Cuerpos descosidos

La colección Terror de NGCFicción! comparte con sus hermanas de Ciencia Ficción («Fragmentos de burbuja«) y Fantasía («Fieramente humano«) la vocación por ofrecer obras muy personales, alejadas de los parámetros homogeneizadores del fantástico comercial. Por ello no es fácil describir «Cuerpos descosidos», la tercera novela publicada de Javier Quevedo Puchal. A decir verdad, incluso su adscripción al género de terror resulta ambigua, pues más que amenaza transmite desazón; exuda una atmósfera inquietante, pegajosa, que va calando poco a poco, oscureciendo toda luz y consumiendo todo calor.

La historia es simple, demasiado simple incluso, pero no así la forma escogida para narrarla. «Cuerpos descosidos» analiza un pecado, una herida infectada cuya ponzoña se extiende por años y afecta a todos cuantos quedan atrapados en su esfera de influencia (desde South Yorkshire, en Inglaterra, hasta Ámsterdam, pasando por Valencia). La particularidad de este pecado es que se nos muestra deconstruido, y no me refiero únicamente a su secuencia temporal, sino a una característica más perturbadora: cada uno de sus elementos los protagoniza/sufre una persona diferente.

Así pues, no sólo tenemos a alguien que lo comete y alguien que lo sufre, sino que también es otro personaje el que carga  con los remordimientos, un cuarto el que asume la penitencia y aun un quinto quien recibe la absolución. Como consecuencia de esto, ninguno de ellos es una persona completa. ¿Qué sentido tiene asumir las consecuencias de las faltas de otros? ¿Tiene un fin la expiación si no va acompañada de arrepentimiento o se trata de un simple acto de egoísmo? ¿Exime el desconocimiento de la culpa o la acrecienta?

Todas estas preguntas se insinúan al leer «Cuerpos descosidos», y quizás la única forma de conferir sentido al conjunto sea unir lo que se nos presenta separado, empeño al que se lanza Lucio, uno de los protagonistas principales (un chapero que sobrevive en los ambientes marginales de Ámsterdam, unido sentimentalmente con la Papisa, una mujer que expía pecados ajenos a través de un mórbido espectáculo de cabaret). La otra cara de la moneda (porque en esta novela todo anverso tiene un reverso) es Eva, una fotógrafa entregada a rutinas de degradación, cuyo propósito último es negar incluso el hecho de que guarda en lo más profundo de su conciencia, ocultos incluso para sí misma, secretos inconfensables.

De especial importancia son también los estigmas, o manifestaciones físicas del pecado, en forma de heridas y cicatrices. Desde los cortes que laceran la piel de la Papisa durante sus sesiones de absolución, hasta los rituales de automutilación a que se entrega Eva, pasando por el recuerdo de un intento de suicidio en las muñecas de Lucio o su «don» (opuesto, cómo no, al de su amante). También aquí existe una desconexión entre causa y efecto, separación a la que se alude insinuando un paralelismo con «El retrato de Dorian Gray» (pintura en la que se reflejaban los estigmas de la vida disoluta del susodicho, sin que el aspecto impoluto de éste mostrara la degradación de su alma, aislada del mundo por barreras de madera).

Como en todo lo demás, tampoco conviene que nos quedemos sólo con la relación evidente. Esta novela de Oscar Wilde cumple otra función primordial en el tercer arco narrativo de «Cuerpos descosidos» (uno que se nos narra por medio de los extractos del diario de un joven de quince años, vástago de un predicador ultraestricto, cuya conexión con el resto de personajes, aunque resulta bastante evidente, se nos explicitará a medida que avance la historia). A través de estos fragmentos de sinceridad relativa (pues incluso ante sí mismo el muchacho es incapaz de mirar de frente una verdad que le atemoriza), asistimos a un conflicto de identidad sexual de consecuencias que se adivinan desde el principio trágicas (y que tienen igualmente mucho que ver con los temas generales de disociación de causa y efecto, pecado… o percepción de pecado y expiación forzosa).

«Cuerpos descosidos» se nos presenta como una maraña de opuestos (incluso los mismos personajes poseen una naturaleza dual, puesta de manifiesto por el uso de dos nombres), un drama tan estrictamente interrelacionado que deja poco espacio para la sorpresa. Quizás ahí resida el auténtico horror, en la inevitabilidad de una tragedia que en realidad era por completo gratuita.

Otras opiniones:

~ por Sergio en agosto 23, 2011.

Una respuesta to “Cuerpos descosidos”

  1. Gracias por la reseña, compañero.

    ;-)

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