Among others (Entre extraños)
En 2011 se publicó una de las novelas que más reconocimiento ha cosechado entre los círculos fantásticos en los últimos años, «Entre extraños» («Among others»), de la escritora galesa/canadiense Jo Walton.
En su haber se cuentan el premio Hugo, el Nebula y el British Fantasy Award, al que habría que añadir el Premio Mundial de Fantasía (que la autora ya había obtenido en 2004 con «Garras y colmillos», un romance victoriano… protagonizado por dragones), todo ello derrotando a candidatos del peso de «Danza de dragones» de George R.R. Martin y «Embassytown» de China Miéville (que se alzaron con los premios Locus de fantasía y ciencia ficción, respectivamente). Lo curioso del caso es que podría argüírse, con muy buena base, que aunque hable de magia, «Entre extraños» podría interpretarse con total propiedad como una novela realista (con los hechos crudos adornados por una joven muy imaginativa).
El libro está compuesto integramente por las sucesivas entradas del diario de una joven galesa de quince años, Morwena (Phelps) Markova, que se ha visto súbitamente obligada a abandonar su hogar e irse a vivir con su padre inglés, que las había abandonado (a ella y a su hermana gemela) recién nacidas.
Debido a una madre desequilibrada (no se llega a indicar claramente, pero por las insinuaciones, bipolar), las niñas han sido criadas principalmente por otros familiares (como su abuelo y una tía), pero cuando Morwena decide huir definitivamente de casa, a consecuencia de un accidente (que no se explica hasta el final del libro) que mata a su hermana y la deja a ella tullida, los servicios sociales la ponen al cuidado de un padre al que nunca ha conocido. Este hombre, Daniel, vive dominado por sus tres hermanastras (trillizas), que controlan sus ingresos y que imponen la condición de que Morwena acuda al internado inglés pijo donde ellas mismas se formaron.
Dejan así a la niña con dos estrategias para afrontar todas estas circunstancias desestabilizadoras. Por un lado, Morwena es una ávida lectora de novelas de ciencia ficción. Por otro, vive (o finge vivir) en un mundo mágico, donde las esquivas hadas pueden comunicarse con ella (en galés y no con mucha claridad), donde su madre es una bruja malvada que quería dominar el mundo y donde su hermana falleció mientras ambas realizaban la magia necesaria para salvarlo.
En otras palabras, la novela presenta todas las características típicas de un rito de madurez, con la salvedad de que la protagonista no vive realmente grandes aventuras o emprende, largos viajes, sino que se limita a sobrellevar lo mejor que puede una cotidianidad que le resulta extraña y alienante. Mucho se ha escrito sobre si «Entre extraños» es o no es una obra de fantasía. Dentro del entramado lógico que crea Morwena, la magia es sutil, y siempre, siempre, puede ser explicada por medios naturales. Creer en ella queda reducido a una cuestión de fe… o de necesidad.
Y vaya si Morwena es una joven necesitada. La convivencia con su madre ha sido ya lo bastante traumática como para encima tener que lidiar con su responsabilidad (real o imaginaria) en la muerte de su hermana. En muchos sentidos, «Entre extraños» gravita, mirando siempre de reojo hacia la cuestión central, en torno a un proceso de duelo (aderezado con problemas de desarraigo y socialización, que complementan las vicisitudes e inseguridades propias de la edad).
Con todo ese bagaje que procesar, no es de extrañar que Morwena precise de algo de ayuda, que se articula a través de su afición por la ciencia ficción. Para empezar, resulta uno de los pocos lazos de unión con su padre (que casualmente también es un gran lector), y con posterioridad le permite entrar en contacto con un grupo de aficionados, que se reúnen en la biblioteca local para un club de lectura y que le abren las puertas a una comunidad que ni siquiera sabía que existía (al que también podría referirse el título original, traduciéndolo en sentido diametralmente opuesto al escogido).
Quizás sea éste el motivo último de su éxito crítico, ese descubrimiento del fándom (en una época en que descubrir algo resultaba bastante más azaroso que en la era de internet) con el que quizás se hayan identificado los votantes. Vamos, eso espero, porque si no, no lo entiendo.
Me encuentro de nuevo en la tesitura de ser una voz discordante entre las alabanzas más o menos generalizadas, porque personalmente «Entre extraños» se me ha hecho difícil de soportar. Para empezar, Morwena me ha resultado un personaje odioso, y eso, cuando estamos hablando del narrador único, supone una dificultad difícil de superar. Su madurez (así como su velocidad de lectura) resulta antinatural. Resulta evidente que estamos ante una versión idealizada de la propia autora (que no esconde el hecho de que el libro constituya un relato autobiográfico mitificado), lo cual tampoco sería tan problemático, si no fuera porque vuelca pensamientos y reflexiones de su yo actual (al menos su yo de cuarenta y tantos años largos) en la que posiblemente hubiera deseado ser a los quince.
Nunca es esto más evidente que cuando habla de libros, desde una perspectiva que poco tiene de quinceañera galesa en 1979, y sí más con la de la crítica profesional que empezó a llevar una sección de reseña de libros antiguos en la página de Tor en 2008. Así, por las páginas de «Entre extraños» desfilan (en su mayor parte de pasada) en torno a un centenar de libros, todo un homenaje a autores como Samuel R. Delany (su «Tritón» es uno de los títulos con mayor peso en la historia), Roger Zelazny (en especial las Crónicas de Ámbar) o Ursula K. Le Gin («Las doce moradas del viento», entre otros muchos). Sin embargo, y curiosamente, el referente central y omnipresente es uno de los pocos libros de fantasía pura citados: «El Señor de los Anillos».
Dejando de lado la artificialidad del recurso (tampoco me creo el lenguaje empleado en el diario), personalmente abogaría por una interpretación totalmente realista de los hechos, dejando la ambigüedad restringida a la cuestión de si Morwena cree o no en lo que está escribiendo (esa realidad sucia, embellecida con hadas y magia), e incluso a ese respecto me inclinaría por la segunda opción (adoptada consciente o subconscientemente por la autora). Sólo así se explica la reiterada aparición (hasta el extremo de sacarme de la lectura) de un adverbio: «really», que Morwena emplea machaconamente, una y otra y otra vez, para convencernos, o quizás autoconvencerse, de lo fidedigno y detallista de su narración (en serio, es una muletilla que emplea al menos una vez por página).
Tampoco conecto, y aquí entramos en valoraciones más personales, con la visión de la fantasía (y de los aficionados al fantástico) que se desprende de la lectura del libro. Algo fundamental, desde mi punto de vista, en la valoración de la fantasía reside en saber reconocerla como tal (y apreciarla aun así, por supuesto). «Entre extraños» aboga justo por lo contrario. Citando a Tolkien, representaría el escapismo incorrecto: la fuga del desertor, no la del prisionero.
Hacia el final del libro se comentan brevemente las Crónicas de Thomas Covenant el Incrédulo, en las que su protagonista va por un mundo fantástico negándose a reconocer su existencia real. De un modo similar, Morwena Markova parece transitar por un mundo real, negándose a reconocerlo como tal y utilizando la fantasía como una muleta más.
Otras opiniones:
- De Rusta en Devoradora de Libros
- De Dani en La Sabiduría de los Libros
- En El Jardín del Sueño Infinito
- De Joaquín Torán en Fabulantes
- De Elías Combarro en Sense of Wonder
- De Miquel Codoyn en La Biblioteca de Illium
- De Eugeni Guillem en Ovelles Elèctriques
- De Beleth en Book Eater
- De Sub-Zero en Generación Reader
- De Jorge Lara Gómez en Fantasymundo
- De Jorge en Juvenil, Fantástica o la que se Tercie
- De Alexander P. García en Donde Acaba el Infinito
¡Por dios, ese adberbio!
En realidad (reallly) «adbervio»… Una transposición de letras por las prisas.
Totalmente de acuerdo contigo. Animado por las críticas y los premios (y porque Garras y Colmillos me había entretenido) lo compré y lo leí… para descubrir una historia «realista» sobre una quinceañera en gales bastante mascada y típica. Este libro tiene todos los clichés sobre autores protagonizando sus propias obras.
No me gustó nada de nada, entre otras cosas porque, en realidad, no me da la impresión de que el libro llegue a ninguna parte hasta justo el final.
Lo cierto es que no comprendo lo de los premios. Incluso como ficción metarreferente, no me da la impresión de que constituya un retrato halagador de un aficionado al fantástico; y apenas hay análisis, sólo opinión no fundamentada.
En fin, algún día pillaré «Garras y colmilllos», que lo tengo esperando desde hace tiempo en las estanterías y es Premio Mundial de Fantasía (aunque no puedo sino confesar que ha retrocedido muchos puestos en la Pila).
De nuevo estamos en la misma línea, yo también pienso que gran parte de su éxito se debe a esa visión idealizada del adolescente aficionado al género que todos llevamos dentro. Pero ni tan siquiera eso lo hace bien.
«Garras y colmillos» es una novela bonita, ligera y entretenida que pienso que vale la pena. No deberías juzgarla por el patrón de «Entre otros» porque, aunque se nota que es la misma autora, es un subgénero distinto, más una versión de Jane Austen con dragones. Es un experimento muy interesante que no pretende ser más que un divertimento puntual.
Mi problema con «Garras y colmillos» es que tampoco soy precisamente fan del costumbrismo victoriano…
Entonces te tocará regalarlo… ;P
¿Regalarlo? ¡Nunca! Es un Premio Mundial de Fantasía. Me lo leeré antes o después, aunque sólo sea por interés académico (además, lo adquirí de saldo, tampoco es que vaya a dolerme mucho que languidezca una temporada en las profundidades de la Pila; puedo pensar sin problemas en un par de docenas de títulos que lo tienen bastante peor para ser leídos alguna vez).
Jajaja, ahí te quería ver ¡Eres peor que yo! XD
Cada cosa tiene su lugar, y cada libro su momento. Ya llegará el tiempo en que lo desempolvarás de la pila y lo leerás por cualquier motivo (como por ejemplo querer hacer una valoración sobre el último par de décadas del World Fantasy Award) … (o no).