Umma

Me va a resultar difícil valorar «Umma», el tercer libro de Juan Antonio Fernández Madrigal. Por un lado, me encanta poder sumergirme en una historia de ciencia ficción clásica, perfectamente narrada y diseñada con un exquisito cuidado por los detalles. Por otro, me ha dejado la impresión de que no llega a explotar todo su potencial, quedando al final como menos de lo que podría haber sido. Sí, es injusto anteponer la satisfacción de expectativas, quizás el componente más subjetivo de una crítica, a los méritos intrínsecos de la novela, pero como sabrán los asiduos del blog suelo meterles caña a los títulos que en mi opinión se merecen una disección a fondo, aquellos en los que tal ejercicio puede deparar resultados interesantes.

La acción de la novela transcurre en un futuro lejanísimo, con la especie humana (ummana) instalada en una especie de nicho ultraestable, en una especie de cumbre evolutiva nacida de la hibridación entre hombres y máquinas. A grandes rasgos, «Umma» narra el desmoronamiento de esta utopia, provocado por un factor externo, el ataque a escala universal de los innumerables mundos ummanos por parte de unos implacables alienígenas insectoides. En estas condiciones, las estructuras imperantes durante milenios se prueban ineficaces y, entre otras consecuencias, un reservorio de variabilidad, marginal hasta el momento, se moviliza.

Una de las claves de la historia reside en que no busca proporcionar respuestas, sino tan sólo mostrar un proceso (más aun, el inicio del proceso). A través de tres puntos de vista entrelazados y seis segmentos, la trama avanza cumpliendo dos funciones: La primera es descriptiva, mostrándonos los entresijos de la sociedad futura en una secuencia bastante rigurosa de presentación-explicación (suele presentarse un término nuevo, como canori, calamitas, optifex o proxy, en un segmento, para desarrollarlo en algún otro subsiguiente), lo que tiene como resultado que nuestro conocimiento de la sociedad ummana crece a medida que se disgrega. La segunda es argumental, encaminada a la resolución (cuanto menos parcial) de los interrogantes que suscita la brutal campaña de exterminio de las bichas (así apodan a los invasores).

Como se puede apreciar, es una novela que, pese a su moderada longitud, no está exenta en modo alguno de ambición y no se corta un pelo en abordar escenarios a una escala (espacial y temporal) verdaderamente cósmica. Es lo bueno que tiene la literatura, que tanto da vivir en el Centro del Universo como en el Culo del Mundo, la única materia prima que se necesita es la imaginación y es tan fácil (o difícil) de entrenar aquí como en Sebastopol (y quien dice Sebastopol dice Nueva York). Otra cosa es la disponibilidad de tiempo para trabajarla, que en eso sí influye, y mucho, la potencia de la industria encargada de dar salida a los frutos. Pese a ello, aún perduran los prejuicios contra la ciencia ficción escrita en español (que empieza en algunos editores y sigue con un porcentaje más que significativo de «aficionados»). Mientras tanto, obras como «Umma» se ven relegadas a las tiradas (y distribuciones) más paupérrimas. Así no es de extrañar que la situación se perpetue.

Pero bueno, retornemos a la crítica, porque ahora doy paso a los aspectos que no han terminado de convencerme.

Los cuatro primeros segmentos de la novela los encuentro demasiado fríos, como si estuvieran bajo un control demasiado estricto de lo que se debe revelar en ellos y de hasta dónde profundizar. Lo que nos muestran es una sociedad transhumana, con la inmensa mayoría de individuos interconectados telepáticamente a través de un dispositivo electrónico conocido como el Ángel, bajo la dirección (puramente administrativa) de inteligencias electrónicas. Es muy de agradecer que este escenario no devenga en la típica paranoia tecnófoba de tiranía digital, sin embargo, la cualidad pan-empática de la ummanidad no acaba de encontrar reflejo en la narración. Las múltiples ramificaciones de este tipo de organización, así como las indudables alteraciones psicológicas que produciría, apenas se vislumbran en una comunicación mente-mente que es poco más que un diálogo (excepcionalizado mediante la supresión de los signos de puntuación y sin distinción gráfica entre interlocutores) punteado por la percepción de emociones. Una vez superada la confusión de tropezar de sopetón con una buena cantidad de términos desconocidos, la ummanidad se antoja un poco demasiado humana.

Los segmentos finales, sin embargo, en los que cobran voz y protagonismo los alienígenas, superan esta limitación para adentrarnos en una organización ya no sólo social, sino también orgánica, diferente, con complejidades propias (nacidas en parte de un acusado dimorfismo sexual) y motivaciones acordes con ellas. Es en esta porción, protagonizada por Beirg, un niño criado por un alienígena macho, donde se alcanzan mayores cotas de interés y donde el ritmo se estabiliza, alcanzando así «Umma», muy convenientemente, su cima narrativa.

Todo no son, sin embargo, parabienes para la conclusión. No sólo concluye la novela un poco en falso (otro par de segmentos no hubieran estado de más, para desarrollar las ideas recién esbozadas), sino que recurre por primera vez a explicar en lugar de mostrar, poniendo en boca de uno de los personajes durante las páginas finales una aclaración pormenorizada de buena parte de los interrogantes suscitados a lo largo de la obra.

Como se puede ver, estas salvedades involucran cuestiones muy puntuales, quizás válidas tan sólo para quienes, como yo, encuentren en la ciencia ficción las mayores satisfacciones en la exploración de las implicaciones (no es raro que priorice las subtramas sobre el hilo de acción principal). En cualquier caso, «Umma» es una novela atrevida, técnicamente perfecta y que hace gala de un lenguaje cuidado, prueba palpable de que la especulación no tiene por qué estar reñida con la literatura.

Otras opiniones:

Otros libros del mismo autor reseñados en Rescepto:

  • Fragmentos de burbuja (2010)

~ por Sergio en febrero 24, 2010.

3 respuestas to “Umma”

  1. Muy interesante y bien construida (y argumentada) la crítica, Sergio. Me alegro mucho de poder haberla leído (que casi se me pierde en el hiperespacio ;) ).

  2. Me alegro de que te haya resultado interesante. Ahora me tienes a la espera de «Fragmentos de burbuja».

  3. Queda poco, queda poco :)

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