Prometheus

El director que según la campaña promocional ayudó a definir el género de la ciencia ficción cinematográfica (como si desde «Voyage dans la Lune» hasta «Alien» hubiera sido un páramo) regresa al escenario que le lanzó al estrellato con «Prometheus», la ahora-sí/ahora-no precuela de la saga del xenomorpho. La cuestión, como siempre surge con el más irregular de los hermanos Scott (Tony podrá tener sus limitaciones, pero rara vez deja de entregar lo que promete) es qué Ridley ha tocado en suerte.

Los aficionados a la ciencia ficción, tras unos añitos de sequía, esperábamos con ansia que nos ofreciera motivos para sacar pecho, y por un tiempo, mientras iban apareciendo imágenes y sobre todo merced a un espectacular trailer, parecía que nuestras ilusiones se verían confirmadas. Luego la cosa empezó a torcerse, a medida que se iban filtrando detalles de la trama y las reacciones en otros mercados iban dejando mucho que desear. Por desgracia, nada hubiera podido prepararnos para el absoluto desastre que es «Prometheus».

La trama arranca en el año 2093, cuando una expedición paleontológica en Escocia descubre unas pinturas rupestres con 35.000 años de antigüedad (estimada a ojo por la protagonista), que comparten con otras múltiples muestras de arte antiguo la representación de una determinada configuración estelar. Ni cortos ni perezosos, lograr convencer a un ricachón (un Weyland, por mantener la mitología de la saga) de que eso indica que los hombres fueron creados por unos extraterrestres, que aguardan allá a que sus hijos se pongan en contacto con ellos. Sí señor, en pleno 2012 volvemos a las tonterías de von Däniken.

Los propios guionistas son conscientes de este anacronismo, pues poco después, cuando los «científicos» exponen su teoría ante la tripulación del Prometheus (la nave), alguien les pregunta si se sienten cómodos descartando de un plumazo trescientos años de darwinismo y qué otras pruebas tienen para apoyar su hipótesis. A lo cual la protagonista responde que, simplemente, han decidido creer en ello.

Un análisis superficial podría llegar a la conclusión de que la película defiende el dogma sobre la ciencia (y, en el contexto en que se produce, el creacionismo sobre la evolución). No lo creo así. Me da la impresión, más bien, que lo que pretenden es establecer una falsa premisa de partida con el fin de construir sobre ella una disquisición filosófica. El tema recurrente es el de las relaciones creador-criatura, con los humanos como producto de los «ingenieros» (así los llaman), un androide, David, como producto de los humanos (e hijo adoptivo de Weyland) y Dios como inicio primero por encima de todo.

La perspectiva, sin embargo, se aleja de la ortodoxia religiosa. Por lo que he llegado a deducir (el discurso es cualquier cosa menos coherente), hay una duda existencial de fondo: ¿Por qué fuimos creados? Y relacionada con ella otra quizás más angustiosa: ¿Por qué a continuación fuimos abandonados? Junto con esta cuestión ya presente en «El paraíso perdido» de Milton, la película aborda otras como la responsabilidad del padre con respecto a los hijos y, quizás más importante, el orden natural que implica la dolorosa muerte del padre para que el hijo pueda alcanzar plena realización.

Ni la claridad ni la sutileza son virtudes de la película. A lo largo del metraje nos encontramos reiteradamente con relaciones padre-hijo (de la protagonista con su progenitor, teniendo en cuenta también su infertilidad, de Weyland con su hijo «adoptivo» y con su hija natural y, por supuesto, el alien, como una suerte de tortuoso mesías fruto de un embarazo milagroso). El que todo esto llegue a cobrar sentido ya es una cuestión muy diferente. Los guionistas parecen contentarse con lanzar insinuaciones a diestro y siniestro a ver qué surge de todo ello.

Con un sustrato incoherente a lo sumo, hubiera hecho falta un desarrollo interesante para salvar los muebles. Por desgracia, el mismo descuido y superficialidad que afecta al fundamento filosófico se hace extensible a elementos tan básicos como la caracterización de personajes (que van de lo grotesco a la parodia inintencionada, con la posible excepción de David) o la secuenciación lógica de acontecimientos (para durar dos horas largas, el director no parece encontrar la forma de engarzar los distintos elementos… quizás porque simplemente no encajan). Nos encontramos pues con una ristra inconexa de malos tópicos, diálogos absdurdos, incoherencias científicas (menos mal que Ridley Scott ayudó a definir la ciencia ficción…) y escenas rodadas con muy poco oficio (salvaría quizás un par bien construidas, aunque no encajen para nada en el contexto).

Respecto a su conexión con la saga de Alien, se nota que efectivamente pretendió en algún momento ser una precuela en toda regla. Casi seguro, cuando los intereses comenzaron a divergir y se fue haciendo progresivamente más difícil encajar los hechos, se optó más bien por una especie de borrón y cuenta nueva, empleando los elementos disponibles en una configuración diferente. Eso sí, no aporta nada en absoluto, y si el ciclo vital del Alien ya era poco creíble, las criaturas de «Prometheus» entran de lleno en la absurdidad de «Evolution».

En definitiva, estamos ante un desperdicio de oportunidades soberano. Filosofía ramplona (alguien tendría que decirle a Damon Lindelof, creador también de «Perdidos», que para que un pensamiento tenga relevancia debe conducir a unas conclusiones lógicas), imaginería reciclada (los mayores aciertos visuales ya estaban presentes en «Alien» o «Aliens») e increíble torpeza narrativa. Flaco favor hace un engendro de estas características a la ciencia ficción.

~ por Sergio en agosto 10, 2012.

14 respuestas to “Prometheus”

  1. Estoy de acuerdo que la premisa inicial es floja, y que sí, quizá de ciencia tenga poco, pero me ha encantado de principio a fin. Visualmente me parece muy potente, y en ese aspecto precisamente no me ha recordado mucho al «Alien» original salvo por algunos detalles.

    Se ve que Ridley Scott está sembrando la discordia con este film, a algunos le encanta y a otros tantos les ha decepcionado… Habrá que ver qué hacen con la secuela (que pienso debería enlazar con «Alien, el octavo pasajero»).

    Saludos.

    • El director ya ha declarado que la serie se aparta decididamente de las películas originales. El título provisional de la secuela es «Paradise», por lo que se infiere que tiene que ver con el planeta de los Ingenieros (eso sí, Ridley Scott se ha dejado pocos personajes para construir sobre ellos).

      De lo que ya no estoy tan seguro es de que el resultado comercial justifique la secuela (que por fuerza tendría que ser cara). Por ahora andaría justito en el límite, pero ante una recepción tan polarizada… No me extrañaría que los productores decidieran plantarse y recoger ganancias mientras pueden.

      • «Paradise» debería abrir dos líneas, o al menos una línea que lleve a una explicación. La parte principal será el viaje al planeta de los Ingenieros, y la explicación cómo llegó la nave con los huevos de xenomorfo a LV-426.

  2. Yo sí que creo que la escena que comentas en tu crítica, y el discurrir posterior sí que es una refutación de la versión «popular» del danikenismo, aunque no me atrevo a asegurar que eso sea para defender el dogma de la ciencia (pues yo también sospecho que no es esa la intención). Pero sí que percibo una crítica a ese buscar en los extraterrestres una versión de Dios como reflejo de nuestras aspiraciones, al estilo de la interpretación de Ludwig Feuerbach, como proyección de nuestros deseos. Creo que se muestra en el sueño con el padre, y los comentarios que hace el androide David sobre la «fe» de la magufona (lo siento, pero no puedo llamarla de otra forma) protagonista. Eso sí, y aquí coincido con tus apreciaciones, con un estilo propio para que estas profundidades las entiendan los «adolescentes palomiteros».

    Pero bueno, esto no significa que el planteamiento no sea pseudocientífico, sustituyendo a los dioses del espacio que nos crearon como dioses en potencia por los depredadores del espacio exterior que nos usan como ganado, idea que se remonta a Charles Fort, y algunos para los que el efecto de la lectura de Lovecraft fue similar al del «Amadís de Gaula» para Alonso Quijano.

    En cuanto al título de la continuación, «Paraíso», me produce interés y miedo por igual. Pues es posible que el título sea engañoso y el paraíso no sea tal, o sea una visión más literala del término, pero también que todo acabe en una película de tiros en el espacio con Ingenieros buenos (ángeles) vs Ingenieros malos (demonios), con el xenoformo luciendo palmito pero con poca consistencia argumental.

    A mí Prometheus no me desagradó, y no la veo tan mala, pero tampoco entiendo algunas de las defensas numantinas que se le hacen en algunos de sus aspectos, pues no se pueden negar sus defectos. También es verdad que fue tal el chasco con la de Batman que está me ha parecido mejor por comparación.

    Y sobre la coherencia científica mejor no hablamos, yo hace tiempo que me he rendido y considero que todo lo que vea en la pantalla grande es fantasía…

    • Mi interpretación (aunque la falta de coherencia del entramado expositivo hace difícil plantear una hipótesis sólida) tiraría por ahí. La película muestra una búsqueda desesperada de trascendencia, tanto por parte de Weyland (acuciado por la certeza de su mortalidad) como de la doctora Shaw (que parece más bien atormentada por el sentido de la vida; angustia existencial provocada por la muerte de su padre). Esa búsqueda les conduce a Dios (materializado en los Ingenieros) y a un desengaño cuando se hace patente su naturaleza.

      A partir de ahí las cosas se vuelven un tanto turbias, con la introducción del rechazo «divino» puesto de manifiesto con el plan de exterminio (una suerte de diluvio universal con armas biológicas de destrucción masiva). Lo que no cuadra es la actitud de la doctora Shaw, a la que las experiencias parecen cambiar muy poco (si acaso, la reafirman en sus obsesiones). Es casi como si los guionistas no tuvieran muy claras las conclusiones y hubieran decidido dejar cubiertas todas las bases.

      Dejando de lado todo esto (e incluso la coherencia científica), lo que de verdad me sacó de la película fue lo mal construidos que están los personajes. ¿Motivaciones? ¿Lógica interna? Noooooo, son marionetas al servicio de la seudofilosofía al principio y de los sustos baratos al final.

      • «Lo que no cuadra es la actitud de la doctora Shaw, a la que las experiencias parecen cambiar muy poco (si acaso, la reafirman en sus obsesiones). Es casi como si los guionistas no tuvieran muy claras las conclusiones y hubieran decidido dejar cubiertas todas las bases.»

        Yo también tenía claro que los guionistas no querían mojarse, pero lamentablemente ese tipo de respuesta es completamente verosímil y realista. Es la típica y tópica respuesta de los creyentes en el danikenismo de no querer aceptar las evidencias, por directas y duras que sean.

        Quiero decir, que eso me parece más razonable que lo de los cascos. Aunque luego es la propia Shaw la que dice que tienen que analizarse todos porque no saben se han producido los contagios, como pensando que pudo ser la gilipollez de quitarse el casco la responsable.

      • Hombre, que te maten al novio con un lanzallamas después de haber sido infectado por parásitos alienígenas y dar a luz a un calamar que se transforma (en unos minutitos y sin necesidad de alimentos ni nada) en una estrella de mar mutante de dos toneladas y muy mala leche creo que es una experiencia un poco más intensa que la típica refutación antimagufa.

        A propósito de lo cual… Había momentos de la película que me recordaban la gran serie documental de «investigación» «Alienígenas ancestrales» (ideal para echar unas risas con los amigotes… hasta que te paras a pensar que hay quien se traga todas esas chorradas).

  3. A nivel guión la pelicula es una bazofia. En Jot Down le dan un repaso bastante intersante a muchas de las tontunas que Damon Lindelof nos hace padecer (lleva ya casi 400 comentarios). La escena del biólogo tratando a los gusanos mutantes como si fueran gatitos me pareció, sencillamente, un insulto al espectador. Pero vamos, que como ésta a puñados.

    • Buen artículo.

      Tengo la teoría de que «Prometheus» y engendros similares se aprovechan de un par de prejuicios (positivos). Por un lado el convencimiento subconsciente de que nadie es capaz de gastarse 120 millones de dólares para crear una bazofia incoherente (y si el autor posee la reputación de Ridley Scott, aún menos). Vamos, autoengaño puro y duro del estilo: «Si no lo entiendo es culpa mía» (por no hablar de la necesidad de justificar el dinero desperdiciado en la entrada).

      Además, la cultura audiovisual fomenta la credulidad. Ver es creer, y desarrollos que rechazaríamos de plano si sólo los leyéramos obtienen de repente un aura de plausibilidad cuando nos los presentan ya mascaditos. Hubo momentos en que me imaginaba escribiendo alguna que otra escena (por ejemplo la de «Vaya, hay oxígeno dentro de esta construcción alienígena superchunga. ¡Quitémonos los cascos!») y me entraban sudores (por no hablar de cómo continúa: «Hum, se ha quitado el casco, han pasado cinco segundos y no se ha muerto. ¡Maricón el último!»).

    • Muy buen artículo, sin duda, yo detecté unas cuantas incoherencias, pero desde luego tiene muchas más xD

      Es por ello por lo que valoro aún más positivamente la labor en la realización de Ridley Scott, porque hacer que me quede embelesado con ese guion tan pobre… Para «Paradise» (que parece ser que el proyecto ha sido aprobado) esperemos que cambien el guionista, aunque es imposible arreglar todas los desaciertos de Lindelof.

      Re-saludos.

    • Yo no exoneraría con tanta facilidad a Ridley Scott. Después de todo, es el responsable último de la película (y de dar luz verde al guión definitivo, que parte de la producción corre a cargo de la empresa que tiene con su hermano, Scott Free).

      • De hecho fue Ridley Scott quien decidió contratar a Lindelof una vez estaba listo para rodar el guion de Spaiths. Sí, tiene responsabilidad en el mismo Scott… O sea, que valorando guiones quizá no sea el mejor xD

  4. Buen articulo, acepto y adhiero con varias cuestiones, pero no entiendo que tipo de coherencia filosofica intentas encontrarle a este genero. Por momentos es un poco exagerada tu critica principal en relacion al argumento inicial desde el punto 0.

    A mi me parecio un excelente recurso la idea del creacionismo alienigena. ¿Cual seria la logica para vos en todo esto? Ninguna, porque no la hay.. y creo que de eso se trata la ciencia ficcion, no crees?

    • Hola, Andrés, gracias por comentar.

      El problema no lo veo tanto en el recurso empleado (aunque me parezca un tanto anticuado), como en su desarrollo. Lo que pido es una coherencia interna, un discurso filosófico que tenga sentido (y que conduzca a algún sitio), independientemente de que las premisas puedan ser más o menos rigurosas. Eso es para mí la esencia de la ciencia ficción: construir a partir de unas premisas que pueden ser más o menos realistas un entramado sólido. El de «Prometheus», por el contrario, se derrumba al primer soplido.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.