The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy (Guía del Autoestopista Galáctico)

Conocí la «Guía del Autoestopista Galáctico» primero a través de su adaptación cinematográfica de 2005 y luego viendo la serie de la BBC de 1981. Siempre había sido un tanto reacio a acudir a la versión literaria (que precede a éstas, pero no es la original), porque la ciencia ficción humorística es un híbrido complejo, y su disfrute depende mucho de detallitos muy personales.

Al final, sin embargo, es una cita ineludible, así que para allá que me lancé con la primera novela de la trilogía (de seis)… y fue un completo desastre. Sí, los chistes estaban ahí, pero ni rastro de la gracia. Claro que algo empezó a reconcomerme, y cuando cierto personaje empezó a hablar de forma muy «sensible» lo tuve claro: necesitaba leer el libro en su idioma original. Así pues, me hice con una copia de «The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy» y lo retomé donde lo había dejado.

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El veredicto es claro. No sólo es preferible leerlo en inglés, sino que de ser posible conviene «hacerlo» con acento británico.

Porque «La Guía del Autoestopista Galáctico» nació como serial radiofónico en 1978, emitido en seis episodios (de media hora) por la BBC Radio 4. Pronto, la serie empezó a ganar popularidad, lo que llevó a su reemisión, su lanzamiento como grabación en LP y a la publicación de la primera novela de la serie (que adaptaba los cuatro primeros capítulos del serial) por parte del propio autor, Douglas Adams.

A partir de ahí, la historia se hizo realmente multimedia, con una miniserie televisiva de seis episodios en la BBC-2 en 1981, adaptaciones al teatro, al cine, en forma de videojuego y, por supuesto, como una «trilogía» de novelas que a día de hoy consiste en seis volúmenes (los cinco primeros obra de Douglas Adams), aumentando su popularidad paso a paso hasta convertirla en una serie millonaria, aunque nunca llegó a perder sus raíces radiofónicas, que influyen en la planificación de las escenas, el tono de las bromas e incluso la composición de los diálogos.

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El libro se inicia con la destrucción de la Tierra por parte de una flota vogona, una especie extremadamente burocrática (y creadora de la tercera peor poesía de la galaxia), con el objetivo de construir un desvío interestelar. El que parece ser el único superviviente es Arthur Dent, salvado por su amigo Ford Prefect, que después de todo no es un actor en paro, sino un alienígena de las cercanías de Betelgeuse, que quedó varado en la Tierra mientras investigaba para la próxima edición de la Guía del Autoestopista Galáctico, un libro electrónico que ofrece información y consejos útiles para viajar por el universo sin gastar demasiado.

Se inicia así una aventura, que llevará a Arthur y Ford a conocer la poesía vogona, al presidente de la galaxia y prófugo de la justicia Zaphod Beeblebrox (primo de Ford) con su aeronave robada la Corazón de Oro (una traducción literal y muy poco inspirada de la Heart of Gold), impulsada por la energía de improbabilidad infinita, al crónicamente deprimido robot Marvin y a Trillian, una chica que comparte cierto pasado con Arthur (aunque éste hubiera deseado que compartieran un poco más). Una aventura alocada, que tiene también un componente metafísico, pues los acontecimientos se entrecruzan con la búsqueda de la Gran Pregunta, aquélla que da sentido a la Gran Respuesta a la vida, el universo y todo.

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Todo ello expuesto con un sentido del humor muy británico, con algo de sátira (dirigida principalmente contra la religión, aunque con cierta sutileza), algo de ironía (contra la britanicidad), un poquito de parodia (de la ciencia ficción de la Edad de Oro) y mucho, mucho sentido del absurdo. Parte de este humor surge también de las habituales citas de la Guía del Autoestopista Galáctico. Para lograr el máximo efecto cómico, resulta crucial el ritmo, así como el uso de la palabra precisa en el lugar exacto… algo en lo que la traducción al castellano existente falla miserablemente (por un exceso de literalidad).

Por supuesto, el humor no siempre hace diana. Hay momentos gloriosos (como el de la ballena y la maceta de petunias), junto con otros simplemente absurdos (los filósofos protestando por que van a quedarse sin trabajo, episodio que quedaba mucho mejor en radio). La estructura del libro tampoco es uno de sus puntos fuertes, pues no puede evitar poner de manifiesto su naturaleza episódica, así como transmitir la impresión de que se fue escribiendo sobre la marcha (problemas con los que tuvo que lidiar la adaptación cinematográfica, retrasándola por un cuarto de siglo). El final, en particular, resulta tremendamente decepcionante. Apenas un punto de corte, tras resolver los conflictos creados mediante una sucesión de deus ex machinas.

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En lo que sí destaca es en su entrega al lenguaje y conceptos de la ciencia ficción. Pese a sus orígenes como entretenimiento de espectro general (es decir, no para una audiencia especializada), no se priva de entregarse de pleno al género, cuya aceptación popular siempre ha sido bastante alta en Gran Bretaña, desde los seriales del Doctor Who (en algunos de los cuales no sólo trabajó Douglas Adams, sino que de ahí sacó ideas para sucesivas entradas de la serie) hasta otras series cómicas como la de «Enano Rojo».

Resultan particularmente notorias sus referencias más o menos disimuladas a la obra de Asimov, desde la comparación (favorable para la última) entre la Enciclopedia Galáctica y la Guía del Autoestopista Galáctico, hasta la existencia de la Gran Pregunta (Ultimate Question), que no puede sino recordar al que quizás sea el cuento más famoso de Asimov, «La última pregunta». Respecto a la ideas propias, no dejan de resultar muy notables conceptos como la naturaleza electrónica de la propia Guía o la actividad comercial del planeta Magrathea.

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A la postre, sin embargo, la valoración de la novela empieza y termina en el modo en que su humor resuene en cada cual, y eso es algo, como decía al principio de esta entrada, muy personal. Si te ha hecho gracia alguna de las adaptaciones audiovisuales de la obra o eres fan de los Monty Python, entonces existe una altísima probabilidad de que el libro será plato de tu agrado (y aquí me reitero en que, preferiblemente, en versión original), pero si el humor británico te deja frío…

Otras opiniones:

~ por Sergio en noviembre 26, 2014.

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