Wall-E
Como no tengo mucho tiempo que perder, allá va la conclusión: «Wall-E» es una obra (quasi)maestra.
¿Por qué lo de (quasi)? Porque a una gema como ésta sólo se le puede pedir la perfección absoluta y «Wall-E» no la alcanza por un pelo, por traicionarse a sí misma hacia el final y dejar de confiar en una narración extraordinaria que transmitía su mensaje sin necesidad de palabras ni explicaciones. Es, sin embargo, la mejor película de ciencia ficción que se ha visto en años, a nivel técnico le pega millones de vueltas a cualquier competidora (y eso que «Kungfu panda» ha supuesto el salto de calidad definitivo de Dreamworks) y el protagonista es el personaje más adorable que jamás se haya asomado a una pantalla de cine.
Es una pena que no disponga de tiempo para analizarla en detalle, pero sí puedo hacer un llamamiento para que todo el mundo vaya a verla.
Quién sabe, quizás la ciencia ficción cinematográfica descubra que hay un camino inexplorado, alejado del mero espectáculo por el espectáculo, capaz de transmitir ideas y emociones… incluso con personajes de expresividad tan limitada como un par de robots que ni siquiera son humaniformes.
Pixar es grande.
Podéis leer otra alabanza en el blog asociado de Casino y furcias.