Capitán América: El Soldado de Invierno
La fase dos del universo cinematográfico Marvel llega a velocidad de crucero con la segunda entrega del Capitán América «en solitario». Mientras que «Iron Man 3» sirvió sobre todo como epílogo de «Los Vengadores» y para marcar un punto de inflexión en el personaje más explotado (y por tanto más necesitado de reinventarse) de la franquicia y «Thor 2: El mundo oscuro» no pasó de pequeño patinazo que apenas sirvió para explotar la popularidad de Loki, la nueva aventura del Capi rescata temas esparcidos por las películas anteriores, los desarrolla e impulsa la historia hacia su siguiente etapa.
Adicionalmente, el manejo de un personaje tan a priori polémico (fuera de EE.UU.) plantea retos adicionales que Marvel (Disney) ha tenido que abordar, convirtiendo esta película en un ejemplo fascinante de ingeniería narrativa.
No voy pues a dedicarle muchas líneas a la valoración estricta del film (entretenido, espectacular y bien rodado), pues casi me interesa más analizar el experimento desde la perspectiva arriba expuesta. Si lo que buscabas era una recomendación, vaya por delante. «Capitán América: El Soldado de Invierno» constituye una experiencia cinematográfica de lo más satisfactorio (sabiendo siempre, por supuesto, qué esperar de una peli de superhéroes).
La historia comienza con Steve Rogers tratando todavía de adaptarse al futuro, setenta años después de su congelación durante la Segunda Guerra Mundial. Por añadidura, no puede dejar de percibir los cambios derivados de su reasignación, del ejército (en guerra con un enemigo claro) a una organización de contraespionaje, SHIELD. Una de las guías maestras de Marvel para evitar el desgaste por sobreexposición consiste en dotar a cada película de un tono distinto. Así pues, se decidió que ésta debía adoptar un aire de thriller de espías (sin descuidar la acción), con conspiraciones, agentes de fidelidad ambigua, secretos y manipulaciones.
Así pues, quitando del Capitán América (cuya brújula moral es firme, como corresponde al personaje), casi todos los demás protagonistas plantean dudas, desde Nick Furia a la Viuda Negra (ambos espías profesionales), llegando hasta Alexander Pierce (Robert Redford), uno de los mandamases políticos de SHIELD. Casi es lo de menos la irrupción de un agente enemigo, el Soldado de Invierno del título (quien esté familiarizado con los cómics sabrá de quién se trata en realidad), hasta el punto que sus raíces soviéticas (es un personaje surgido durante la Guerra Fría) son poco más que anecdóticas (nunca se pone en duda que se trata de un mercenario, sirviendo a intereses que poco tienen que ver con los imperialismos nacionales de antaño… algo que quizás, sólo quizás, hubiera podido cambiar un poco si la crisis de Crimea hubiera estallado antes).
El desencadenante de la acción es un atentado contra el coronel Furia, inmediatamente después de una operación de rescate en alta mar con objetivos secundarios. Todo apunta a la presencia de topos dentro de la propia organización, lo cual eleva el nivel de paranoia y fuerza la desconfianza de Rogers, que prefiere confiar en alguien ajeno (un soldado licenciado con algún que otro problema de integración en la vida cicil… que da la casualidad de ser uno de los pocos pilotos de un traje volador experimental: Falcon).
La trama subsiguiente toma elementos de aquí y de allá del canon en cómic del Capitán América (y de Nick Furia), con al menos tres grandes series que yo (sin ser ni un gran experto en cómics ni mucho menos en el personaje) haya podido detectar como inspiración directa (no las enumeraré por eso de no cargarme las posibles sorpresas). Lo habilidoso del asunto es cómo saben destilar y encajar los elementos dispersos en una historia nueva, que prescinde de la carga de tener que ser coherente con décadas de vaivenes, no siempre afortunados, redundancias e incluso contradicciones.
Queda claro que Marvel está construyendo un universo nuevo, basando en el gráfico aunque independiente de él, e incluso con la potestad de enmendarle la plana si ello es necesario en pro de la coherencia. Lo cierto es que no es la primera vez. Después de todo, de eso trata su universo Ultimate (también, todo hay que decirlo, es la principal enseñanza que se puede sacar de la reciente trilogía de Batman para DC).
Un proyecto multimillonario (así a ojo deben de llevar invertidos unos cinco mil millones de dólares tirando por lo bajo) como el del Universo Cinematográfico Marvel no puede sustentarse en los aficionados al cómic, que no son suficientes para alcanzar los niveles de auténtico blockbuster. Las películas necesitan explotar un mercado mayor, ajeno a la anécdota de si tal personaje, en tal número de tal oscura colección reveló que de pequeño había sufrido paperas. Así pues, no estamos ante adaptaciones al uso, sino ante iteraciones de ideas que se han probado exitosas. En otras palabras, los cómics no proporcionan historias, sino materia prima para construir historias (lo cual es una matización sutil pero de importancia crucial para el éxito de la empresa).
El universo cinematográfico Marvel es un proyecto autocontenido. Quien haya visto todas las películas no necesita saber nada más para apreciarlas, y quien no… En fin, ahí tenemos uno de los peligros del experimento (que en realidad no tienen parangón en la historia del cine): las películas deben apoyarse unas a otras, para construir una dinámica sinergética que las impulse a mayor altura de la que alcanzarían por separado, pero al mismo tiempo necesitan conservar la unicidad imprescindible para poder defenderse en solitario (podríamos añadir un segundo nivel de complejidad, si consideramos que cada subserie debe a su vez construir una personalidad propia, diferenciada del resto).
¿Lo consigue el Capitán América? Diría que sí (evidentemente, no puedo borrar de mi memoria todas las entregas previas para poder afirmarlo categóricamente).
A este respecto, había mencionado al principio de la entrada uno de los obstáculos concretos a los que se enfrenta el personaje: su relativamente bajo atractivo internacional.
Lo cierto es que el cine de superhéroes, tradicionalmente, ha sido bastante localista (las dos primeras películas de Iron Man, e incluso las dos primeras del Batman de Nolan, recaudaron más en EE.UU. que en el resto del mundo). Esto es debido a que el cómic es un fenómeno cultural cuyas raíces se hunden profundamente en la idiosincrasia local, complicando, incluso en esta época de globalización, su exportación (algo similar ocurre con las comedias). De hecho, la estrategia sinergética, apoyada exclusivamente en el cine, que delineaba antes busca subsanar esta «deficiencia». En el caso que nos ocupa, entre los medios especializados, se ha bautizado como «efecto Vengadores» el aumento de interés en las películas Marvel a raíz del éxito mundial de dicha película (que se construyó a su vez a partir del éxito de la primera fase).
El año pasado, tal y como se hizo público recientemente en la CinemaCon, la distribución global de ingresos entre EE.UU. y el resto del mundo se situó por primera vez en 30-70 (desde el 36-64 de hace cinco años). Pre-Vengadores las distribuciones de los superhéroes Marvel (tendré en cuenta únicamente las franquicias cuyos derechos están en poder de la empresa matriz) fueron las siguientes (ordenados por fecha de estreno):
- «Iron Man» 54,4-45,6
- «El increíble Hulk» 51,2-48,8
- «Iron Man 2» 50,1-49,9
- «Thor» 40,3 -59,7
- «Capitán América: El primer Vengador» 47,7-52,3
- «Los Vengadores» 41.0-59.0 (aunque con el doble de recaudación que cualquier película anterior)
Como podéis apreciar, los porcentajes van poco a poco inclinándose hacia el mercado internacional, siendo la única película que rompe tendencia la primera del Capitán América. ¿Qué tal ha funcionado el efecto Vengadores? He aquí los porcentajes de las dos películas de la fase dos cuya vida comercial ya está prácticamente concluida:
- «Iron Man 3» 33,7-66,3
- «Thor: El mundo oscuro» 32,0-68,0
En ambos casos la recaudación en EE.UU. ha subido ligeramente y la internacional se ha disparado, con un incremento en torno al 100 % (mayor con «Iron Man», que era la que partía de un «desequilibrio» más importante). Conquistar el mercado internacional puede suponer hasta 300 millones de dólares brutos de diferencia (unos 120 de beneficios adicionales para la productora), y eso contando únicamente cada película por separado (ese 7% adicional en «Los Vengadores» hubieran supuesto 400 millones adicionales… que son el objetivo para «Los Vengadores 2».
Volviendo al Capitán América, hay que considerar que se enfrenta al problema de que es un personaje antipático en el mercado internacional, en especial para algunos de los principales mercados del mundo, como pueden ser China, Rusia o Francia (en el momento de máxima tensión diplomática entre Francia y EE.UU. por desavenencias en la forma de conducir la tildada como Guerra Contra el Terror, el Capi llegó a insultarlos explícitamente en uno de sus cómics).
La solución que encontraron en su momento fue ambientar la primera película, aprovechando los orígenes del personaje, en la Segunda Guerra Mundial, pues nadie pone reparos a un estadounidense peleando contra los nazis. Para la secuela, sin embargo, tocaba respetar la cronología interna de la serie, y tenían entre manos a un símbolo nacional, trabajando para un servicio de inteligencia que ya por entonces estaba recibiendo mala prensa (durante los meses de producción, el descrédito no ha hecho sino incrementarse con las noticias sobra las escuchas generalizadas de la CIA). De nuevo la estrategia ha pasado por apelar al espíritu de la Segunda Guerra Mundial, cuando soldado americano era sinónimo de aliado (cuando no de libertador).
Si todo hubiera quedado ahí, sin embargo, el objetivo no se hubiera cumplido, que entre unas cosas y otras tenemos el detector de cinismo muy sensibilizado. Lo fundamental de «El Soldado de Invierno» es que no rehuye las responsabilidades, e incluso apela a la autocrítica. No busca sólo vivir de rentas, sino que dirige una mirada nostálgica a tiempos pasados en los que el blanco era blanco, el negro negro y el ejército y los servicios de inteligencia no se habían manchando con diversos tonos de grises, ya no sólo frente a la opinión pública internacional, sino ante los propios ciudadanos estadounidenses.
El Capitán América en ese contexto representa en esencia la inocencia y rectitud perdidas, el no todo vale para alcanzar determinados objetivos, el que los medios condicionan la validez del fin. Una brújula moral de otra época, estampada contra la cara de defensores de la libertad que han devenido en su principal amenaza (un tema recurrente también, por ejemplo, en la excelente «Person of interest»).
Por supuesto, tampoco interesa predisponer en contra al mercado propio, y además se trata al fin y al cabo de una peli de superhéroes, con más acción que reflexión, así que las insinuaciones se quedan un poco en la superficie, dejando salidas honrosas y sin terminar de asestar el golpe, pero ello no le quita, en mi opinión, sinceridad a la autocrítica, y ello, en última instancia, será lo que haga alcanzar al Capitán América los niveles de aceptación de sus hermanos de armas. Veremos cómo se desarrolla su trayectoria comercial, aunque por ahora ya se ha estrenado con unos excelentes 75 millones en apenas 32 países.
No quisiera concluir sin hacer mención de los directores, los hermanos Anthony y Joe Russo. Su carrera cinematográfica hasta la fecha es poco destacada, pero no ha sido ella la que los ha puesto al frente de una producción Marvel de 17o millones de presupuesto, sino su labor como principales directores de las dos primeras temporadas de «Community» (si no conocéis la serie, ya estáis poniéndole remedio). En particular, lo que llamó la atención de los directivos fue el doble capítulo de cierre de la segunda temporada, la guerra de paintball. Ya están confirmados para dirigir el tercer capítulo de las aventuras del Capitán América.
Otras películas de la serie reseñadas en Rescepto:
¿Tres series del capi? Yo tengo dos claras la de Nick Fury y otra del capi de los 70, cuando lo de Nixon. Pero la tercera se me escapa.
Quizás más que serie habría que hablar de motivo recurrente en la serie. Aunque yo daría más importancia a la de Furia (la verdad es que por las pistas que se entrevieron en «Los Vengadores» pensaba que iba a ser una adaptación más literal).
Genial análisis y magnífica película, está claro que esa autocrítica hace que mole más.
Saludos.
Sí, viene a reconocer: «Perdimos el rumbo en algún momento de los últimos setenta años, enderecémoslo». Veremos cómo se lo toman en casa (las críticas, por lo menos, están siendo estelares).
Gracias.
Debo reconocer que, siendo muy difícil para mi interesarme en cosas de superheroes y comics, me ha agradado bastante esta reseña y motivado a ver con otros ojos esta saga. Justamente es una broma recurrente entre algunos amigos cercanos míos que el capitan america no es el favorito de ningun fan de superheroes.
Me intrigó la mención de Person of Interest, ojalá podamos ver una entrada al rescpecto.
Pues anda que cuando el año que viene saquen la película del Hombre Hormiga… o si por fin DC se sale con la suya y hacen la de Aquaman.
Tenía previsto escribir sobre Person of Interest hace unos meses, pero se me pasó la oportunidad y ahora tengo previsto esperar al final de la tercera temporada.