas

«Calabazas en el trastero» es la flamante ganadora del Premio Ignotus 2010 a mejor revista. Este galardón, que llega en su segundo año de existencia (el primero en que era elegible), supone un reconocimiento a la extraodinaria labor que está realizando el equipo editor (incluido ahora en el más amplio proyecto de Saco de Huesos), al tiempo, por supuesto, de remarcar la calidad de estas antologías temáticas, de terror (y género «fosco», como lo describen ellos), que nos llegan en número aproximado de cuatro al año.

Con motivo de este acontecimiento, reseño ahora su segundo volumen, fechado en julio de 2009, que además incluye «El laberinto de la araña», de José Miguel Vilar, premio NOCTE al mejor relato nacional (hecho público igualmente durante la cena de gala de la pasada Hispacón).

El tema elegido para la convocatoria fue «Arañas», esos bichos asquerosos e inquietantes que nos acechan desde sus telas y agujeros (siendo fuente en general de más aprensión que peligro real).  En torno suyo, fueron seleccionadas trece narraciones, de entre 1.000 y 5.000 palabras, que componen un volumen más grueso que el inicial, yéndose hasta las 173 páginas, sin por ello aumentar el atractivo precio de 7 euros. Leyendo las minibios de los autores, resulta interesante constatar que, junto con escritores ya más consolidados, abundan otros con muy poca trayectoria a sus espaldas, destacando por tanto la labor de los Calabazas como auténtico vivero de nuevos autores fantásticos (especialmente necesario en una época donde  los espacios donde exhibir tu obra con garantías de impacto, tanto en papel como en digital, son escasos).

El volumen se compone de los siguientes textos: un prólogo de David Jasso (presidente, en aquel momento, de NOCTE, la asociación española de escritores de terror), «Strigoi» de Juan Ángel Laguna Edroso, «El nido se mueve» de Curro Esteves, «Fumigator Commando» de Víctor Núñez, «Sobredosis de éxito», de Marco Vualenk, «El laberinto de la araña» de José Miguel Vilar-Bou, «Monasterio de Cartuja con torre y araña» de Miguel Cisneros Perales, «Omnes Vulnerant» de David Prieto, «Terciopelo rojo» de Juan José Hidalgo Díaz, «Viespe» de Fermín Moreno González, «Simetría entomológica» de Manuel Mije, «Ojos de araña» de Marta Altadill Castillón, «Cirujano» de Miguel Martín Cruz y «Tarántula» de Santiago Eximeno. Al contrario en que ocasiones parecidas, no voy a realizar una valoración individualizada por cuento, sino que me limitaré a comentar el número en su conjunto, particularizando sólo los dos relatos que encuentro más destacados.

En general, estamos ante un volumen muy sólido. Al contrario que en el anterior (sobre «Entierros»), no hay ningún texto que destaque por no ser tan satisfactorio como el resto. La temática central resulta quizás más restrictiva, lo cual afecta en cierta forma a la variedad de historias y a su previsibilidad (al fin y al cabo, las arañas se arrastran y pican; y poco más aparte de ser asquerosas por naturaleza), pero la ordenación de los relatos procura soslayar esta debilidad intrínseca, intercalando aquellos que más se alejan de la premisa básica (como muchas antologías, tal vez funcione mejor espaciando las lecturas).

Pese a la relativa bisoñez de muchos de los autores, resaltaría el buen domino narrativo de los cuentos. He de reconocer que siento cierta inclinación a apreciar la historia por encima de la atmósfera, y en ese sentido «Calabazas en el trastero: Arañas» me ha ofrecido exactamente lo que ando buscando (ya sea con narraciones lineales o con estructuras más complejas). Los personajes son protagonistas, y esto, que puede parecer una perogrullada, no siempre se cumple, sobre todo en un género en que resulta muy fácil dejarse arrastrar por el frenesí descriptivo (a decir verdad, la sobriedad en este sentido llega a ser en ocasiones excesiva, pero si la historia es fuerte es preferible mil veces a una prosa recargada).

Como comentaba, son dos los cuentos que destacaría sobre el resto. Por un lado está el premiado «El laberinto de la araña», de José Miguel Vilar (que además fue el que se alzó con el premio Nosferatu, que reconoce al preferido de los lectores). Conjuga dos ideas: la del monstruo encerrado (en este caso una araña) y la de la casa que oculta un secreto. Basa su fuerza en la definición de su protagonista, Lorenzo Pelham, un marino jubilado que se asienta en Alfafar y adquiere una peculiar morada. Presenta lo extraordinario con un enfoque tan natural que resulta casi cotidiano, pero cuando toca golpear lo hace con fuerza y precisión, si bien el final queda para mi gusto excesivamente en el aire.

Razón por la cual mi cuento preferido de la antología es otro: «Terciopelo rojo», de Juan José Hidalgo.

La verdad es que, al mezclar historia (ambientado en la invasión japonesa del Asia continental durante la Segunda Guerra Mundial) y mitología (Tsuchigumo, un monstruo-araña japonés), da justo en el blanco con respecto a mis gustos. Además, utiliza estas herramientas como toca, sin excesivas aclaraciones que pudieran lastrar el relato. Aborda temas duros, como la esclavitud sexual de las ianfu en las «casas de alivio», que organizaba el ejército japonés en los territorios ocupados para mantener a la soldadesca satisfecha, al tiempo que introduce el elemento sobrenatural como reflejo de esta barbarie, y todos estos elementos sirven de sostén a la historia, sin imponerse a ella (implícitos, además, listos para aflorar si se desea profundizar).

Un cuento realmente notable dentro de un volumen muy recomendable (y, que no se me olvide, con una magnífica ilustración de portada de Pablo Uria).

Otras opiniones:

Otros números de Calabazas en el Trastero reseñados en Rescepto:

~ por Sergio en octubre 17, 2010.

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