Nuevas leyendas aragonesas

Etimológicamente, «leyenda» significa «lo que debe ser leído», una admonición que puede aplicarse sin problemas a esta antología de Mira Editores, que reúne a seis escritores aragoneses con un objetivo común: celebrar y enriquecer el corpus legendario de su tierra. En los últimos años, Aragón ha devenido en una de las regiones más activas de España en cuanto a producción fantástica, y en buena medida se debe al trabajo de estos autores (sin desdeñar la faceta editorial que muchos de ellos también desarrollan). A aro pasado, se antoja inevitable la aparición de esta obra conjunta, quizás por lo bien que transforma sus intenciones en resultados.

La leyenda es un tipo de narración que se distingue del cuento por su estrecha relación con un lugar y un tiempo concretos. Esta relación va más allá de la simple ubicación espaciotemporal. Una buena leyenda sólo tiene sentido unida a su referente. Cualquier otra asociación la privaría de interés, de su alma. Así pues, el título de la antología no debe tomarse como una mera etiqueta. En realidad, es la clave que nos sitúa en disposición de escuchar (leer) y asimilar los seis textos (situados entre cuento largo y novela corta). Son aragonesas porque Aragón es su escenario (desde Teruel hasta Jaca) y porque beben de la tradición de sus pueblos y del carácter de sus habitantes; y son nuevas porque, enlazando con el folclore antiguo, incorporan temas actuales, contemplan el pasado (e incluso el futuro) desde una perspectiva moderna, capaz de conferir nuevos significados a los viejos símbolos (cuyo poder de fascinación no se ha desgastado un ápice con el transcurso de los siglos).

Al finalizar cada aportación, el propio autor expone en unos pocos párrafos la fuente de inspiración y sus intenciones. Estos apéndices, lejos de resultar superfluos, proveen de interesantes datos que contribuyen a encajar estas nuevas leyendas en su marco de referencia. Se quedan, sin embargo, lejos de agotar su capacidad evocativa. No son la explicación de un truco de magia que le hace perder su encanto, sino la entrada hacia un mundo subyacente, que quizás sea en parte ignoto para los mismos autores.

Abre el fuego Óscar Bribián con «La leyenda de Escriche», una puesta al día de la historia mítica de la fundación de dicha baronía, o quizás fuera más exacto afirmar que se trata de una narración que hunde sus raíces en este relato tradicional (hasta el punto de mencionarlo en el propio texto), yuxtaponiendo el horror medieval que evoca con otro mucho más reciente: nuestra guerra civil. El texto se centra en las vivencias de un soldado del ejército republicano, al que se encomienda una ardua y peligrosa tarea que nada tiene que ver con combatir a los nacionales. Los dos niveles de brutalidad, el histórico y el fantástico, se entremezclan en un relato de corte fatalista, en el que se subvierte el heroísmo de la leyenda tradicional, deviniendo la gesta en tragedia, equiparable a la que a mayor escala se está verificando en todos los frentes de una contienda fraticida.

David Jasso propone con «Hijos del hielo» el texto más largo de la antología, una narración que toma elementos del cuento costumbrista (abocado a la tragedia, como queda de manifiesto desde el primer instante) para ir evolucionando hacia el terror (pasando por esas escenas de tensión extrema que tan bien maneja el autor). La trama gira en torno a la Culroya, el neverón más importante de Fuendetodos (pueblo natal de Goya, a unos 45 kilómetros de Zaragoza), y a las vidas de aquellos de lo explotan. La fecha se situaría en torno a 1912, en pleno declive de ese negocio tradicional, ahogado por la actividad creciente de las modernas fábricas de hielo. Más allá de los hechos concretos y las sensaciones puntuales, la narración evoca dos conceptos, quizás entrelazados: frío (no sólo físico) e inevitabilidad. Tan predeterminado parece el fin de la industria artesanal del hielo como el destino aciago de los personajes, que, como se nos muestra a modo de epílogo, reverbera incluso hasta nuestro días.

Con el siguiente relato, «El rayo rojo», se produce un cambio radical de tercio, pues con él nos adentramos en los territorios impredecibles de Roberto Malo, que nos confirma que Teruel existe, que también existen los extraterrestres, y que como no podía ser de otra forma ambas existencias improbables tenían por fuerza que… en fin, coexistir. Roberto hace uso de una leyenda verdaderamente nueva, tanto como que apenas tiene unas décadas de recorrido, sometiendo a Sergio, su protagonista, a una abducción. Pero claro, las cosas no podían ser tan normales. En vez de hombrecillos grises, el pobre Sergio se encuentra con una macizorra azul de dos metros y medio, que le somete al procedimiento típico con resultados inopinados. Sólo el autor es capaz de tratar con tal convicción una trama tan surrealista (aunque contenida de acuerdo con sus estándares), hasta el punto de lograr hacernos dudar de su… pues eso, existencia.

Fermín Moreno toma la ruta especulativa para entrelazar pasado y futuro de Aragón, en una mezcla heterogénea que combina con asombrosa precisión. En torno a la figura mítica del Moncayo, aglutina a monstruos de feria, tradiciones ancestrales, cambio climático, extremismos religiosos sincréticos, racismo, inmigración y declive económico, para ofrecer un fresco desolador, extraño y, al mismo tiempo, tremendamente vivo. Siendo quizás el más pesimista de todos los textos, también es el que finaliza en una nota más esperanzada, augurando un nuevo día (apuntalado a partes iguales en la tradición y en la renovación) tras la larga noche.

«Los signos de Caín», de José María Tamparillas, se encarga de proveer de un mito etiológico a una de las características destacadas del campo aragonés (no entraré en mayor concreción por no revelar detalles inapropiados sobre su conclusión). El cuento destaca por la recreación de la atmósfera y la caracterización de los personajes, con sus buenas dosis también de costumbrismo, aunque en un plano sobre todo psicológico (algo así como Stephen King… si King hubiera nacido en Aragón en vez de en Maine). Juega con la exteriorización física (y pública… o al menos aparentemente pública) de demonios internos, y con las consecuencias de este exhibicionismo involuntario.

Por último, Juan Ángel Laguna Edroso propone un viaje a los mitos de su niñez en «Tierra de brujas y endemoniados». Una mirada a Aragón desde la distancia. Un reencuentro con sus tradiciones tras un exilio con tintes autobiográficos. En esta narración sobre un retorno forzoso (mitad ansiado, mitad aborrecido) al hogar ancestral, defiende la vigencia de los arquetipos del folclore altoaragonés, cuya aplicabilidad, lejos de haber desaparecido, tan sólo precisa de unos pequeños ajustes para golpear con la misma contundencia que antaño. Es un relato, además, que lejos de basarse en la sorpresa cuenta con la complicidad del lector para adquirir pleno significado.

Para concluir, me gustaría romper una de mis normas. Mis reseñas en Rescepto rara vez presentan valoraciones explícitas. No creo en los juicios absolutos y, aun siendo imposible abstraerme de mis impresiones personales, intento potenciar la aplicabilidad de estos textos recurriendo principalmente a la descripción y el análisis. En este caso haré una excepción, porque por valor literario, amenidad y potencial evocativo «Nuevas leyendas aragonesas» es una de las mejores antologías que he tenido ocasión de leer. Desde luego, no desmerecen de las antiguas.

Agradezco a Mira Editores el envío de un ejemplar de «Nuevas leyendas aragonesas» para su reseña en Rescepto.

Para acceder a otras obras de los mismos autores reseñadas en Rescepto, consultar el Archivo de Reseñas.

~ por Sergio en julio 5, 2011.

11 respuestas to “Nuevas leyendas aragonesas”

  1. Mil gracias, Sergio. Qué rapidez…

  2. Muy bien desarrollada la resña en cuanto a los relatos. Me ha dejado unas sensaciones parecidas la lectura. En apenas dos días se leerá mi reseña.

    Cada uno de los autores es fiel a su estilo, y muy reconocible cada uno.

    Fer

    • Sí, los estilos son perfectamente reconocibles. Supongo que eso es parte de lo que hace grande la antología (entre otras cosas, porque desarrollar una voz personal lleva tiempo, trabajo y constancia… y eso se nota).

      Ya actualizo con tu reseña en cuanto la publiques.

  3. Excelente y exhaustiva reseña de un libro que lo merece con creces. Lo pasamos muy bien leyéndolo.

  4. Hola, Sergio:

    Muchas gracias por la rapidez. Me alegra que te haya gustado la antologia, y mi «Señor del Moncayo», claro :-).
    Un abrazo.

  5. Gracias por una reseña tan positiva, por la rapidez en leer el libro y por los comentarios de cada una de las historias. Así da gusto.

  6. Mil gracias por la rapidez, la reseña tan positiva y los comentarios efectuados para cada historia. Así da gusto.

  7. ¡Me vais a provocar complejo de reseñador precoz!

    El mérito es casi todo de la obra.

  8. Qué agradable sorpresa encontrarse esta reseña a la vuelta del viaje. Desde luego, es señal inmejorable que hayas devorado el libro en dos días, porque corto no es tampoco. Como ya he comentado en alguna ocasión, me siento muy orgulloso de participar en la antología.

  9. […] ver + […]

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