Espadas y demonios
Fritz Leiber es uno de los grandes nombres de la Espada y Brujería. De hecho, fue quien acuñó el término para describir las historias escritas al modo de Howard. Lo hizo en 1961, en respuesta a una pregunta lanzada al aire por Michael Moorcock en el fanzine Amra (posteriormente, en 1966, «inventaría» también la etiqueta de Fantasía Heroica).
Su principal aportación a este subgénero es la saga de Fafhrd y el Ratonero Gris, consistente en treinta y siete textos (relatos, novelas cortas y una novela) escritos a lo largo de cuarenta y nueve años, entre 1939 («Two sought adventure», en las páginas de la revista pulp Unknow) y 1988 («Slack Lankhmar afternoon featuring Hisvet», en la antología Terry’s Universe).
En 1968, a raíz con toda probabilidad del éxito popular de la compilación que estaba realizando Lancer Books de las historias de Conan el Bárbaro, la editorial Ace Books (la que, precisamente, concluiría la colección canónica del personaje de Howard tras la quiebra de Lancer) comenzó a realizar lo propio con las historias del alto norteño Fafhrd y el diminuto y escurridizo Ratonero Gris. Fueron tres libros, con material en su mayor parte publicado de forma original durante la última década (los cuentos más antiguos ya habían sido compilados en la antología «Two sought adventure» en 1957).
En 1970 salieron a la venta otros dos libros, a modo de precuela de los anteriores. Por un lado una reedición ampliada (y con otro título) del volumen ya comentado. Por otro, «Espadas y demonios» («Swords and deviltry»), lo que hoy llamaríamos un volumen de orígenes, incluyendo cuatro textos: una breve introducción (sacada de «Two sought adventure»), la novela corta «Las mujeres de la nieve» (que narra la primera aventura en solitario de Fafhrd, escrita en 1970), el relato largo «El grial impío» (que hace lo propio con el Ratonero Gris, en un cuento escrito en 1962) y la novela corta «Encuentro acíago en Lankhmar» (que se centra en la aventura que los reunió y es también de 1970).
Las historias, concebidas (en el caso de las novelas cortas) expresamente para construir el armazón de un ciclo (originalmente, los autores iban publicando aventuras sin preocuparse demasiado por mantener una progresión cronológica), sirvieron tanto de punto de partida como de homenaje a la serie, y así lo entendieron los aficionados, al otorgar a «Encuentro acíago en Lankhmar» los premios Hugo y Nebula de su categoría («Las mujeres de la nieve» fue elegida también finalista de los Hugo, pero el propio Leiber la retiró de competición, para evitar hacerse competencia a sí mismo). Las historias alumbradas con posterioridad fueron compiladas en sendas antologías (1977 y 1988), dejando configurados así los siete libros de la saga de Fafhrd y el Ratonero Gris.
Así pues, aunque «Espadas y demonios» fue la cuarta entrega publicada, se la considera la obra inicial, y así ha venido siendo publicada en las múltiples reediciones desde entonces.
En contraposición con los héroes howardianos, las aventuras de los personajes de Leiber presentan un aire más despreocupado y aventurero. Lejos del talante taciturno de Conan, Kull o Solomon Kane, Fafhrd y el Ratonero Gris son un par de pícaros amantes de la diversión, la bebida y las mujeres, que afrontan la vida con alegría (sobreponiéndose a un trasfondo melancólico, que queda perfectamente caracterizado en las historias de «Espadas y demonios»). Otra diferencia es que en contraposición al carácter extremo del antihéroe howardiano (un outsider bárbaro), la dupla de Leiber medra en el equilibrio que aportan los extremos (la franqueza bárbara de Fafhrd y el sinuoso pensamiento civilizado del Ratonero Gris).
Otra diferencia fundamental reside en la extrema importancia del escenario. Ya no un indeterminado período intercataclísmico como el Hyborio, sino un mundo secundario, Nehwon, construido relato a relato, dominado por un enclave de extrema importancia: Lankhmar, la Ciudad de las Siete Mil Veintenas de Humos, una urbe antigua, colosal, laberíntica, sucia, maravillosa, corrupta e inagotable.
Pero «Espadas y demonios» se inicia lejos de ella, en el lejano norte, el Cantón Frío, donde el clan de Fafhrd sobrevive, aferrado a costumbres inmemoriables y bajo el férreo dominio de un matriarcado implacable. El joven norteño afronta en «Las mujeres de la nieve» un punto de inflexión en su vida. Por un lado asumir su destino, desposar a Mara, preñada de su hijo, y someterse a la autoridad de Mor, su madre (con alguna ocasional incursión en el sur para desfogarse). Por otro, sucumbir a los cantos de sirena de la civilización y escapar de ese gélido futuro, huyendo con Vlana, la bailarina.
En esta novela corta Leiber escenifica un rito de pasaje, un episodio crucial y definitorio. Las ansias de aventura del joven bárbaro se enfrentan a la tradición y los deberes adquiridos. Aprovecha la que quizás sea su última oportunidad de alterar el rumbo trazado para abrir ante sí un sendero de aventura (a costa de romper sus compromisos con la tribu y, sobre todo, con la que ya casi es su esposa). Lo que en principio no sería sino una muestra de inconformismo juvenil (sumado a un pánico atroz al compromiso), se reviste gracias a la experta prosa del autor de lecturas psicológicas (una de las constantes de Leiber, entusiasta seguidor de la obra de Karl Jung). Fafhrd no sólo huye de su destino prefijado, sino ante todo de Mor, una figura que encarna la maternidad castrante más agobiante (responsable, quizás, de la muerte de su padre, motivada por la obsesión de éste por la escalada, su válvula de escape). Otro elemento de interés reside en la descripción de la magia femenina, basada en el frío y ambigua, sin que en ningún momento llegue a quedar claro si tiene una base tangible o se basa exclusivamente en la sugestión.
Un texto notable, el mejor sin duda de la antología, y en donde la prosa de Leiber raya a mayor altura.
«El grial impío» es menos ambicioso (al haber sido escrito en 1962, su intención original no es tanto definitoria como descriptiva de un episodio de la vida del Ratonero Gris). Narra la venganza de un joven aprendiz de mago (blanco), Ratón, contra el duque responsable de la muerte de su maestro. En el proceso asistimos a su rendición ante las tentaciones de la magia negra (de ahí que en adelante su vida discurra por el impreciso terreno intermedio del gris) con tal de cumplir su objetivo. La subtrama psicológica se centra en el duque y su hija (Ivrian, amante de Ratón y discípula inconstante del mismo mago), cuya relación ensombrece el recuerdo de otra esposa dominante. Una relación huérfana de amor, basada en la opresión a través del miedo… que no tiene otro propósito que exorcizar las propias debilidades.
Por último, «Encuentro acíago en Lankhmar» constituye el colofón de esta suerte de precuela. Una aventura protagonizada a partes iguales por Fafhrd, el Ratonero Gris y Lankhmar. La pareja de buscavidas unen sus destinos merced a un robo, ejecutado en contra del poderoso gremio de los ladrones, y su común destino termina sellado por la revancha ejecutada contra ellos por Hristomilo, mago negro contratado por el gremio para su protección (o al menos ésa era la intención original del rey de los ladrones).
Otra de las grandes influencias de Leiber se deja sentir con fuerza en las páginas de esta novela corta. El autor, gran admirador y defensor de Lovecraft, se entrega con alegría a la sobreadjetivación, componiendo un Lankhmar barroco y atrayente, hecho a la medida de los dos antihéroes (entregados a su vez a ciertos excesos verborreicos, que lastran un tanto la credibilidad de la narración). La sombra del maestro de Providence se aprecia también en Slivikin, el ratonil familiar de Hristomilo, cuya descripción coincide punto por punto con la del Brown Jenkin de «Los sueños de la Casa de la Bruja», de H.P.L.
Pese a ser contemporánea de «Las mujeres de la nieve», esta novela corta no resulta tan interesante desde un punto de vista argumental o estilístico. Se respira en exceso la sensación de encontrarnos ante un homenaje a los personajes y a su pasado (futuro según su cronología interna). De igual modo, la necesidad de enlazar estas precuelas con el ciclo preexistente impide un desarrollo profundo de los personajes, constreñidos por todo lo ya escrito sobre ellos (hasta el punto que la siguiente antología, «Espadas contra la muerte», debe abrirse con un breve relato que termine de recoger las hebras sueltas y posibilite la transición hacia los cuentos más antiguos). Otro escollo añadido para el lector actual es que muchas de las características imaginadas por Leiber han devenido ya no sólo en lugares comunes (en especial desde la popularización de los juegos de rol), sino incluso motivo de parodia (como es el caso de la Ankh Morpork de Terry Pratchett, que presenta más de un parecido nada casual con Lankhmar.
A pesar de todo, «Encuentro acíago en Lankhmar» sirve a la perfección como carta de presentación para la saga de Fafhrd y el Ratonero Gris (en la medida que esto es posible con una serie desarrollada a lo largo de tan amplio lapso). Espada y Brujería que cabría casi tildar de neoclásica (asume los arquetipos nacidos en el pulp, aunque presenta ya una importante evolución a nivel estilístico), y punta de lanza de la popularización del subgénero durante los años 70 (junto con la recuperación de Conan y la saga de Elric de Melniboné de Michael Moorcock).
Otras opiniones:
Otras obras del mismo autor reseñadas en Rescepto:
- Esposa hechicera (1943)
- El gran tiempo (1958)
- El planeta errante (1964)
- Nuestra Señora de las Tinieblas (1977)
Serie de Lankhmar:
Jesús bendito !!! Había olvidado por completo a estos dos. Los conocí por los cómics dibujados GENIALMENTE por Mike Mignola jesuuuuus, que se me habían olvidado. Que deliciosa re-lectura voy a tener tanto de los libros como de los cómics.
Genialísimo autor y saga. Lástima que la tan cacareada reedición por Gigamesh se quedó en el pozo de las buenas intenciones. Al menos tenemos el excelente comic de Mignola.
¡Genial repaso!
Voy a tener que echarle un vistazo a los cómics…
Por otra parte, con esta entrada queda oficialmente inaugurado el viraje hacia la espada y brujería / fantasía épica, que (por razones obvias) va a cobrar peso en el blog durante los próximos meses.
ayayya que pena, yo que esperaba que reseñases La chica mecánica de Bacigalupi uno de estos dias…
Tampoco es que vaya a abandonar la ciencia ficción. Se trata más bien de cambiar la orientación de las secciones especiales, como la Cifilogenia este año (o la Hugolatría el pasado). En cuanto a «La chica mecánica», le tengo ganas, pero me estoy esperando a que salga en bolsillo, que la economía manda.
[…] https://rescepto.wordpress.com/2011/12/20/espadas-y-demonios/ […]
Espadas y Demonios – Fritz Leiber : El lector compulsivo said this on julio 13, 2015 a 2:17 am |