La metamorfosis

Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.

Así comienza “La metamorfosis” (“Die verwandlung”, 1915), una de las novelas cortas más influyentes de la historia de la literatura, escrita por Franz Kafka (en torno a 1912) y uno los textos que llegó a ver publicados en vida (al contrario que la mayor parte de sus escritos).

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Mucho se ha publicado en torno a la obra de Kafka, reconocido como uno de los autores más influyentes del siglo XX. Sobre su estilo, la posible influencia de sus relaciones familiares (en particular con su padre), de su trabajo (mayormente burocrático), su salud (física y mental), su ascendencia judía… No voy a ser yo ahora quien añada nada a todo este corpus, o siquiera lo glose, que para eso ya hay infinidad de páginas más adecuadas. Me limitaré a reflexionar un poco sobre aquello que le es propio a blog, examinando “La metamorfosis” desde el punto de vista de su pertenencia al género fantástico.

No creáis, se trata de una cuestión controvertida, pues hay no pocos estudiosos que niegan toda relación (el viejo prejuicio: si es cultura, no puede ser fantástico). No importa que parta de una premisa imposible, no es fantasía porque no se trata de literatura evasiva y punto.

metamorfosis

Vale, algo de razón hay ahí. Porque “La metamorfosis” (o “La transformación”, traducción que ha sido sugerida como más exacta) no se inscribe en la tradición fantástica desarrollada, principalmente en el Reino Unido, a lo largo del siglo XIX y principios del XX (algunos de cuyos principales hitos ya he tenido ocasión de examinar en Rescepto). En todo caso, sus raíces cabría encontrarlas en el romanticismo alemán (de donde también fluye la corriente arriba descrita), en autores como Goethe y E.T.A. Hoffman, con un empleo de la fantasía radicalmente opuesto a la búsqueda de lo maravilloso de autores como George MacDonald, William Morris o Lord Dunsany.

De hecho, el elemento fantástico de “La metamorfosis”, la transformación de un viajante de comercio, de la noche a la mañana y sin que medie nunca explicación alguna, en un bicho con mandíbulas, múltiples patitas y un caparazón quitinoso, cumple en realidad la función de enfocar, poner de manifiesto, la realidad de su existencia. No es pues una fantasía evasiva, sino todo lo contrario: desveladora. Destruye la ilusión que disfraza la cotidianidad y permite reevaluar la posición de Gregor con respecto a su trabajo y a su familia. Lo logra en parte a costa de una inversión de términos. Si antes de su transformación era el sostén de su familia, su incapacitación los fuerza a romper con los cómodos roles hacia los que han derivado, a reestructurar sus vidas, algo que hacen dejándolo a él fuera, como un peso muerto.

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Otro elemento importante es la incapacidad de comunicación. Aunque él yo insectil de Samsa entiende todo lo que se dice, su aparato fonador no puede modular de forma correcta las palabras, por lo que su familia asume que es incapaz de comunicarse… lo cual es el primer paso para convencerse de que es incapaz de razonar, de que es una simple sabandija, de que no le deben nada. Asume ahí la narración una cualidad un tanto pesadillesca (precisamente en el sentido que ha acabado siendo bautizado como kafkiano), agravada por la propia incapacidad de Gregor para interpretar los pensamientos e intenciones de su padre, su madre y su hermana.

Tampoco es que antes de convertirse en insecto la comunicación hubiera sido muy fluida, aunque entonces al menos podía achacarse la carencia a que se encontraba continuamente de viaje.

A la postre, la transformación revela la vacuidad de la existencia de Gregor. No es nada, nunca lo ha sido; nunca ha encajado, nunca ha entendido ni se ha hecho entender, no era imprescindible, sino todo lo contrario. La fantasía ha desvelado una realidad subyacente, que quizás sin ella se hubiera perpetuado indefinidamente o, cuando menos, hubiera necesitado de muchas más palabras para manifestarse.

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Esta forma de enfocar la fantasía, diametralmente opuesta a la tradicional, ha ejercido su influencia a lo largo de los años, de un modo más o menos evidente. Así pues, resulta muy palpable en el realismo mágico, a través de autores como Jorge Luis Borges (que tradujo al español la obra de Kafka) y Julio Cortazar. Ahí también las intromisiones fantásticas realzan la realidad antes que se distancian de ella (lo cual no implica necesariamente negarla; a veces se precisa cierto distanciamiento para cobrar perspectiva). Y es una influencia que se mantiene hoy en día, como puso de manifiesto Haruki Murakami al titular una de sus novelas como “Kafka en la orilla”.

La fantasía y la realidad no están enfrentadas, no son antagónicas ni ofrecen mero contraste. A veces la una sirve para acentuar la otra.

~ por Sergio en julio 16, 2014.

Una respuesta to “La metamorfosis”

  1. Comparto con vosotros un audiolibro de la metamorfosis: https://www.youtube.com/watch?v=dZO2vli6XbM

    Un saludo ^^

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