La cabaña del bosque
En poco más de un mes se estrenará en España «La cabaña del bosque» («Cabin in the woods»), co-guionizada y producida por Josh Whedon, con dirección del novato (en tales lides) Drew Goddard (co-guionista de ésta, habiendo ejercido esta misma función para Whedon en «Cloverfield» y unos pocos capítulos de «Ángel» y «Buffy cazavampiros»). Hace, sin embargo, cuatro meses de sus estreno americano, y más de tres años desde que concluyó el rodaje. Huelga decir que no ha tenido una venta fácil. Digamos que de no ser por el éxito de Whedon en «Los vengadores» (y el aumento de caché de Chris Hemsworth), quizás aún estaría acumulando polvo en alguna estantería. Cierto, parte de la culpa de este retraso la tiene el proceso de bancarrota en que se vio envuelta su productora, Metro-Goldwyn-Mayer, pero la película en sí misma constituye un producto singular: un slasher juvenil que invita a pensar.
El truco para que funcione (y lo hace) es que sólo invita, no obliga. Puede disfrutarse como una muestra correcta de hibridación entre terror y humor; sin llegar a caer en la parodia, pero también sin tomarse demasiado en serio a sí misma. Claro que entonces pierde muchos enteros y podría llegar incluso a considerarse decepcionante. El auténtico disfrute surge de ir pelando una a una las sucesivas capas dispuestas por los guionistas y participar en los juegos que nos proponen.
El primero y muy evidente es el de los homenajes. Según confesión del propio Whedon, la película trata de revindicar el terror de la «vieja» escuela, en reacción contra el torture porn que parece dominar la última década. Así pues encontramos referencias de lo más diversas; a «La matanza de Texas», «El resplandor», «Posesión infernal», «Hellraiser», «La señal»… Todo un festival de guiños al espectador entendido.
Pero no todo es celebración. También existe un importante elemento de crítica. Centrado, eso sí, en el subgénero específico del slasher adolescente (tipo «Viernes 13», «Halloween» y demás franquicias). El guión pone de manifiesto (y justifica por medios retorcidos) algunos de los más estúpidos lugares comunes de este tipo de producciones. Esta autoconsciencia lo aproxima a la saga de «Scream», aunque hay en «La cabina del bosque» una reconvención implícita ausente de la serie de Wes Craven, más preocupada en la deconstrucción de los mecanismos propios del género que en su análisis.
Por último, y quizás más importante, desarrolla una tesis sobre por qué nos gusta este tipo de películas (con defectos y todo; incluso de forma particular gracias a éstos). Indaga en la fascinación de un tipo de historias que en esencia no pueden ser más simples; todo un ritual catártico para satisfacer a nuestra faceta más oscura. Lo más ingenioso de todo es que cada nivel se encuentra encajado en el anterior, de forma que no existen límites bien definidos entre ellos. Así, por ejemplo, en determinado momento contemplamos a un grupo de «espectadores» que a su vez contemplan (y disfrutan) una escena tópica de este tipo de producciones, orquestada a base de cuidadosos engaños.
Whedon y Goddard nos invitan con «La cabaña del bosque» a plantearnos por qué disfrutamos viendo cómo una irresistible amenaza X va dando cuenta uno tras otro de una caterva de insufribles niñatos. Y con el conocimiento llega el «castigo»: un tirón de orejas por ser tan malos… impartido con una sonrisa apenas contenida que nos exculpa y nos invita a aceptar la situación y a refocilarnos en nuestra crapulencia. Al fin y al cabo de eso se trata.
«La cabaña del bosque» es una película que se sustenta en una gran premisa, ejecutada con maestría. Por desgracia, los detalles finos de la historia no están tan bien ejecutados. Se nota la bisoñez del director en algún que otro desarrollo torpe, y las escenas de terror carecen de tensión (por no hablar de que los personajes hubieran agradecido algo más de esfuerzo en su caracterización). No es algo que resulte muy molesto, pues el ritmo está bastante bien llevado y el resto de consideraciones expuestas a lo largo de esta entrada suplen las carencias, pero hace descender unos pocos puntos la valoración del conjunto.
He procurado no revelar muchos detalles de la trama (alguno he ido soltando de forma más o menos críptica). Es una de esas películas a las que conviene enfrentarse con cuanta menos información previa, mejor. Antes de concluir, sin embargo, me gustaría llamar la atención sobre un detalle curioso:
En varios momentos del metraje se hace alusión a «operaciones» similares que están teniendo lugar en diversos puntos del globo. Se menciona a los japoneses (con una tasa de acierto del 100%), y de igual forma se habla de los equipos de Londres y Madrid. ¿La razón de que España haya entrado en esta selecta compañía? Bueno, ya lo comentaba al principio, «La cabaña del bosque» es un homenaje al terror de la vieja escuela, y al parecer los títulos aportados por nuestra cinematografía durante la última década nos han ganado un puesto junto con las historias de fantasmas japones y las viejas glorias de la Hammer. Punto para el género fantástico patrio. A ver si algún día se empieza a valorar lo que tenemos y dejamos atrás esa obsesión con que todo lo foráneo debe ser mejor.